Seguime en twitter!

Twitter: @HumorDeLalita.

viernes, 17 de abril de 2015

#20

Capítulo 20:


- ¿Estás bien enamorada, no? – le dijo Carlota a Lali, terminándose de pintar una buena raya del ojo.
-Mucho. Más que nunca.
-Se nota, y el también.
-Pero tengo miedo.
- ¿Por qué?
-Porque cuando yo ya no esté… Tengo miedo de que Peter se haga daño y se vaya a la mierda –sus ojos se humedecieron– No quiero morirme, pero es lo que me merezco, después de no haberme puesto el puto casco de la moto…
-No, Lali. No mereces lo que estás pasando. Y te aseguro que Peter no sería el único que sufriría mucho. Tus padres, tus compañeros. Yo –Lali abrazó por detrás a Carlota . Ella dejó el maquillaje en su tocador y se giró. Besó la mejilla de Lali, la cual ya se encontraba húmeda.
-Esto no es horrible. Tengo rabia, tristeza y felicidad a la vez, todo junto –se escondió en el fino hombro de Carlota, descubierto por un vestido sin mangas negro. – Rabia, porque se que cuando yo… me vaya, Martina estará allí, hinchándole a Peter, como siempre hizo. Tristeza por todos los que me apoyan, como vos lo haces, mi vida… y felicidad – levantó la vista y tiró los mocos hacia arriba– porque me hicieron la chica más feliz de este mundo de mierda.
-Lali… -ella la abrazó fuerte– no llores, Dios, no me llores –besó su frente– sabes que yo estoy acá, siempre estaré. Sabes que si algún día te vas por lo que sea, yo protegeré tu nombre, lo mantendré en lo más alto, como vos y sólo vos te mereces. Muy pocas personas te conocen de verdad. Y Peter no es de esos que se dejan engañar. Te aseguro que él será… -rió– después de mi, claro… –miró mal hacia la nada– la persona que más apoyo te dé.
-Gracias…
-Y ahora me contarás eso de la mujer más feliz del mundo… -se apartó un poco para mirarla– Porque creo que hay un doble sentido…
-Bueno, la verdad es que lo decía por diferentes cosas…
-Si, a mi me vino una imagen diferente en mente…
- Andá a saber lo que pasó por esa cabeza tuya –rió- Bueno… es que… El otro día…
- ¿Si? –le frotó el brazo– Sabes que puedes contarme lo que sea ¿no?
-Ajá… -Lali sonrió- Hice el amor con Peter…
(...)
-Todavía no lo creo –le dijo Carlota, subiendo al coche de Lali.
-Lo sé, yo tampoco –suspiró– dolió, pero valió la pena.
-Bueno, bueno, no me cuentes detalles –Carlota hizo una mueca– te recuerdo que Peter es mi mejor amigo, y no podría imaginarme a mis dos mejores amigos… cogiendo –rió.
-No cogimos. Hicimos...
-Perdone usted –Carlota se aclaró la garganta– Corrijo: Haciendo el amor.
-Mejor –Lali sonrió y se quitó una arruga de su mini vestido azul marino– Vos dirás, no sé dónde es la fiesta.
- ¿Dónde si no? En casa de los Albiol.
-Entonces, vamos allá. Que se prepare Alicia… la casa va a quedar bonita.
Y se rieron de nuevo, perdiéndose en la bella noche de Buenos Aires, que era joven, joven como ellas.
La una de la madrugada. Lali estaba mareada. Si, mierda, pero sabía lo que hacía, donde iba, y lo que decía.
- ¡Lali! –una voz conocida la distrajo. Se giró para intentar descubrir quién la había llamado. Soltó un bufido.
- ¿Qué queres? –masculló tras ver a Martina que se acercaba- ¿No es un poco tarde para una "santita" como vos? -se burló.
-Eh… Merezco una mejor bienvenida ¿no? –dibujó una falsa sonrisa en su boca.
-Mmh… la verdad es que después de lo del otro día, no.
-Che, Lali… perdón por lo del otro día, en serio.
- ¿Sí? –quedó pensativa– no me lo creo.
Martina suspiró.
- ¿Sabes que pasa, Martina? Que todo lo haces con mala leche. Eso es lo que molesta. Así que si no te importa, estaba ocupada como para perder el tiempo con vos.
Martina se rió.
-Si buscas a Carlota, tu nueva mejor amiga… -dijo cínicamente– está vomitando en el baño, reza para que no llegue a un coma etílico después de todo lo que se tomó –y bajó un poco el tono de voz– dan asco.
Lali antes de girarse para ir en busca de su amiga, masculló:
-Vos sí que me das asco. Tene cuidado que no te vuelva a oír, puta.
Martina no se contuvo. Se abalanzó hacia a Lali y tiró de su pelo, haciendo que esta se arqueara de dolor. Lali no tuvo sus manos quietas y buscó el cuello de Martina.
- ¡Soltame! –gritó Lali. Y eso bastó para que empezaran a ser el centro de atención de la fiesta. Martina tiró más, haciendo que Lali se arrodillara al suelo, pero ella no soltó el cuello de Martina, cosa que la ahogaba, por momentos.
Lali empezó a sentir mucho dolor en la cabeza. No ese dolor superficial del tirón... un dolor muy intenso. Dolor de verdad. Hizo una mueca y un cabezazo para zafarse del agarre, fue directo hacia el estómago de Martina. Esta cayó al suelo, de golpe. Unas risas se escucharon de fondo. Lali se agarró de la cabeza. Un chillido de dolor se escapó de su boca. Se retorció, doblando el cuerpo.
- ¡Hija de puta! –jadeó. Algunas personas se acercaron a ayudarla– Dejenme… -sollozó tras que ese dolor se aliviara un poco– ¡Dejenme! Estoy bien…
Una mirada fulminante atravesó a Martina, que aún respiraba con dificultad. De su mano caían un matojo de cabellos castaño claros. Martina sonrió de nuevo, cínicamente.
-Te juro que para la próxima no saldrás tan bien parada –dijo Lali negando con la cabeza.
Se incorporó del todo y subió al piso de arriba a buscar a Carlota.
-Carlota… -murmuró- ¿Carlota?
Había muchas habitaciones. Escuchó voces en alguna de ellas. Abrió la puerta de la cual provenían.
- ¡Hijo de puta! –avisó- ¡Déjala! –dijo, en cuanto analizó la situación que sus propios ojos estaban visionando.
Carlota yacía semi aturdida encima de la cama. Casi desnuda. Y un chico, más mayor que ellas estaba a su lado. La tocaba descaradamente.
-Si no te alejas de ella ahora mismo llamo a los de seguridad –lo amenazó.
El chico alzó las manos y se marchó de la habitación. Lali se acercó a Carlota y le colocó bien el sujetador, luego, le subió el vestido de nuevo. La ayudó a incorporarse
-Amiga, creo que la fiesta se acabó. Vamos… -carlota asintió, mareada. Lali la ayudó a que pasara un brazo por encima de su hombro– llamaré a un taxi… si me hacen la prueba de alcoholemia daré positivo, y solo falta que nos multen.
Bajaron las escaleras juntas, y abandonaron esa fiesta, dejando atrás a toda esa multitud, donde había algún que otro desgraciado.
(....)
Lali se despertó. Eran las cuatro y media del mediodía. Tenía dolor de cabeza. Mucho, para ser exactos. Y no era solo por el alcohol. Ni mucho menos.
Se levantó y fue a ducharse. No tardó como siempre. Principalmente porque tenía que ir a quimio. Lali se secó un poco el pelo. Los rizos, en las puntas, que solía tener, aparecieron como siempre. Se puso la ropa interior. Hizo deslizar un jersey de media manga lila por la parte superior del cuerpo. Y se puso sus pantalones negros, esos que estaban rasgados. Calzó sus botas militares y buscó un bolso.
Bajó las escaleras a toda prisa y se subió a su Toyota Prius, arrancando y perdiéndose, en el centro de la ciudad de Buenos Aires.
(...)
Lali se quitó la bata y se dispuso a vestirse. La enfermera entró en ese momento. Lali sonrió.
- ¿Cómo salieron las pruebas? –le preguntó.
-Bien –le devolvió la sonrisa, la enfermera.
- ¿Voy a recuperarme? –dijo Lali sin perder esa chispa en sus ojos...

No hay comentarios:

Publicar un comentario