Capítulo 35:
Habían pasado aproximadamente una
o dos horas hasta que recibí una llamada de Nico al teléfono fijo que teníamos
en la casa –mi celular lo tenía él. Nico me había avisado que habían podido
conseguir la dirección en donde se encontraba Damián y los otros, junto a Lali,
y que fuera a prepararme para poder ir en su búsqueda. Le avisé a mamá, ya que
papá se había quedado con Sofi. Ella me preguntó si podía ayudar en algo, pero
solo respondí que no quería que se metiera en esto para que no saliera
lastimada. Luego de despedirnos, salí y manejé hasta llegar a nuestro lugar de
encuentro. Los chicos estaban dentro, menos Pablo quien, como me habían
señalado, había ido a buscar más armas con Tony, el hombre que nos las
proporcionaba.
Stef me dio un chaleco antibalas
que me puse bajo la camisa, logrando que pasara desapercibido con la chaqueta
negra, y una vez que Pablo llegó con un armamento de siete armas de fuego,
comenzamos a distribuirnos con éstas. Me dieron tres a mí que guardé en la
cinturilla de mis pantalones y una en el bolsillo trasero de éste. Las escondí
con la chaqueta y camisa.
Nico nos dibujó un plano del
lugar para poder orientarnos mejor y conocerlo. Era una cabaña pequeña en medio
de la nada que quedaba a unas horas de aquí. Nos dijo que si queríamos llegar
para el amanecer, que fuéramos ya.
(…)
El lugar aún estaba oscuro, los
primeros rayos de sol asomándose por las colinas que llenaban el ambiente.
Bajamos todos. Nico había estacionado cerca, pero no lo suficiente como para
que nos oyeran.
Cargué un arma, la que tenía
silenciador, para poder avanzar con seguridad, al igual que los demás.
Esperamos la señal de Nico, pero yo no podía esperar más. Necesitaba ir con
ella y decirle que todo estaría bien. Necesitaba comprobar que no le habían
hecho nada, que estaba sana y salva.
La rabia daba vueltas por mis
venas, igual que la anticipación. Debía ir allí y protegerla.
Él comenzó a avanzar viendo el
suelo sobre sus pies para así no hacer mucho ruido. Nosotros lo seguimos por
detrás, yo detrás de él. Se apegó a la pared de la cabaña, estaba húmeda y
fría. Se acercó a una ventana para mirar. Era una pequeña sala, allí había dos
hombres durmiendo sentados y otros dos jugando con cartas y fumando mientras
hablaban. Nico les dio señas a los demás, diciéndole cuántas personas había
allí dentro. Éramos seis contra cuatro de momento; dos dormidos y dos
despiertos.
Nico nos dijo que dos de nosotros
mataran primero a los hombres que estaban despiertos, mientras que otros dos
mataban a los que estaban sobre el sofá.
*Narra Narrador*
Agus comenzó a inspeccionar el
pequeño lugar hasta dar con una puerta. Escuchó los disparos provenientes de la
sala, pero no les dio importancia. Abrió y entró, encontrándose con algo que
jamás había pensado. La habitación estaba pintada de un blanco desgastado por
todas partes. Manchas de goteras cubrían el agrietado techo. Agus contó seis.
Había una cama de dos plazas, solo con un colchón viejo y sucio y unas finas
sábanas que estaban amontonadas a los pies de la cama. Lali estaba solo en su
ropa interior, la piel muy pálida, casi traslúcida, las venas marcadas sobre su
rostro y extremidades.
Sus labios estaban partidos,
morados, resecos. De aquí se notaba una mancha de sangre cubriendo su labio
superior y parte del inferior. Mantenía la boca entreabierta y respiraba con
dificultad. Tenía moretones muy marcados sobre su cuerpo, incluso uno con forma
de palma en su pálida mejilla.
Agus tragó, mientras se acercaba
rápidamente junto a ella y revisaba su pulso. Era muy lento. Le quitó el
cabello de su rostro, sintiendo su fría piel sobre las yemas de sus dedos.
Sintió unos pasos apresurados detrás de él y vio a un hombre moreno, de pelo
corto y desordenado, sosteniendo una navaja hacia él. Lo vio acercarse y antes
de que le hiciera nada, sacó su pistola, apuntó y disparó a su pecho, matándolo
de inmediato. Luego de unos segundos, Peter entró y se quedó helado cuando vio
la débil figura de Lali tenida sobre la cama. Agus lo escuchó respirar
fuertemente, aguantando la respiración. Se acercó a ella.
Sentía sus piernas de gelatina y
la respiración no le salía. Se agachó a su lado mientras le tomaba una mano.
— ¿Lali?
No respondió. Su cuerpo seguía
igual, con los mismos movimientos por su respiración. Miró a Agus quien estaba
a su lado buscando una respuesta en sus ojos. Él negó con la cabeza mientras se
acercaba a las sábanas, las tomaba y cubría a Lali hasta el cuello con ellas.
—No está muerta, pero está débil
—murmuró— Iré a llamar a los demás.
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bueno bueno, quiero decirles que este es el PENÚLTIMO
CAPÍTULO de esta novela. Desde ya muchas gracias por estar ahí siempre,
alentando. En el próximo capítulo se define todo... ¿Qué pasará? ...
-Maga. (@HumorDeLalita)