Capítulo 26.

Capítulo 26:

Peter se sentó junto a mí en uno de los asientos del frente, advirtiendo con la mirada que si alguien me molestaba o me decían algo les iría mal. Los amigos que Peter había hecho el primer día que vino, Miguel, Luis y Carlos, jamás me habían dicho una palabra o me habían golpeado, lo que era extraño; pertenecían al equipo de rugby. Luego de Historia, ya en el recreo, Peter me había dicho que se inscribiría para el equipo. Yo estaba feliz por él, porque cuando me lo había mencionado, sus ojos brillaron y una gran sonrisa había aparecido en sus labios. Me dijo que las prácticas eran la otra semana, y que luego de la escuela eran los entrenamientos previos. Yo esperaba luego que me dijera que me dejaría sola hasta que los entrenamientos terminaran, pero solo me dijo que antes de comenzar a calentar me llevaría a casa y que luego vendría de nuevo.

Yo realmente no estaba acostumbrada a ser tratada así, con cariño, con el mismo que me trataba Peter.

(…)

En el comedor, fui a buscar mi almuerzo donde las cocineras y luego de que les mostrara el pase de almuerzo gratis, cogí la bandeja con algo de carne, lechuga y una naranja. Fui a la mesa que habitualmente ocupaba y me senté en una esquina. Saqué la naranja y comencé a quitarle la cáscara, dejándola a un lado. Le di un mordisco, sintiendo su sabor dulce y ácido dentro de mi boca. Estaba jugosa y deliciosa. Le pediría a la cocinera otra si es que quedaban aquí al final del recreo.

La silla de mi lado hizo el ruido que yo ya conocía: alguien se sentó a mi lado. Creyendo que era Peter, voltee sin miedo, pero me encontré con aquellos ojos celeste que tanto miedo me hacía llegar a lo profundo de mi mente. Benjamín sonrió al ver mi expresión. Tragué la naranja que tenía en mi boca mientras me encogía en mi lugar, intentando no volver a mirarlo; el contacto visual era malo.

Él tomó un mechón de mi cabello castaño retorciéndolo entre sus dedos y tirando de él cada vez fuerte. Cerré fuertemente los ojos rogando porque Peter llegara pronto.

— ¿Cómo estás muñeca linda? —rió cínico.

Soltó mi cabello después de darle un fuerte tirón que me hizo gemir por lo bajo. Me pasó el brazo por mis hombros, comenzando a acariciar mi mejilla de una forma brusca.

—Así que…vos y Lanzani, ¿mh? —dijo, desviando su pulgar para acariciar mi labio inferior. Corrí la cara hacía un lado mientras me intentaba alejar de él, pero no me lo permitió.

—Soltame… —susurré por lo bajo. Él agarró bruscamente mi rostro entre una de sus manos, apretándome las mejillas con fuerza.

—Escúchame bien, perra, aléjate de él. No puedo disfrutar de vos estando él cerca. ¿Lo entendiste? —espetó con tono autoritario. Me eché hacia atrás y, sacando el valor que hace tiempo había acumulado, le di una cachetada que resonó por el comedor. Todo el lugar quedó en silencio, mirando la escena que les mostrábamos.

Benjamín quedó con la cara volteada, respirando profundamente mientras una marca de mi mano comenzaba a hacerse visible en su mejilla. Me miró asesinamentee. Se levantó, plantándose e irguiéndose sobre mí.

—Serás p…

Fue interrumpido cuando fue lanzado hacia atrás, cayendo al suelo. Vi a Peter mirarme preocupado viendo el miedo en mi expresión, en mis ojos. En mi posición; abrazando mi cuerpo lo más que podía, protegiéndolo de algún golpe. Las lágrimas que habían comenzado a caer por mis pálidas y temblorosas mejillas. Todo.

Gruñó, mientras se lanzaba sobre Benjamín quien se recuperaba del golpe en su espalda que le había quitado todo el aire a sus pulmones. Le comenzó a golpear y lanzar puñetazos al rostro de él, mientras sentía los murmullos de los demás. Martín, Luis y Carlos  aparecieron frente a Benjamín y Peter y arrastraron a éste último hacía atrás, mientras él luchaba por liberarse y seguir.

— ¡Déjenme matar a ese hijo de puta, déjenmen! —gruñó.

— ¡Peter, cálmate! La estás asustando.

No me había dado cuenta de que Carlos estaba a mi lado, hablándome. No loescuchaba por lo asustada que estaba. Mi cuerpo temblaba demasiado, como si estuviera en un terremoto personal. Mi piel, pálida y muy fría. Peter al escuchar y recapacitar la última frase de Miguel, miró a mi dirección, cambiando su expresión por completo. Se soltó de ambos y vino hacía mí, estrechándome muy fuerte entre sus brazos.

—Perdón Lali…

—Peter, me q-quiero ir… —murmuré en su oído, mis brazos a mis costados, sin moverlos.

— ¿Qué pasó acá? —preguntó el director que acababa de llegar.

Benjamín estaba sentado, limpiándose la sangre de la nariz y de la boca. Se levantando, mirando amenazadoramente hacia nuestra dirección. Podía verlo a través de mis cabellos y sobre el hombro de Peter. Cerré los ojos con fuerza, enterrándome en su pecho.

El director suspiró.

— ¿Alguien me puede decir lo que pasó acá?

—Peter empezó —saltó Paula apareciendo al lado de su novio.

—Porque él estaba acosando a Lali —señaló Peter, mientras se apartaba de mí y miraba a los presentes allí.

— ¡Ella me golpeó! —dijo Benjamín.

—Te escuché, imbécil. La llamaste perra —gruñó.

—Vocabulario —espetó el director. Miró a Benjamín y luego su mirada cayó en mi cara pálida y ojos húmedos. Aquel hombre me había ayudado demasiadas veces con Paula o con otras personas. Le debía la vida— Benjamín, acompáñame.

Él comenzó a caminar hacía la salida de la cafetería. Paula nos miró fijamente y luego besó duramente a Benjamín en los labios, sin pudor de las miradas de los allí presentes. Cuando se apartó, Benjamín le sonrió y, luego de mirarnos por igual, se alejó, siguiendo las pisadas invisibles del director.

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-Maga. (@HumorDeLalita)