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viernes, 27 de febrero de 2015

#18

Capítulo 18:


OCTAVO DIA:

Lali despertó, de nuevo en su cama. No recordaba nada, y a la vez, recordaba todo.
Su boca aún tenía el gusto a la piel de Peter. Era increíble, se sentía bien, francamente, de maravilla. Y parecía que lo llevara, en lo alto, en un cartel, grabado en su frente: Fue la noche más espectacular de mi vida. Hice el amor… con él.
- ¿Lali? –la voz de Carlos sonó al otro lado de la puerta.
- ¿Sí? – preguntó ella, aun mirándose en el espejo. Estaba descabellada. Pero se sentía diferente, se sentía más mujer. Llevaba el pijama, pero aún se sentía desnuda.
- ¿Puedo pasar? –preguntó Carlos.
-Sí.
- ¿Cómo estás? –dijo su padre cerrando la puerta tras él– Hace tiempo que no hablamos… últimamente pasas mucho tiempo con Peter.
- ¿Algún problema? –masculló ella– Creo que es el único que me da el apoyo que necesito –hizo una mueca y agarró ropa para irse a duchar. Aunque aún dudaba, si ducharse o quedarse impregnada de las sensaciones de ayer- ¿Tenes algo que decirme? Porque creo que a las once tengo que ir a la mierda de quimio -gruñó.
-Hija… sé que esto es difícil para vos.
- ¡No! No empieces con que, ay pobre Lali, debe estar pasándola mal. Yo tengo lo que me merezco, y voy a afrontarlo. Sola o acompañada. Aprendí a ser fuerte, y así seguiré siendo, hasta que me muera, dentro de ocho días más o dentro de dos años o de los que haga falta. Y paso ya de dar penita. Sigo con mi vida durante estos días que me quedan. Si te gusta bien, sino también. Yo que vos aprovecharía los últimos momentos que te quedan de pasar conmigo.
Carlos la miró entristecido.
-Perdón papá… -se arrepintió luego de dos segundos– no quería decir eso último…
-No, no, Lali –Él negó con la cabeza– tenes razon nena… -se acercó y la abrazó– después de la quimio, si no estás muy cansada, pasaremos el día juntos. ¿Te parece?
-Perfecto –sonrió– Voy a ducharme –le dio un beso en la mejilla.
Carlos asintió y se dirigió hacia la puerta de la habitación de su hija para salir.
-Ah, y papá… -dijo Lali antes de entrar en su baño.
-¿Sí?.
-Te quiero.
Y sin esperar respuesta, se encerró en el baño. Con pasadores. Como solía hacer. Sin saber que había dejado a Carlos con una tierna sonrisa en la boca. Y con un par de lágrimas suspendidas por unas cortas pestañas.


NOVENO DIA:

Lali se subió las medias de rejilla. Seguido, su body negro sin mangas. Acompañado de un cinturón de bajo pecho color plata con la hebilla negra. Un chaleco, igual, negro. Y sus queridas plataformas que la habían acompañado en tantísimos eventos. La maquilladora y el peluquero hicieron el resto. Se miró al espejo. Era modesta, pero se veía linda. Y las críticas le daban, ahora más que nunca, igual. Se vestía como quería, se peinaba como quería y hacía lo que quería. No lo que la gente quería que hiciera. No era como ese tipo de estrellas superficiales y falsas. Alguien la rodeó por detrás. Cruzaron miradas.
-Hola mi amor –sonrió, inclinando la cabeza para que Peter la pudiera besar.
-Hola… -él aprovechó el vestuario de Lali para darle una cachetada en el culo.
- ¡Ay! –se quejó.
-Mmmh… ¿Así que otro presentación en Showmatch y no me avisas?
-Es solo un evento más – contestó, cariñosa– Además, tengo que aprovechar el tiempo que me queda…
- ¿Otra vez con eso? –Peter pareció enfadado.
Alguien entró en el camerino.
-Lali, un minuto.
Ella le dio un rápido beso a Peter y se fue corriendo.
-Esperá. ¿Qué canción vas a cantar?
-Ya vas a ver –le guiñó el ojo y salió corriendo hacia el escenario.
Peter se quedó en el backstage. Observaba como Lali hacía su culminante presentación, saliendo por una puerta gigante que se abría por la mitad y siendo anunciada por Marcelo Tinelli. Y preciosa, como solo ella sabía serlo. Peter repasó todo sus movimientos. Ella se plantó frente al público, una mar de gente, que chillaban a la vez y desiguales, a coro, su nombre, o simples gritos.
-Buenas noches –saludó Lali– antes de empezar… -la guitarra ya se escuchaba desde de fondo– Quiero decirles… -Dedicó una mirada a Peter, justo donde él estaba– que esta canción se la dedico a la persona más importante de mi vida –suspiró, y ahora el tono de la música subió un poco y ella susurró, lo suficiente como para que él lo pudiera escuchar– Peter.
La letra de Cielo Salvador empezó a salir de sus cuerdas vocales. La gente la aclamaba, los fans la idolatraban, parecía brillar como nunca. Y ella, ella, Lali, perfecta princesa, le ponía la pasión que siempre le ponía cuando daba un concierto. Pero ahora con más emoción.
Sus ojos se cristalizaron, con cada estrofa a la que avanzaba. Porque aquella letra expresaba lo que sentía de verdad, como lo había pasado sin él, su respuesta hacia Peter, es que ellos siempre habían hablado mediante las canciones. Enamorados, sabían que nunca habían perdido el contacto, el cariño, aquella chispa que los unía.
Sabían que algún día volverían a estar juntos. Sabían que estaban hechos el uno para el otro.
La gente balanceaba los brazos al compás de la natural voz de Lali. Y lo hacía prácticamente perfecto, en vivo, aquella potente voz. Cuando la canción disminuyó por el final y solo se sentían los últimos susurros de Lali, al ritmo de la guitarra, la multitud de público pareció volverse loca. Aplausos retumbaron en todo el espacio. Ella volvió a recuperar el sentido, la orientación, se colocó bien algún mechón.
-Gracias –saludó– Y antes de irme, quería comunicarles algo, a todos los fans que estén en el maravilloso público en este momento o en casa.
Se aclaró la garganta. Peter negó con la cabeza y se pasó la mano por el pelo, nervioso, suponiendo lo que iba a hacer.
-No lo hagas. – murmuró.
-Quería decirles que… bueno hace unos días como sabrán…
Peter no podía dejar que comunicara a sus fans que dentro de ocho días podía morir por el tumor que se había desarrollado en ella. Salió corriendo, como nunca había hecho, se encontró en medio del escenario, junto a Lali. Ahora era el centro de atención. El publicó pareció ponerse de acuerdo para callar.
-Eh… -murmuró Marcelo Tinelli- ¡Y aquí nuestro invitado especial! ¡Un aplauso para PETER LANZANI!

- ¿Qué haces? –dijo Lali, apartando la cara del microfóno, alzando una ceja.
-No voy a dejar que les des la noticia a tus fans ¿sabes el quilombo que se vas a hacer? Además, no estamos seguros de nada.
-Hay un setenta y cinco por ciento de posibilidades de que no salga viva de la operación, dentro de una semana. Si eso no te convence…
-La esperanza es lo último que se pierde –se olvidó del público, del programa, de todo lo que los rodeaba. Tomó a Lali de las manos– Te quiero, Lali.
- ¡Besala ya! –gritó alguien del público. Todos los aclamaron.
-¡LALITEEEER! –gritaron un grupo de chicas más cercano a ellos.
Lali y Peter se miraron divertidos. Peter no lo dudó, no esta vez, no más escondidas, no más pensamientos superficiales. No más. La tomó de las mejillas y la besó. Dominante, fuerte, atractivo, para ambos. Elmicrófono cayó al suelo, y los gritos de la gente, de fondo, parecieron que por momentos, iban a romperles los tímpanos. Peter se separó de ella, y sin dejar el coraje a un lado, con el corazón a mil, agarró el micrófono.
-Lali quería decirles que hace unos días que ella y yo volvimos –el público chilló más al escuchar a Peter. Silvidos de aprobación, y la emoción y los chillidos de los fans de esta hermosa pareja cubrían los abucheos que lo desaprobaban– Y esta vez, para siempre.
Entrelazó los dedos de su mano con los de Lali, con un brillo en los ojos, contento de la reacción de apoyo del público.
-Gracias –concluyó Peter. Y se volvió para irse con Lali, por esa gran puerta.
Lali lloraba.
-No creo lo que acabas de hacer – dijo riendo y llorando a la vez. Lo abrazó. Sintió la calidez de su cuerpo.
-Ya es hora de dejar de esconderse. Y si hay algo que aprendí de vos, entre otras cosas, es tener el valor de seguir adelante, y expresar lo que sentís, sin temores –se balancearon un poco, y quedaron reclinados en un mueble. Buscó el mentón de Lali con los dedos y levantó su rostro– Todo lo que dije ahí afuera es verdad.
Y terminó por besarla. Y Lali se moría… estaba segura, se moría, dios, se moría. Pero no de un tumor. No. Si no de amor… de deseo, de pasión, de todo lo que sentía por su chico, por Peter, porque él era su propia vida.


Las/os laliter's siempre presentes! :) LO DECLARARON PÚBLICAMENTE LOCO, VAMOS LOS PIBES CONCH*SUMADRE bue se posicionaba por Satanás (?) Maga.
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martes, 24 de febrero de 2015

#17


cap 17


–Peter... Quiero que estés dentro de mí –lo volvió a mirar. Él abrió los ojos, sorprendido– Quiero sentirte… mío. Quiero tener mi primera vez con vos, solo con vos. Quiero ser para vos la primera, y quiero que vos seas el primero… y en este caso, el último. Quiero saber que se siente cuando nuestros cuerpos se unan, y formen uno solo… la puta madre, quiero que me ames, quiero amarte. Peter, quiero que me hagas el amor…
Sus besos hicieron que se olvidara de todo. Hasta se le alivió el gran dolor de cabeza que tenía a causa del… de su problema. No le gustaba llamarlo trauma, tampoco cáncer, no le gustaba llamarlo de ninguna de esas formas. Era su pequeño problema, su gran error. Y ya está. Estaba pagando por su descuido… Lali pensaba que en esta vida cada uno tenía lo que se merecía. Y ella se incluía en ese pack.
- ¿Estás segura? – dijo Peter, aun sorprendido por su petición. Ella asintió, energéticamente. Si hablaba, se iba a poner a llorar– Bonita, cuanto te amo… -besó su frente– tené en cuenta que no hice esto nunca… soy… un inexperto.
-Dejémonos llevar, a ver lo que pasa –Ella buscó su boca, en medio de la oscuridad de la madrugada, en aquella cancha de Buenos Aires, encima de ese pequeño mantel sobre el pasto, después de una extraña “cena” perfectamente preparada, para ellos dos… ¿Y qué más perfecto que terminarlo con esto?
Lali lo deseaba como nunca había deseado a un hombre. Quería sentirlo… más suyo que nunca. Y quería que él la sintiera.
Sintió como las calientes manos de Peter le quitaban los pantalones, su remera. Sería la primera vez que se veían completamente desnudos, el uno al otro. Pero eso le daba igual… la vergüenza se había esfumado, dando paso a la pasión y el amor. No, el amor nunca desaparecía, siempre permanecía allí, tanto de ella, como de él, como de los dos… suyo. Sintió como su mano bajaba. Sus pechos estaban descubiertos. Pequeños, redondos, perfectos… pensó Peter. Suyos. Se quedó sin aliento, al observar los rosados pezones. Un rubor cubrió la semi bronceada piel de Lali. Dudaba entre cubrirse o no. Cuando Peter se inclinó, por instinto propio, para besarle los senos. Y reprendió la pasión de nuevo, un pequeño bache, una pequeña vergüenza, superada. Ya no más. Tomó la cintura de Peter, bajó su boxer, e hizo lo mismo que él había hecho con ella, lo deslizó, suavemente por su cuerpo. Dejando ver los trabajados músculos del cuerpo de él. Ella, desintencionadamente, pasó el dedo por el definido músculo del brazo. Lo bajo, atravesando el pecho, los pequeños pezones oscuros, por los abdominales. Cada onda de ese formado abdomen era un suspiro. Se detuvo. El traje terminaba allí, solo quedaba bajárselo por las piernas. Lali dudó de nuevo. Nunca… dios, nunca había hecho esto antes. Tenía los mismos años, igual que él. Tenía anillo de castidad, igual que él. Y estaba rompiendo su promesa. Pero con él. Además… juraba, prometía a dios, que él, que Peter, era el amor de su vida. Así ¿Qué más daba? ¿Unos papeles, un matrimonio por medio, cuando ambos sabían lo que sentían el uno por el otro, con o sin anillo de casados? Peter la observaba. Entrelazó sus dedos en su pelo, en su melena larga, preciosa, perfecta. Como ella. Y sus ondas, parecían una cascada chocolate con destellos de oro. Suspiró y miró hacia abajo, donde las pequeñas manos de Lali yacían quietas, sin saber muy bien qué hacer. Por un lado quería, y tanto si quería, quería perder la virginidad con Peter, quería que le hiciera el amor. Ahora, en este preciso instante. Pero por el otro, tenía miedo. No sabía muy bien por qué… pero una pelotita de nervios se acumuló en su estómago, haciéndola sentir mal y bien a la vez.
-Si no te sentís preparada… no tenemos por qué hacerlo –Dijo él, abrazándola y besándole la cabeza.
- ¿Vos queres? –Dijo Lali, apoyando su frente en el hombro.
-Claro.
-Vas a romper tu promesa conmigo.
-Me importa tres pedos. Te amo, y eso es todo. Y quiero hacerlo, pero solo si vos estás dispuesta.
-Entonces, si –Ahora, más decidida que nunca, bajó de un tirón el boxer de Peter y él se lo terminó de quitar, dejándolo tirado por el pasto.
Un suspiro salió de la boca femenina. Intentó no parecer sorprendida, pero lo estaba, ¡dios, si lo estaba! Peter no pudo evitar soltar una carcajada. Algo que inundó los oídos de Lali de pleno placer. Y él la abrazó entonces.
-Creo que me toca –dijo Peter hurgando hasta donde llegaba la bombacha de Lali.
Ahora él estaba completamente desnudo, pero ella no. Deslizó su ropa interior por sus piernas y Lali volvió a suspirar.
-Sos hermosa –dijo, plantando un beso, sin pensarlo, en su depilado Monte de Venus, ahora descubierto. Lali se sonrojó.
-Vos también… Sos potrísimo.
Alguien los podría ver, a pesar de ser casi las cuatro de la madrugada. Pero en ese instante, todo daba igual. Peter acarició la espalda desnuda de Lali, e hizo que se fueran tumbando, medio en el pasto, medio en el mantel. Hacía frío, calor, una mezcla de los dos. Ella se arqueó debajo de su cuerpo cuando la excitación los abrumó. Peter abrió los ojos, después de una cálida ronda de besos compartidos, con lengua, o quizás pequeños, con algún mordisquito de por medio.
-No tengo preservativos –dijo incorporándose. Lali pasó sus brazos alrededor de su espalda y lo volvió a pegar contra ella.
-No importa, mañana tomaré la pastilla del día después –le sonrió, complaciente.
-Ya te voy a acompañar al hospital.
-Crearemos polémica.
-No tiene porque saberlo nadie. Somos famosos, pero no tontos –concluyó Peter– De algo va a servir chantajear al médico, si es una mala persona –entrecerró sus pequeños ojos, luego, terminó por encogerse de hombros.
A Lali le pareció tan adorable que no pudo evitar volver a besarlo, tan intensamente que todo pareció empezar de nuevo. O esta vez, empezar de verdad. Y algo más extraño, y algo que empezaba a llenarla, y humedad, y dureza a la vez. Y la despedida de la luna, y la entrada del sol que los iluminaban a mitades diferentes, haciendo que la escena fuera aún más romántica. El entrelazamiento de brazos. Y el de piernas. Y más besos, y más caricias. Y él… que se hundió en ella. Y un gemido. Y dolor, agudo, intenso. Y Peter que intenta relajarla, y él que tan tierno, lo hace lento, para que no le duela más. Pero ya está, la dulce cereza de Lali estalló, y es de Peter, solo de él, de él y nadie más. Para siempre. Y el dolor parece avivarse por un instante en el cuerpo de Lali, y joder, no pensé que fuera así. Pero no es desagradable, al contrario. Es algo que se puede aguantar, porque es él, y es por amor. Y Peter que se mueve lento. Y Lali que se adapta. Y más besos, y más caricias. Y más y más y más. Y el sol y la luna, pareja del cielo, testigos del amor, de todo aquello que sucedía allí. Y ahora el dolor desaparece y una agradable sensación, más aún, se extiende por toda ella. Y se da cuenta, de lo juntos que están. Y él mira sus ojos, y los ve, de un marrón, profundo a la vez, que no dice nada y todo al mismo tiempo. Y sus caderas que se juntan. Y sus cuerpos, que forman uno. Y sonríe. Y placer, y juego y amor, amor, amor, amor… Y todo eso compartido, por él, para él.
Y no paran, y siguen, y quieren más y su primera vez es hermosa, demasiado, perfecta. Y dios… que estoy haciendo. Y cielo santo… que es lo que siento… algo diferente, algo extraño, algo nuevo. Y me lo hace sentir… él. Solo él. Y resulta que en aquel momento él, está pensando en lo mismo. Y comparten… un primer orgasmo, una ráfaga de sensaciones, como una enorme explosión, juntos. Y más gemidos, y jadeos, y susurros, piel de gallina. Y mordiscos juguetones, y sonrisas complacientes. Y más besos tranquilizadores, y más caricias. Y más… amor.

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sábado, 21 de febrero de 2015

#16

Capítulo 16:


SÉPTIMO DÍA:

02:00 am.

Peter condujo hacia una cancha.
–Qué bonito –sonrió Lali, viendo la cancha toda iluminada por escasas farolas de la madrugada. El faro los relucía de vez en cuandoHay alguien –sonrió.
Lali se fijó en algunas personas que estaban allí.
Oh dios.
Abrió rápidamente la puerta del auto.
¡Carlota! ¡Alicia! –fue corriendo hacia ellas– Dios, cuánto tiempo –abrazó a ambas¿te volviste a teñir? –dijo mirando a Alicia, ella volvía a estar morocha. Sonrió ampliamente, mientras asentía – sinceramente, te queda mejor el cabello claro.
Bueno –se encogió de hombros– A Raúl le gusta.
Lali sonrió y volvió a abrazarlas.
Bueno, nosotras nos vamos… -afirmó Carlota– Ya son las dos de la madrugada… mañana tengo que ir a la tienda Adidas, y admito que no tengo nada de ganas… será mejor que descanse.
Pero… ¿no se van a quedar un poco más? ¿Con Peter y conmigo?
Carlota negó.
Pasé toda la tarde con Peter. La noche es de ustedes –miró a Alicia– mañana ya pasaremos más rato juntas ¿o no Alicia? –le guiñó un ojo a ella.
Obvio. Pasalo bien con Peter… tiene un buen plan –miró hacia el cielo– Además, hace calor y el cielo está despejado, está como para jugar al fútbol –suspiró¿Sabés Lali? El amor es esto, el amor… no son regalos estúpidos o salidas aburridas. El amor es locura.
Le besó la mejilla. Carlota también saludó a Lali y se subieron al auto de ésta.
Buenas noches, Peter –lo saludó Alicia por la ventanilla.
Igualmente –sonrió él, apoyado en el auto. Se quedó mirando a Lali. Ella se volvió a acercar al auto de Peter con las zapatillas en una mano.
Peter sonrió, llevó una pelota, guantes de arquero, dos pares de rodilleras, y dos pares de botines.
– ¿Y? ¿Tenes ganas de jugar a penales?
–Peter, no jugué un partido en mi vida.
–No importa. Solo dejate llevar, yo te enseño… –la rodeó por la cintura y la besó lentamente– Vení, te pongo las canilleras y los botines.
Peter tomó los botines y fue colocando los botines en los pies de Lali.
–¿Cómo sabías mi número?
–Fácil, la 37 de mujer. Estuve… ojeando tus pies y tus talles de ropa.
–¿Miraste en mi ropero?
–Si, y lo tenés re desordenado.
– ¡PETER! -Peter soltó una carcajada.
–Bueno, tampoco me hubiera hecho falta… con el culo chiquito que tenes... –la miró y le guiñó un ojo.
–Peter… –Lali se sonrojó. Vio que él se quitaba la remera. Observó sus músculos tensarse– ¿Vas a cambiarte acá en plena cancha?
–Obvio. ¿Por qué no?
–Porque estoy yo delante.
–Ni que fueras una desconocida –se rió, desabrochándose el cinturón.
–Espera, espera… –Lali tomó el atuendo de fútbol y se fue hacia la parte de delante– ¿No habrá nadie mirando?
–Tranquila… Esta es mi cancha privada. Con mi familia la mandamos a hacer hace 3 años, y ya di las órdenes de que nadie entre y estamos solos –sonrió.
Lali la dejó pasar, no contestó a la burla de Peter.
–No mires, eh.
–No miro –dijo Peter quedansose en bóxers. Se puso el pantalón– ¿Estás ya?
–No…
Peter se asomó. Lali estaba de espaldas. Unos hombros curvados, una cintura fina… la línea de la espalda marcada, terminando en un culo respingón. Peter no pudo apartar la mirada. Lali se colocó la equipación.
– ¡Hey! –dijo molesta– te dije que no miraras…
–Un culo chiquito pero bien puesto –se rió Peter– No te enojes –fue hacia a ella– te amo -la besó en los labios de nuevo.
–Acomodame bien este pantalón dale.
–Boludita… Te pusiste al revés el pantalón –dijo Peter riendo.
–Te dije que no sabía nada de fútbol.
–Aunque si queres… Te ayudo con el pantalón, solo tenes que sacártelo.
–No, yo puedo sola –dijo Lali percibiendo la picardía de Peter.
•••••••••••••••••••••••••••••

Peter se rió al ver como Lali erraba la pelota al arco cada vez que pateaba. Ella se enojó, apartándose el pelo de la cara.
–Ya me harté –se fue al costado de la cancha
Peter la siguió.
–No te enojes, es normal –la abrazó por detrás. Lali apartó sus manos.
–Claro, porque sos hombre y te resulta fácil.
Peter rió.
–Vení Lali –abrió una canasta- ¿Queres comer algo?
–Bueno… –en ese momento le rugió el estómago– Son las cuatro de la madrugada y voy a comer con mi novio… está bien.
Peter la miró, entrecerrando sus pequeños ojos.
–Cerra los ojos.
–¿Por qué?
–Espera, no me fío de vos –se levantó y buscó un pañuelo en la canasta– Ah, pero que practico soy, metí uno de mis pañuelos de cuello –rió para sí mismo.
–¿Con que no te fias de mi eh? –dijo Lali haciendo que se enojase de nuevo. Pero su enojo duró medio segundo. Inspiró el particular olor del pañuelo de Peter. Olía a él. Sonrió, mientras él se lo terminaba de atar alrededor de los ojos.
Peter entrelazó sus dedos con los de la mano de Lali.
–Vení, sentate –la ayudó a sentarse, en aquella especie de sábana. La ropa era de futbol, pero daba igual– Abrí la boca –le ordenó, agarrando uno de los alimentos que tenía guardados y preparados.
Peter le metió una fresa con chocolate.
–¿Qué es?
–Fresa… hum, con chocolate del que vicia –Lali solía llamar así a las cosas que, una vez empiezas, ya no podías parar.
–Ajá… –Peter ahora le metió un trozo de banana con chocolate– ¿Y esto?
–Hum, riquísimo –sonrió– Banana con chocolate.
–¿Y esto? –se acercó y la besó. Lali correspondió al beso. Ella sabía a fondue de chocolate. Dios, ¡él no podía comer cosas con azúcar! Rió.
–El mejor de los manjares… –Lali se quitó el pañuelo de los ojos– Tu boca…
Peter le sonrió y acarició una de sus mejillas. Lali estuvo pensativa. Se dejó caer en la especie de mantel improvisado. Peter se acostó al lado de ella. Apartó su pelo.
–Peter… –murmuró ella. Se abrazó a él–  Si me muero dentro de una semana… ¿me vas a recordar?
–No empecemos…
– ¿Pero me vas a recordar?
–Siempre –besó su frente– ¿A qué viene eso?
–Tengo el presentimiento de que pasará.
– ¿Por qué tenés que ser negativa? Los tratamientos van a hacer efecto, y te van a curar…
–No soy negativa, soy realista. Hay muy pocas probabilidades… y yo… –los ojos se le aguaron– Estoy hecha mierda.
Peter suspiró y apoyó la barbilla en la cabeza de Lali. Le alzó la remera que correspondía a un equipo de fútbol y acarició su espalda, un poco húmeda.
–Peter no quiero morir sin saber lo que es… lo que es… –se aferró a él– Dios, qué vergüenza.
–Decime… ¿que cosa? –la miró a los ojos. Lali intentó sostener la mirada. Pero terminó por bajarla. Peter rozó su labio inferior con su dedo pulgar– Decime, mi amor…
–No quiero morir sin saber cómo se siente…
– ¿Cómo se siente qué? – Los latidos del corazón de Peter se aceleraron…

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Los quiero, Maga. (@HumorDeLalita)

lunes, 16 de febrero de 2015

#14 y #15

Capítulo 14:

SEXTO DIA:

Lali se despertó cansada. Se sentía mal, tenía ganas de vomitar. Y hoy tenía que empezar la quimioterapia.
–¿Para qué? –se dijo a sí misma, decepcionada– Si no servirá para nada –dijo del todo convencida.
Se vistió, poniéndose algo que encontró que le quedaría bien ese día tan soleado.
Bajó las escaleras y tomó una chocolatada. No quería comer nada, no tenía ni siquiera hambre. Agarró las llaves del auto, y se fue hacia el hospital que tanto odiaba.

*

El timbre de la casa de los Lanzani resonó entre el silencio. La puerta se abrió. Carlota saltó encima de Peter.
– ¡Nene! –exclamó– tanto que no te veo Pedro. Andas perdido che.
–No… estoy últimamente mucho con Lali…
–Entiendo…
–Deberías estar con ella vos también. Necesita a su mejor amiga.
–Lo sé, y estos días juro que voy a distraerla un poco… Aun que pensar que…
–No pienses. No le va a pasar nada. Lo que debemos hacer, es aprovechar al máximo el tiempo con ella.
*Lo que pasa, Peter, es que vos no queres ver la cruda realidad. *
Los ojos de Carlota se aguaron. Sonrió, y parpadeó para espantar las lágrimas.
–Bueno ¿vamos?
–Si, vamos –sonrió– Hoy Lali tiene quimio.
–Espero que todo le vaya bien.
–Yo también –Peter miró al cielo, cerrando la puerta– Hace un día bonito –Carlota asintió– ¿Y como estuviste? Supe por tu familia que estabas mal estos días… perdón por no haberte prestado atención…
–No te preocupes. Ahora no soy yo la que más lo necesita –suspiró– Y… bueno ya sabes… la separación de mis padres, un amigo que se muere… todo influye. Ahora Lali… pero nada más –mintió.
–¿De verdad? Te noto rara…
–De verdad –sonrió– Y no me notes extraña, soy yo, tu Carlota –rió y empezó a correr, delante de Peter – ¡Dale, el último que llega paga!
Y Peter vio cómo desaparecía por la próxima manzana. Corriendo, como si fuera una nena, como la recordaba, hacía unos años, como ella solía ser. Pero no en el presente. Porque dentro, muy adentro, ella escondía otra verdad.
Un capuchino, por favor –sonrió Carlota con su amplia boca al camarero. Él no pudo evitar sonreír a su vez.
–Para mi otro –dijo Peter, colocando su campera detrás de la silla– ¿Y bien? ¿Algo nuevo para contarme?
Carlota colocó su cabeza encima de sus manos. Suspiró. Era ahora o… nunca.
–Peter, sos mi mejor amigo…
–Sí –asintió él– Gracias – dijo ayudando al camarero a dejar los cafés encima de la mesa– ¿Qué pasa?
– ¿Te vas a enojar si te cuento algo?
–No, lárgalo –Peter dio un sorbo de su café.
–Mirá... esto es algo difícil. –Carlota se colocó unos mechones de pelo detrás de la oreja.
–¿No te me vas a declarar, no? –Peter frunció el ceño.
¡Tonto! –Carlota rió– Que creído, claro que no… sabes que sigo amando a tu hermano… agachó la mirada– y límpiate la boca, tienes espuma. –volvió a sonreír, aunque un poco más tristemente.
Uh… –Peter se pasó la servilleta por la boca– Tenés razón… ¿van las cosas mal con Álvaro? El no me lo quiere contar, desde que está con Carla pasa menos tiempo conmigo.
No te enojes por favor…miró a Peter con los ojos llenos de lágrimas– Sos el único apoyo que me queda…
Peter le apretó la mano de nuevo. Una sonrisa complaciente apareció en su rostro.
No te preocupes, yo no te voy a dejar de lado.
Es que… Carlota tiró los mocos hacia arriba– todo esto es demasiado… y… y no quise contárselo a Lali, ella ya tiene bastante con lo suyo.
Te entiendo.


Capítulo 15:


Peter rodeó la mesa y abrazó a Carlota. Le besó la coronilla.
–Tranquila chiquita, todo va a salir bien ¿sí?
Carlota asintió y agarró los brazos de Peter con las manos temblorosas.
–Espero sobre todo, que se resuelva primero lo de Lali… –Carlota agachó la cabeza– Bueno, ya basta de resentirse, hoy quiero pasarlo bien con vos.
Sonrió. Peter le devolvió la sonrisa.
–Aunque no volveré a beber… en toda mi vida.
Peter asintió.
–Así me gusta –Dio otro sorbo de café.
–Peter...
–Decime...
–Gracias.
Peter le sonrió de nuevo.
–Ah, y tenés de nuevo espuma en la boca –los dos rieron de nuevo.
-Fatal, Peter, me siento fatal… me siento muy mal, pienso que fue culpa mía nuestro distanciamiento…
–No pienses eso –Peter le acarició una mano. Peter la retiró rápidamente.
–El otro día me tuvieron que llevar al hospital.
–¿Qué? ¿Por qué no me dijiste nada? ¿Qué pasó?
–Me dió un coma alcohólico…
- ¡¿Qué te dio que?! –Peter se pasó la mano por el pelo– Carlota ¿Qué mierda tomaste?
Lali tocó el timbre de la casa de los Lanzani. Nicolás abrió, medio dormido.
–Hola… –sonrió a Lali.
– ¿Dónde está Peter? –dijo enfadada, intentando no explotar allí mismo. La garganta le ardía, y los ojos le escocían, las lágrimas luchaban por salir.
–En su habitación… ¿por…?
Lali pasó como un tornado. Subió las escaleras hasta la habitación de Peter. Abrió la puerta sin tocarla siquiera. Allí no había nadie.
– ¿PETER? –murmuró. El labio inferior le temblaba.
Alguien la rodeó por detrás.
–Hey, buenas noches –dijo besando el cuello de ella.
Lali se giró en un movimiento brusco.
–Dios, Peter… –lo abrazó fuertemente y no pudo evitar empezar a llorar. El pecho de Peter se empapó rápidamente… y el corazón se le encogió.
– ¿Qué pasa? – dijo abrazándola.
–La quimio es una mierda. Todo es una gran mierda. Me quiero morir ya… –no podía dejar de llorar.
–No digas eso Lali, por favor… –cerró la puerta y la entró con él a la habitación. Todo estaba ordenado, como solía tenerlo todo Peter, escrupuloso como él mismo– ¿Qué pasó?
–Se me están cayendo los mechones –se sacó algo del short y se lo enseñó– Mirá.
Dejó caer un par de largos mechones.
–Si me quedo pelada los médicos lo pagarán.
–Pero Lali, eso es normal… el pelo vuelve a crecer, y tenes que hacerte la quimio.
–Pero… pero… –ella no quería decir el por qué estaba tan enojada. Parecería estúpido admitir que quería parecerle linda. Sabía que Peter adoraba su melena.
–No te preocupes, te voy a amar con o sin pelo… –se inclinó y besó sus labios– Siempre…
–Peter…–Lali lo abrazó y correspondió al beso. Los dos cayeron en la cama. Peter se sujeto con los antebrazos– Dentro de una semana ya no voy estar. ¿Qué vas a hacer?
Peter le subió la remera y le besó la panza.
–Si que vas a estar, no seas tonta. Ya te dije que si morías, yo moría también.
Ella sonrió, enternecida. Las lágrimas asomaban de nuevo por su rostro.
–Lali…
– ¿Mi amor?
– ¿Alguna vez fuiste a una cancha de noche?


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Holaaa, acá les traje doble capítulo porque estoy feliz (?
¿Como están ustedes?
¡Los QUIERO MUCHO! ¿Sabían? Gracias por estar siempre :)
Maga. (@HumorDeLalita)