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viernes, 17 de abril de 2015

#21

Capítulo 21:


- ¿Voy a recuperarme? –dijo Lali sin perder esa chispa en sus ojos.
Evangelina, una señora de unos cuarenta años, regordeta, pero muy, muy agradable, se encogió de hombros.
-No puedo decirte nada –suspiró– no quiero que te hagas ilusiones, Lali.
-Bueno… -suspiró ella, abrochándose las botas– Eso es un "no".
-Yo no dije eso –dijo Eva, sentándose a su lado.
-Pero tampoco me diste un "sí" por muy poco seguro que fuera.
-Tenés que tener esperanzas, pero tampoco es para que te hagas ilusiones.
-Eva, sé que dentro de unas –miró el reloj- cuarenta y ocho horas, voy a estar aquí, entrando a las puertas de la muerte.
-La quimio está yendo bien por ahora. No creo que el tumor se extienda mucho más.
-Ya se extendió bastante –Lali suspiró– lo que yo tengo es benigno, se que se puede curar. Pero no voy a salir viva de la operación.
- ¿Por qué dices eso? –Eva le acarició la cabeza. Lali hizo un gesto coqueta. –No lo sabes. Confía en los doctores, ellos saben lo que hacen.
-Y no lo dudo. Pero la quimio me está dejando hecha mierda. Y me siento mal. Cada vez me duele más la cabeza. Tengo esa sensación de que todo en mi se está terminando, Eva.
Eva fue a decirle algo, pero en ese momento un timbre, conforme algún paciente la necesitaba.
-Nos vemos, Lali. –sonrió y se fue a levantar.
- ¡Eva! –la llamó ella. La enfermera se detuvo. Lali dio dos pequeños saltos y posó un beso en la mejilla de la mujer– Gracias por intentarlo.
- ¿Qué cosa? –dijo Eva.
-Que me sienta mejor.
Eva sonrió, con complicidad. Y se fue, acudiendo a quien la necesitaba.
Lali llegó a casa al rededor de las diez de la noche. Su papá no estaría en todo el día, y su mamá se había ido a comprar. Lali dejó caer las llaves en la cómoda que había al lado de la entrada. Descansar todo el día había hecho que ahora se encontrara más energética. Pero eso no cambiaba el hecho de que la cabeza la doliera. Encendió la luz de su gran habitación y se adentró. Al alzar la vista se llevó una gran sorpresa. Todo estaba adornado con flores. Todo. Todo lleno de ramos de colores, los perfectos olores abrumaban la habitación. Ella abrió los ojos y sus pupilas se ensancharon, acostumbrándose a la tenue luz. Sonrió al ver a Peter.
-Dios mío… -susurró ella. Lo abrazó.– Que hiciste…
- ¿No te gusta? –sonrió él.
-Muchísimo. – los ojos de Lali se aguaron.
-Hermosa. –Petero la tomó del mentón y besó sus labios.- ¿Cómo te fue la noche, el día?
-La noche… -suspiró.– Bueno, mejor no digo nada.
- ¿Por qué?
-Martina. –agachó la mirada.– pero me importa tres pedos, ahora estoy con vos. Ella ya no importa, quedó en el pasado.
-Para siempre. –concluyó él.
-Y el día… bien, ya sabes. Quimio y todo eso. Las pruebas salieron correctas. –hizo corazones por encima de la remera de Peter, justo en su pecho.
-Me alegro.
Peter la abrazó contra él y le besó el cuello, dejando pequeñas marcas que al día siguiente se convertirían en chupones.
-Mmh… me gusta lo que haces. –rió Lali.
-A mí me gustas vos. –dijo Peter.
La tomó de los muslos y la apoyó en el pie de cama. Lali alzó los brazos, para que Peter le quitara su remera. Y al revés. Y poco a poco la ropa se fue acumulando. Y unos jeans por ahí, y una remera lila más para allá. Y medias, y un corpiño rosa. Y hasta pulseras, hasta, un reloj. Piel contra piel, sin intervenciones, sin obstáculos, sin nada de por medio. Sin absolutamente nada. Y besos y caricias. Y más amor. Y de nuevo, luna llena, testigo de toda aquella pasión. Y las flores que lo adornaban, qué hacían aquello aún más único y más especial. Y hoy, la puta madre, hoy es uno de los días más felices de mi vida. No, mejor. Cada y uno de los días que paso con él, que me ama, que lo amo, que reímos, que nos abrazamos, que nos besamos… es diferente, especial, único, perfecto. Cada y uno de esos días en los que lo tengo a él, es el día más feliz de mi vida.

DECIMOTERCER DÍA:
Las doce y un minuto de la noche. Peter acariciaba el hombro de Lali. Sentados en la hamaca que había en la terracita. Él besó ese hombro. Lali lo miró, enamorada. Le dio un beso. Un beso más… un beso como tantos otros, pero en parte, especial, como ninguno. Peter miró hacia el cielo. Sus pupilas se volvieron pequeñas, intentándose acostumbrar a la luz de la luna. De nuevo, el cielo estaba despejado. Y se podían ver todas las estrellitas. Lali sonrió.
- ¿Esa no es la constelación de la Osa Mayor? –dijo Lali, señalando un conjunto de estrellas que brillaba más que las demás.
-Si. –Peter entrelazo sus dedos con los de la mano alzada de ella y recorrió la que sería esa constelación.– es la constelación del amor.
- ¿En serio?
-Si.
- ¿Por qué? –le preguntó Lali, curiosa, sosteniendo su mano abierta junto con la de Peter.
-Cuenta la mitología griega que a Zeus le llamó la atención una ninfa del bosque… Calisto. Él la sedujo, y los dos estaban perdidamente enamorados. –Lali lo miró, estrechando su mano junto con la de Peter. Él paseó su dedo a lo largo del brazo de ella.– Hera, la mujer de Zeus, se puso muy celosa, y dominada por la ira, transformó a Calisto en una osa. Arkas, el hijo de Calisto casi la mató, ya que también era un cazador de los bosques. Zeus, para proteger a su enamorada, avisó a Arkas, y para que Calisto no volviera a encontrarse con los cazadores, la agarró de la cola y la lanzó lejos, hacia el cielo. Desde entonces, cada vez que Zeus quiere ver a su enamorada, solo tiene que alzar la vista al cielo.
-Qué lindo. –dijo Lali observando aún la luminosa constelación.
-Como vos. –dijo él besándole la punta de la nariz. La abrazó, contra su torso.
-Te amo. –dijo Lali, contra la boca de Peter. Y surgió otro beso.
-Y yo a vos.
Peter se levantó, envuelto con una de las mantas, y levantó a Lali con él. La apoyó en la barandilla del balcón.
- ¡PETER! –gritó Lali.
-Tranquila, te tengo bien agarrada. –sonrió Peter, acercándose, entre las piernas de ella. Le colocó mejor la manta, tapando completamente los pechos de Lali. Le volvió a besar el cuello, se deleitó con su colonia a mujer, se escondió allí. Lali reía y reía…

-Bonita… -susurró Peter, masajeándole la cintura, por donde la tenía agarrada.– Mi amor casate conmigo, casate conmigo.
-Peter. –dijo Lali riendo, y pasando sus dedos entre los cabellos de él.– estás loco…
-Loco por vos. –la miró, alternativamente, sus pupilas observaban, de sus ojos, a su boca. Terminó dándole un pequeño, corto beso.– casate conmigo.
-Bueno, me caso con vos. –y ahora los dos rieron.

#20

Capítulo 20:


- ¿Estás bien enamorada, no? – le dijo Carlota a Lali, terminándose de pintar una buena raya del ojo.
-Mucho. Más que nunca.
-Se nota, y el también.
-Pero tengo miedo.
- ¿Por qué?
-Porque cuando yo ya no esté… Tengo miedo de que Peter se haga daño y se vaya a la mierda –sus ojos se humedecieron– No quiero morirme, pero es lo que me merezco, después de no haberme puesto el puto casco de la moto…
-No, Lali. No mereces lo que estás pasando. Y te aseguro que Peter no sería el único que sufriría mucho. Tus padres, tus compañeros. Yo –Lali abrazó por detrás a Carlota . Ella dejó el maquillaje en su tocador y se giró. Besó la mejilla de Lali, la cual ya se encontraba húmeda.
-Esto no es horrible. Tengo rabia, tristeza y felicidad a la vez, todo junto –se escondió en el fino hombro de Carlota, descubierto por un vestido sin mangas negro. – Rabia, porque se que cuando yo… me vaya, Martina estará allí, hinchándole a Peter, como siempre hizo. Tristeza por todos los que me apoyan, como vos lo haces, mi vida… y felicidad – levantó la vista y tiró los mocos hacia arriba– porque me hicieron la chica más feliz de este mundo de mierda.
-Lali… -ella la abrazó fuerte– no llores, Dios, no me llores –besó su frente– sabes que yo estoy acá, siempre estaré. Sabes que si algún día te vas por lo que sea, yo protegeré tu nombre, lo mantendré en lo más alto, como vos y sólo vos te mereces. Muy pocas personas te conocen de verdad. Y Peter no es de esos que se dejan engañar. Te aseguro que él será… -rió– después de mi, claro… –miró mal hacia la nada– la persona que más apoyo te dé.
-Gracias…
-Y ahora me contarás eso de la mujer más feliz del mundo… -se apartó un poco para mirarla– Porque creo que hay un doble sentido…
-Bueno, la verdad es que lo decía por diferentes cosas…
-Si, a mi me vino una imagen diferente en mente…
- Andá a saber lo que pasó por esa cabeza tuya –rió- Bueno… es que… El otro día…
- ¿Si? –le frotó el brazo– Sabes que puedes contarme lo que sea ¿no?
-Ajá… -Lali sonrió- Hice el amor con Peter…
(...)
-Todavía no lo creo –le dijo Carlota, subiendo al coche de Lali.
-Lo sé, yo tampoco –suspiró– dolió, pero valió la pena.
-Bueno, bueno, no me cuentes detalles –Carlota hizo una mueca– te recuerdo que Peter es mi mejor amigo, y no podría imaginarme a mis dos mejores amigos… cogiendo –rió.
-No cogimos. Hicimos...
-Perdone usted –Carlota se aclaró la garganta– Corrijo: Haciendo el amor.
-Mejor –Lali sonrió y se quitó una arruga de su mini vestido azul marino– Vos dirás, no sé dónde es la fiesta.
- ¿Dónde si no? En casa de los Albiol.
-Entonces, vamos allá. Que se prepare Alicia… la casa va a quedar bonita.
Y se rieron de nuevo, perdiéndose en la bella noche de Buenos Aires, que era joven, joven como ellas.
La una de la madrugada. Lali estaba mareada. Si, mierda, pero sabía lo que hacía, donde iba, y lo que decía.
- ¡Lali! –una voz conocida la distrajo. Se giró para intentar descubrir quién la había llamado. Soltó un bufido.
- ¿Qué queres? –masculló tras ver a Martina que se acercaba- ¿No es un poco tarde para una "santita" como vos? -se burló.
-Eh… Merezco una mejor bienvenida ¿no? –dibujó una falsa sonrisa en su boca.
-Mmh… la verdad es que después de lo del otro día, no.
-Che, Lali… perdón por lo del otro día, en serio.
- ¿Sí? –quedó pensativa– no me lo creo.
Martina suspiró.
- ¿Sabes que pasa, Martina? Que todo lo haces con mala leche. Eso es lo que molesta. Así que si no te importa, estaba ocupada como para perder el tiempo con vos.
Martina se rió.
-Si buscas a Carlota, tu nueva mejor amiga… -dijo cínicamente– está vomitando en el baño, reza para que no llegue a un coma etílico después de todo lo que se tomó –y bajó un poco el tono de voz– dan asco.
Lali antes de girarse para ir en busca de su amiga, masculló:
-Vos sí que me das asco. Tene cuidado que no te vuelva a oír, puta.
Martina no se contuvo. Se abalanzó hacia a Lali y tiró de su pelo, haciendo que esta se arqueara de dolor. Lali no tuvo sus manos quietas y buscó el cuello de Martina.
- ¡Soltame! –gritó Lali. Y eso bastó para que empezaran a ser el centro de atención de la fiesta. Martina tiró más, haciendo que Lali se arrodillara al suelo, pero ella no soltó el cuello de Martina, cosa que la ahogaba, por momentos.
Lali empezó a sentir mucho dolor en la cabeza. No ese dolor superficial del tirón... un dolor muy intenso. Dolor de verdad. Hizo una mueca y un cabezazo para zafarse del agarre, fue directo hacia el estómago de Martina. Esta cayó al suelo, de golpe. Unas risas se escucharon de fondo. Lali se agarró de la cabeza. Un chillido de dolor se escapó de su boca. Se retorció, doblando el cuerpo.
- ¡Hija de puta! –jadeó. Algunas personas se acercaron a ayudarla– Dejenme… -sollozó tras que ese dolor se aliviara un poco– ¡Dejenme! Estoy bien…
Una mirada fulminante atravesó a Martina, que aún respiraba con dificultad. De su mano caían un matojo de cabellos castaño claros. Martina sonrió de nuevo, cínicamente.
-Te juro que para la próxima no saldrás tan bien parada –dijo Lali negando con la cabeza.
Se incorporó del todo y subió al piso de arriba a buscar a Carlota.
-Carlota… -murmuró- ¿Carlota?
Había muchas habitaciones. Escuchó voces en alguna de ellas. Abrió la puerta de la cual provenían.
- ¡Hijo de puta! –avisó- ¡Déjala! –dijo, en cuanto analizó la situación que sus propios ojos estaban visionando.
Carlota yacía semi aturdida encima de la cama. Casi desnuda. Y un chico, más mayor que ellas estaba a su lado. La tocaba descaradamente.
-Si no te alejas de ella ahora mismo llamo a los de seguridad –lo amenazó.
El chico alzó las manos y se marchó de la habitación. Lali se acercó a Carlota y le colocó bien el sujetador, luego, le subió el vestido de nuevo. La ayudó a incorporarse
-Amiga, creo que la fiesta se acabó. Vamos… -carlota asintió, mareada. Lali la ayudó a que pasara un brazo por encima de su hombro– llamaré a un taxi… si me hacen la prueba de alcoholemia daré positivo, y solo falta que nos multen.
Bajaron las escaleras juntas, y abandonaron esa fiesta, dejando atrás a toda esa multitud, donde había algún que otro desgraciado.
(....)
Lali se despertó. Eran las cuatro y media del mediodía. Tenía dolor de cabeza. Mucho, para ser exactos. Y no era solo por el alcohol. Ni mucho menos.
Se levantó y fue a ducharse. No tardó como siempre. Principalmente porque tenía que ir a quimio. Lali se secó un poco el pelo. Los rizos, en las puntas, que solía tener, aparecieron como siempre. Se puso la ropa interior. Hizo deslizar un jersey de media manga lila por la parte superior del cuerpo. Y se puso sus pantalones negros, esos que estaban rasgados. Calzó sus botas militares y buscó un bolso.
Bajó las escaleras a toda prisa y se subió a su Toyota Prius, arrancando y perdiéndose, en el centro de la ciudad de Buenos Aires.
(...)
Lali se quitó la bata y se dispuso a vestirse. La enfermera entró en ese momento. Lali sonrió.
- ¿Cómo salieron las pruebas? –le preguntó.
-Bien –le devolvió la sonrisa, la enfermera.
- ¿Voy a recuperarme? –dijo Lali sin perder esa chispa en sus ojos...

miércoles, 4 de marzo de 2015

#19

Capítulo 18:

DÉCIMO DÍA:
- ¿Puedo ahora? –dijo Lali, divertida.
- No, todavía no –Peter la guiaba, con las manos en su cintura– vigila, hay unas escaleras…
Lali casi se tropieza.
-Vigila, te dije tontita.
-Idiota –masculló Lali haciendo puchero– si me dejaras caminar sin los ojos vendados, me sería más fácil ¿sabes?
Peter rió. Lali sintió alboroto.
- ¿Dónde estamos? –dijo ella, ya algo agobiada.
-Ahora ya vas a ver.
Peter quitó la venda que tapaba sus ojos.
- ¿Una parque de diversiones? –dijo Lali haciendo una mueca- ¿Y no podríamos haber venido normal?
-Es que esta no es la sorpresa –Peter le enseñó la lengua, gracioso.
- ¿Entonces? ¿Qué esperamos? – frunció el ceño. De repente, esos ojos se perdieron, detrás del hombro de Peter- ¡Ohhh! ¡Yo quiero!
Fue corriendo a la paradita de algodón de azúcar. Sacó su cartera y compró uno que tapaba por completo su cara.
- ¿Todo eso vas a comerte?
- No, vos me vas a ayudar. Sé que adoras el algodón de azúcar –Tomó un trozo y se lo alcanzó a Peter, él se manchó la nariz. Los dos rieron.
-Vení, vamos –la tomó de la mano y se la llevó hasta cerca de la rueda de la fortuna.
-Hola Peter –saludó el hombre que cobraba las entradas– te esperaba.
-Gracias, Jorge. –Lali los miró alternativamente, algo extrañada– Vamos, nena, subí.
La empujó con prisas hacia una cabina. Ese tal Jorge les cerró la puerta con seguridad.
-Disfruten del viaje.
Peter le guiñó un ojo.
- ¿Qué pasa Peter? –preguntó Lali frunciendo el ceño.
-No sé –Peter se encogió de hombros– solo disfruta de la vista– le sonrió e inclinó la cabeza.
Lali vio que estaban llegando a lo alto de la rueda.
Peter se acercó más a Lali. Agarró un trozo de algodón de azúcar y se lo metió en la boca. Tomó la cara de Lali por el mentón y provocó a que lo ayudara con ese enorme trozo que aguantaba con los dientes. Lali sonrió y agarró de la otra punta, hasta llegar a los dulce labios de Peter.
-Esta es mi sorpresa… -susurró Peter.
- ¿Sí? ¿No me digas? –dijo Lali irónica.
Peter asintió.
-Solo que vas a tener que mirar al costado para verla.
Lali miró. Se veía la espléndida ciudad de Buenos Aires a lo lejos, oscura con millones de luces. Y un manto oscuro en el cielo, precioso. Con miles de estrellas y ahora, media luna. De repente, algo en lo lejos. Una bengala, subía, recorriendo todo ese cielo teñido de un azul marino. Detrás, sentía la sonrisa de Peter. El petardo explotó. Pareció el más precioso del mundo, un instante, que duró eterno. La sonrisa de Lali se agrandaba. Y ese brillo en los ojos de pura ilusión. Y ahora el cielo, también iluminado con unas simples pero sentidas letras “Por siempre vos y yo.”

UNDÉCIMO DÍA:

- ¡Carlota! ¡Carlota! –gritó Lali, lanzándose encima de su amiga. Las dos cayeron al suelo. Segundos después, se rieron a carcajadas.
-Estás loca… -murmuró Carlota aún ahogándose en su propia risa.
- ¿Qué haces por acá? –dijo Lali ayudándola a levantarse del suelo y limpiándose el pantalón que justamente, era de un color claro.
-Vine a pasar la noche con vos. ¿Puedo, no? –se rió- ¿O tenes planes con Peter?
-No, hoy no se quiso quedar. Supongo que él sabía que venias ¿cierto?
-Ajá. Él me propuso.
-Es un ángel –Lali suspiró, bajito.
-Vi lo del programa de ayer.
- ¿Penoso?
-No, romántico. Me emocioné. Tendrías que haber visto desde la tele el alboroto del público. Fue una bomba total todo –empezaron a caminar, calle abajo.
- ¿Tanto?
-Si, emocionaron a medio mundo. Es el video más visto de Youtube, esta semana.
-Ah… -las dos rieron de nuevo– creo que no es para tanto.
- ¿No es para tanto? Hay gente que lleva exactamente más de dos años esperando que vuelvan… creo que después de Brad y Angelina, son la pareja más reclamada.
-Si, sobre todo porque las fans de Peter, las lanzanitas, me odian.
- ¿Qué te van a odiar? Siempre hay alguna estúpida. Pero la mayoría te adoran. ¿No ves que quedan… de puta madre?
- ¡CARLOTA! ¿desde cuando vos hablas así?
- ¡Desde que se me canta el culo! –rió. A Lali se le contagió su risa y terminaron carcajeándose las dos, como antes. Como siempre. Amigas… mejores amigas- ¿Dónde vamos?
-No sé, vos dirás. Sos la que viniste a buscarme –Lali hizo una mueca.
-Oh, ya sé. Hace tiempo que no vamos a un boliche juntas, ¿cierto?
Lali asintió.
- ¿No querrás ir a uno? Carlota, son las cuatro de la mañana.
-Esta noche, Alicia ha organizado una de sus grandes. ¿Vamos?

Lali se quedó pensativa. Marcó algún número.
-Eh… mi amor… -sonrió. Carlota sonrió a su vez, al verla feliz– Es que esta noche no podré ir a tu casa… mh… ¿lo dejamos para mañana? ¿Sí? Te amo… chau –colgó.
- ¿Y?
-Vamos a ver qué tal esta fiesta de Alice… - y volvieron a reír, mientras seguían andando, hacia quién sabe dónde.
Hola, ¿cómo andan? Les tengo que decir que no sé si voy a poder subir capítulo en lo que queda de esta semana y la que viene (lo más probable es que sí, pero aviso por la dudas) porque vivo en Córdoba y mi cuidad está en riesgo de inundación, el año pasado ya nos inundamos y hubo cortes de luz de 5 días. Espero que no lleguemos al punto del caos como el año pasado. Solo quería decirles eso, que si no subo o tardo es por eso.
Saludos, Maga.

viernes, 27 de febrero de 2015

#18

Capítulo 18:


OCTAVO DIA:

Lali despertó, de nuevo en su cama. No recordaba nada, y a la vez, recordaba todo.
Su boca aún tenía el gusto a la piel de Peter. Era increíble, se sentía bien, francamente, de maravilla. Y parecía que lo llevara, en lo alto, en un cartel, grabado en su frente: Fue la noche más espectacular de mi vida. Hice el amor… con él.
- ¿Lali? –la voz de Carlos sonó al otro lado de la puerta.
- ¿Sí? – preguntó ella, aun mirándose en el espejo. Estaba descabellada. Pero se sentía diferente, se sentía más mujer. Llevaba el pijama, pero aún se sentía desnuda.
- ¿Puedo pasar? –preguntó Carlos.
-Sí.
- ¿Cómo estás? –dijo su padre cerrando la puerta tras él– Hace tiempo que no hablamos… últimamente pasas mucho tiempo con Peter.
- ¿Algún problema? –masculló ella– Creo que es el único que me da el apoyo que necesito –hizo una mueca y agarró ropa para irse a duchar. Aunque aún dudaba, si ducharse o quedarse impregnada de las sensaciones de ayer- ¿Tenes algo que decirme? Porque creo que a las once tengo que ir a la mierda de quimio -gruñó.
-Hija… sé que esto es difícil para vos.
- ¡No! No empieces con que, ay pobre Lali, debe estar pasándola mal. Yo tengo lo que me merezco, y voy a afrontarlo. Sola o acompañada. Aprendí a ser fuerte, y así seguiré siendo, hasta que me muera, dentro de ocho días más o dentro de dos años o de los que haga falta. Y paso ya de dar penita. Sigo con mi vida durante estos días que me quedan. Si te gusta bien, sino también. Yo que vos aprovecharía los últimos momentos que te quedan de pasar conmigo.
Carlos la miró entristecido.
-Perdón papá… -se arrepintió luego de dos segundos– no quería decir eso último…
-No, no, Lali –Él negó con la cabeza– tenes razon nena… -se acercó y la abrazó– después de la quimio, si no estás muy cansada, pasaremos el día juntos. ¿Te parece?
-Perfecto –sonrió– Voy a ducharme –le dio un beso en la mejilla.
Carlos asintió y se dirigió hacia la puerta de la habitación de su hija para salir.
-Ah, y papá… -dijo Lali antes de entrar en su baño.
-¿Sí?.
-Te quiero.
Y sin esperar respuesta, se encerró en el baño. Con pasadores. Como solía hacer. Sin saber que había dejado a Carlos con una tierna sonrisa en la boca. Y con un par de lágrimas suspendidas por unas cortas pestañas.


NOVENO DIA:

Lali se subió las medias de rejilla. Seguido, su body negro sin mangas. Acompañado de un cinturón de bajo pecho color plata con la hebilla negra. Un chaleco, igual, negro. Y sus queridas plataformas que la habían acompañado en tantísimos eventos. La maquilladora y el peluquero hicieron el resto. Se miró al espejo. Era modesta, pero se veía linda. Y las críticas le daban, ahora más que nunca, igual. Se vestía como quería, se peinaba como quería y hacía lo que quería. No lo que la gente quería que hiciera. No era como ese tipo de estrellas superficiales y falsas. Alguien la rodeó por detrás. Cruzaron miradas.
-Hola mi amor –sonrió, inclinando la cabeza para que Peter la pudiera besar.
-Hola… -él aprovechó el vestuario de Lali para darle una cachetada en el culo.
- ¡Ay! –se quejó.
-Mmmh… ¿Así que otro presentación en Showmatch y no me avisas?
-Es solo un evento más – contestó, cariñosa– Además, tengo que aprovechar el tiempo que me queda…
- ¿Otra vez con eso? –Peter pareció enfadado.
Alguien entró en el camerino.
-Lali, un minuto.
Ella le dio un rápido beso a Peter y se fue corriendo.
-Esperá. ¿Qué canción vas a cantar?
-Ya vas a ver –le guiñó el ojo y salió corriendo hacia el escenario.
Peter se quedó en el backstage. Observaba como Lali hacía su culminante presentación, saliendo por una puerta gigante que se abría por la mitad y siendo anunciada por Marcelo Tinelli. Y preciosa, como solo ella sabía serlo. Peter repasó todo sus movimientos. Ella se plantó frente al público, una mar de gente, que chillaban a la vez y desiguales, a coro, su nombre, o simples gritos.
-Buenas noches –saludó Lali– antes de empezar… -la guitarra ya se escuchaba desde de fondo– Quiero decirles… -Dedicó una mirada a Peter, justo donde él estaba– que esta canción se la dedico a la persona más importante de mi vida –suspiró, y ahora el tono de la música subió un poco y ella susurró, lo suficiente como para que él lo pudiera escuchar– Peter.
La letra de Cielo Salvador empezó a salir de sus cuerdas vocales. La gente la aclamaba, los fans la idolatraban, parecía brillar como nunca. Y ella, ella, Lali, perfecta princesa, le ponía la pasión que siempre le ponía cuando daba un concierto. Pero ahora con más emoción.
Sus ojos se cristalizaron, con cada estrofa a la que avanzaba. Porque aquella letra expresaba lo que sentía de verdad, como lo había pasado sin él, su respuesta hacia Peter, es que ellos siempre habían hablado mediante las canciones. Enamorados, sabían que nunca habían perdido el contacto, el cariño, aquella chispa que los unía.
Sabían que algún día volverían a estar juntos. Sabían que estaban hechos el uno para el otro.
La gente balanceaba los brazos al compás de la natural voz de Lali. Y lo hacía prácticamente perfecto, en vivo, aquella potente voz. Cuando la canción disminuyó por el final y solo se sentían los últimos susurros de Lali, al ritmo de la guitarra, la multitud de público pareció volverse loca. Aplausos retumbaron en todo el espacio. Ella volvió a recuperar el sentido, la orientación, se colocó bien algún mechón.
-Gracias –saludó– Y antes de irme, quería comunicarles algo, a todos los fans que estén en el maravilloso público en este momento o en casa.
Se aclaró la garganta. Peter negó con la cabeza y se pasó la mano por el pelo, nervioso, suponiendo lo que iba a hacer.
-No lo hagas. – murmuró.
-Quería decirles que… bueno hace unos días como sabrán…
Peter no podía dejar que comunicara a sus fans que dentro de ocho días podía morir por el tumor que se había desarrollado en ella. Salió corriendo, como nunca había hecho, se encontró en medio del escenario, junto a Lali. Ahora era el centro de atención. El publicó pareció ponerse de acuerdo para callar.
-Eh… -murmuró Marcelo Tinelli- ¡Y aquí nuestro invitado especial! ¡Un aplauso para PETER LANZANI!

- ¿Qué haces? –dijo Lali, apartando la cara del microfóno, alzando una ceja.
-No voy a dejar que les des la noticia a tus fans ¿sabes el quilombo que se vas a hacer? Además, no estamos seguros de nada.
-Hay un setenta y cinco por ciento de posibilidades de que no salga viva de la operación, dentro de una semana. Si eso no te convence…
-La esperanza es lo último que se pierde –se olvidó del público, del programa, de todo lo que los rodeaba. Tomó a Lali de las manos– Te quiero, Lali.
- ¡Besala ya! –gritó alguien del público. Todos los aclamaron.
-¡LALITEEEER! –gritaron un grupo de chicas más cercano a ellos.
Lali y Peter se miraron divertidos. Peter no lo dudó, no esta vez, no más escondidas, no más pensamientos superficiales. No más. La tomó de las mejillas y la besó. Dominante, fuerte, atractivo, para ambos. Elmicrófono cayó al suelo, y los gritos de la gente, de fondo, parecieron que por momentos, iban a romperles los tímpanos. Peter se separó de ella, y sin dejar el coraje a un lado, con el corazón a mil, agarró el micrófono.
-Lali quería decirles que hace unos días que ella y yo volvimos –el público chilló más al escuchar a Peter. Silvidos de aprobación, y la emoción y los chillidos de los fans de esta hermosa pareja cubrían los abucheos que lo desaprobaban– Y esta vez, para siempre.
Entrelazó los dedos de su mano con los de Lali, con un brillo en los ojos, contento de la reacción de apoyo del público.
-Gracias –concluyó Peter. Y se volvió para irse con Lali, por esa gran puerta.
Lali lloraba.
-No creo lo que acabas de hacer – dijo riendo y llorando a la vez. Lo abrazó. Sintió la calidez de su cuerpo.
-Ya es hora de dejar de esconderse. Y si hay algo que aprendí de vos, entre otras cosas, es tener el valor de seguir adelante, y expresar lo que sentís, sin temores –se balancearon un poco, y quedaron reclinados en un mueble. Buscó el mentón de Lali con los dedos y levantó su rostro– Todo lo que dije ahí afuera es verdad.
Y terminó por besarla. Y Lali se moría… estaba segura, se moría, dios, se moría. Pero no de un tumor. No. Si no de amor… de deseo, de pasión, de todo lo que sentía por su chico, por Peter, porque él era su propia vida.


Las/os laliter's siempre presentes! :) LO DECLARARON PÚBLICAMENTE LOCO, VAMOS LOS PIBES CONCH*SUMADRE bue se posicionaba por Satanás (?) Maga.
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