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sábado, 29 de noviembre de 2014

Capítulo 35. {PENÚLTIMO}

Capítulo 35: 


Habían pasado aproximadamente una o dos horas hasta que recibí una llamada de Nico al teléfono fijo que teníamos en la casa –mi celular lo tenía él. Nico me había avisado que habían podido conseguir la dirección en donde se encontraba Damián y los otros, junto a Lali, y que fuera a prepararme para poder ir en su búsqueda. Le avisé a mamá, ya que papá se había quedado con Sofi. Ella me preguntó si podía ayudar en algo, pero solo respondí que no quería que se metiera en esto para que no saliera lastimada. Luego de despedirnos, salí y manejé hasta llegar a nuestro lugar de encuentro. Los chicos estaban dentro, menos Pablo quien, como me habían señalado, había ido a buscar más armas con Tony, el hombre que nos las proporcionaba.
Stef me dio un chaleco antibalas que me puse bajo la camisa, logrando que pasara desapercibido con la chaqueta negra, y una vez que Pablo llegó con un armamento de siete armas de fuego, comenzamos a distribuirnos con éstas. Me dieron tres a mí que guardé en la cinturilla de mis pantalones y una en el bolsillo trasero de éste. Las escondí con la chaqueta y camisa.
Nico nos dibujó un plano del lugar para poder orientarnos mejor y conocerlo. Era una cabaña pequeña en medio de la nada que quedaba a unas horas de aquí. Nos dijo que si queríamos llegar para el amanecer, que fuéramos ya.

(…)

El lugar aún estaba oscuro, los primeros rayos de sol asomándose por las colinas que llenaban el ambiente. Bajamos todos. Nico había estacionado cerca, pero no lo suficiente como para que nos oyeran.
Cargué un arma, la que tenía silenciador, para poder avanzar con seguridad, al igual que los demás. Esperamos la señal de Nico, pero yo no podía esperar más. Necesitaba ir con ella y decirle que todo estaría bien. Necesitaba comprobar que no le habían hecho nada, que estaba sana y salva.
La rabia daba vueltas por mis venas, igual que la anticipación. Debía ir allí y protegerla.
Él comenzó a avanzar viendo el suelo sobre sus pies para así no hacer mucho ruido. Nosotros lo seguimos por detrás, yo detrás de él. Se apegó a la pared de la cabaña, estaba húmeda y fría. Se acercó a una ventana para mirar. Era una pequeña sala, allí había dos hombres durmiendo sentados y otros dos jugando con cartas y fumando mientras hablaban. Nico les dio señas a los demás, diciéndole cuántas personas había allí dentro. Éramos seis contra cuatro de momento; dos dormidos y dos despiertos.
Nico nos dijo que dos de nosotros mataran primero a los hombres que estaban despiertos, mientras que otros dos mataban a los que estaban sobre el sofá.

*Narra Narrador*

Agus comenzó a inspeccionar el pequeño lugar hasta dar con una puerta. Escuchó los disparos provenientes de la sala, pero no les dio importancia. Abrió y entró, encontrándose con algo que jamás había pensado. La habitación estaba pintada de un blanco desgastado por todas partes. Manchas de goteras cubrían el agrietado techo. Agus contó seis. Había una cama de dos plazas, solo con un colchón viejo y sucio y unas finas sábanas que estaban amontonadas a los pies de la cama. Lali estaba solo en su ropa interior, la piel muy pálida, casi traslúcida, las venas marcadas sobre su rostro y extremidades.
Sus labios estaban partidos, morados, resecos. De aquí se notaba una mancha de sangre cubriendo su labio superior y parte del inferior. Mantenía la boca entreabierta y respiraba con dificultad. Tenía moretones muy marcados sobre su cuerpo, incluso uno con forma de palma en su pálida mejilla.
Agus tragó, mientras se acercaba rápidamente junto a ella y revisaba su pulso. Era muy lento. Le quitó el cabello de su rostro, sintiendo su fría piel sobre las yemas de sus dedos. Sintió unos pasos apresurados detrás de él y vio a un hombre moreno, de pelo corto y desordenado, sosteniendo una navaja hacia él. Lo vio acercarse y antes de que le hiciera nada, sacó su pistola, apuntó y disparó a su pecho, matándolo de inmediato. Luego de unos segundos, Peter entró y se quedó helado cuando vio la débil figura de Lali tenida sobre la cama. Agus lo escuchó respirar fuertemente, aguantando la respiración. Se acercó a ella.
Sentía sus piernas de gelatina y la respiración no le salía. Se agachó a su lado mientras le tomaba una mano.
— ¿Lali?
No respondió. Su cuerpo seguía igual, con los mismos movimientos por su respiración. Miró a Agus quien estaba a su lado buscando una respuesta en sus ojos. Él negó con la cabeza mientras se acercaba a las sábanas, las tomaba y cubría a Lali hasta el cuello con ellas.

—No está muerta, pero está débil —murmuró— Iré a llamar a los demás.

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bueno bueno, quiero decirles que este es el PENÚLTIMO CAPÍTULO de esta novela. Desde ya muchas gracias por estar ahí siempre, alentando. En el próximo capítulo se define todo... ¿Qué pasará? ...

-Maga. (@HumorDeLalita)

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Capítulo 34.

Capítulo 34:

¿Llamado? ¡Oh, mierda! ¿Cómo se me pudo haber pasado? Saqué mi celular y marqué su número. Puse el altavoz para que todos pudieran escuchar. Al cuarto pitido, respondieron.
— ¿Hola? —Nico dijo.
—Nicolás. Hace mucho que no te escuchaba —una voz masculina, gruesa y ronca, sonó por la habitación. Me tensé, sabiendo lo que significaba.
—Damián, decime dónde mierda la tenés. Ella no tiene nada que ver con esto.
—Ahí te equivocas. Ella me ayudará para poder conocer sus puntos débiles.
— ¡No sabe nada, la puta madre! —grité.
— ¿Peter? —escuché su voz de fondo. Estaba allí, con él hijo de puta— ¡Peter, ayúdame! —sollozó.
Escuché el gruñido de Damián.
— ¡Cállenla!
Lo que escuché, fue mi perdición: un golpe, piel contra piel. Dos, seguido de un grito desgarrador de parte de ella. Tres y silencio. Silencio absoluto.
—Así está mejor —murmuró él— Nos volveremos a ver, Nico —y colgó.
Coloqué mis manos sobre mi cabeza, jalando mi cabello hacía atrás. La desesperación, por mi cuerpo. Respiré, intentando calmarme. Sabía que la habían golpeado para hacerla callar, la dejaron inconsciente. Debía ser fuerte por ella, debía encontrarla.
—Peter, dame tu celular —la voz de Nico sonó lejos de mí. Aun así, le tendí mi celular sin levantar la vista.
Él me lo quitó.
(…)
Llegué a mi casa y estacioné. Me bajé y, con la mochila puesta en mi hombro, caminé y entre a mi hogar. Mamá estaba en la sala viendo la televisión. Ella me miró y cuando se dio cuenta de que Lali no venía conmigo, aquella sonrisa desapareció.
— ¿Y Lali?
La miré fijamente sin decir nada. Subí las escaleras y fui directamente a mi habitación y dejé la mochila sobre mi cama. Me senté allí y suspiré, cubriéndome el rostro, intentando calmarme. Mi madre entró, la sentí, sentí su forma de caminar en el suelo. Se detuvo frente a mí.
— ¿Peter? ¿Hijo, qué tenes? —me preguntó, la preocupación detonando en su tono.
— ¿Mamá?
—Decime que pasa…
—Llama a papá y les contaré todo.
Alcé la vista y la vi ahí, su rostro asustado, nervioso, preocupado. Asintió levemente y fue en busca de mi padre. Cuando los dos vinieron, suspiré y comencé a contarles todo, desde mi trabajo por las tardes y noches hasta el secuestro de Lali y la causa. Ellos me miraban, extrañados, molestos, preocupados, asustados. Todo en uno. Cuando terminé de hablarles, un silencio abrumador llenó la habitación por completo. Se miraron unos minutos y pude ver las lágrimas que recorrían las mejillas de mi madre mientras que con una mano se cubría la boca para acallar sus sollozos. Se acercó a mí y, acuclillándose, tomó mis manos entre las suyas y las besó con fuerza, manejándolas de tal forma que una estaba ahuecando su mejilla en mi palma mientras que se apoyaba en ésta. Sollozó dos veces, mientras la intentaba calmar acariciándole el sedoso cabello.
—Mamá, perdóname… Nunca quise…
Ella solo me abrazó desde su lugar, haciéndome callar. Papá me miró y se acercó lo suficiente como para sentarse a mi lado y pasarme un brazo por el hombro.
—Nunca pensé eso de vos, Peter. Tenes que saber que estoy muy decepcionado. Ya sabes que pusiste la vida de Lali en riesgo, pero no te culpo por eso. Sé que no lo sabías —suspiró, frotándose la parte trasera del cuello— No estoy enojado con vos por eso.
—Yo tampoco —gimió mi mamá, alzando la húmeda vista hacia mí.
Suspiré aliviado, eso era lo que más me preocupaba; que no me perdonarían por esto.
— ¿Dónde está Sofi?
—Ella está en su habitación viendo una película —dijo papá.
— ¿Saben quién tiene a Lali, verdad? —preguntó mamá.
—Sí. Nicolás, uno de mis compañeros, está rastreando su ubicación.
— ¿No le dirán a la policía?
—Si los policías interfieren, podrían… matarla —murmuré— No quiero que nada le suceda. Ella no tiene nada que ver con esto.
Mamá me miró fijamente. Sofía gritó un ‘’¡Tío, vení, no sé qué le pasa a la película!’’ por lo que él se levantó y fue con ella. Mamá se sentó a mi lado.
— ¿La querés hijo?
La miré y asentí.
—Más que eso, creo… No estoy seguro, pero la quiero mucho.

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YA YA YA LLEGA! QUE CREEN QUE PASARÁ? MMMMM....
-Maga. (@HumorDeLalita)

lunes, 24 de noviembre de 2014

Capítulo 33.

Capítulo 33:


*Narra Peter*
Salí y bajé las escaleras de la entrada de la escuela. No había encontrado a Lali dentro, por lo que pensé que sería posible que ella estuviera acá afuera, esperándome. Cuando llegué a mi auto, me sorprendí al no verla ahí. Abrí el auto y metí mi mochila dentro, cerrando nuevamente la puerta.
Los minutos pasaban y ella no aparecía. Comencé a preocuparme, a extrañarme de no verla ahora.
Vi salir a Benjamín con un amigo de ahí. Comencé a sospechar que quizás él había sido la causa y, sin dudarlo, fui con él. Cuando estuve lo suficientemente cerca de él como para tocarlo, lo agarré de la parte del cuello de su chaqueta y lo empujé a la pared con fuerza. Lo miré amenazándolo con la mirada, con frialdad.
— ¿Dónde está? —gruñí.
— ¿Quién? —me devolvió, sonriéndome petulantemente.
—‘’Quién’’ —lo imité burlonamente— Lali, imbécil.
— ¿Esa puta? No la ví desde el almuerzo. Ahora soltame —me empujó, provocando así que soltara su chaqueta. Él se la ordenó sin quitar la mirada de mí.
El que lo acompañaba se había ido.
—No es una puta. Mira, —suspiré frustrado— espero que no me estés mintiendo. Vos no me conoces —amenacé.
Lo miré tragar, nervioso. Paula llegó en ese momento, quedándose junto a Benjamín.
— ¿Qué pasa acá?
— ¿Viste a Lali?
—La última vez que la vi fue hace unos… ¿Cinco, diez minutos? —Respondió, dudosa— Iba caminando por el estacionamiento hacía la chica nueva. Luego me fui —se encogió de hombros— ¿Por qué? ¿Se te perdio la perra?
Sin decir nada más e ignorando el último comentario, fui hacia mi auto. Saqué mi celular y comencé a escribir un mensaje para enviárselos a todos:
‘’Hay problemas. Punto de siempre.’’
Encendí el motor y me puse en marcha hacía el lugar de reunión de los chicos a una velocidad ‘’algo’’ rápida.
(…)
Allí dentro sólo estaba Agus sentado en el sofá haciendo algo con su celular. En cuanto llegué él se levantó y se me acercó. Verlo solo me hizo recordar a Lali y mis sospechas de que quizás él es su hermano. Suspiré y desordené mi cabello frustrado.
— ¿Qué pasa?
—Es Lali. No la pude encontrar y creo que se la llevaron a otro lugar.
Él solo me miró y, como si no le importara, pasó junto a mí y sacó una lata de cerveza de la pequeña heladera que teníamos. La abrió para poder beber y se sentó en una silla. Me lo quedé mirando.
— ¿Tu madre se llamaba Adriana?
Él tragó con fuerza y comenzó a toser agitadamente. Se cubrió la boca con una mano hecha puño y cuando terminó, la bajó para mirarme fijamente. Asintió con la cabeza mientras desviaba la mirada.
—Sí. ¿Cómo sabes?
Me encogí de hombros.
—Y tu padre Alejandro.
Lo vi encogerse en su lugar, sin mirarme nuevamente. Sabía que hacerle recordar su infancia le haría daño, pero debía descifrar la incógnita.
— ¿Encontraron el cuerpo de tu hermana?
—No —respondió luego de unos minutos— Solo el de mi madre… Papá creía que se había desintegrado… —suspiró— ¿Quién te contó?
—Eso no importa… Ahora escucha atentamente lo que te voy a decir.
Me senté junto a él y comencé a contarle sobre los papeles de la adopción de Lali. Le conté también acerca de los informes médicos y cartas del médico que la había atendido. Acerca de que los nombres de sus padres biológicos eran iguales a los nombres de sus padres y que tenían el mismo apellido. También sobre que su madre adoptiva había muerto antes de que le entregaran a Lali, pero que había alcanzado a firmar. Al final, le hablé sobre que tenía un hermano con su mismo nombre y apellido. Todo encajaba.
— ¿Vos crees que es cierto? —preguntó, aturdido, con los ojos abiertos. Logré notar que sus ojos estaban húmedos, al igual que sus mejillas, y que tenía las pupilas dilatadas.
—Sí.
—Yo también… —murmuró junto antes de sentir las voces de los demás. Justo a tiempo.
Nico, Gas, Pablo y Stef entraron. Nico me miró fijamente y esperó para que hablara.
—No encontré a Lali y sospecho que la raptaron. Me dijeron que la habían visto con una chica nueva, Mercedes Barrionuevo…
— ¿Barrionuevo? —saltó él.
—Sí.
Me miró de soslayo y suspiró.

— ¿La llamaste?


SÓLO ME QUEDAN 2 MALDITAS PRUEBAS: LENGUA Y GEOGRAFÍA. CADA VEZ MENOS :)
¿TODO PIOLA? YO SÍ xD
Capítulo dedicado a @cryssmile, nueva lectora ;)
-Maga. (@HumorDeLalita)

viernes, 21 de noviembre de 2014

Capítulo 32.

Capítulo 32:

Iba a mi clase de biología junto a Mecha quien no dejaba de hablar sobre muchas cosas. Comenzó a caerme bien desde un principio, luego de que le contara mi reputación en la escuela. Ella solo se encogió de hombros, sin importancia, y se quedó conmigo. Peter me atrapó en el camino y me besó en los labios frente a muchos chicos. Me ruboricé, poniéndome de un color básicamente bordo. Luego él vio a Mecha a mi lado y se presentaron, pero él era algo distante respecto a las preguntas que Mecha le hacía. No le pregunté por qué.
(…)
Luego de la escuela él me llevó a casa. Estacionó el auto fuera de la entrada y bajé, notando que la tarde no era tan fría como había pensado antes. Él abrió la puerta de entrada para que yo pasara primero, seguido de él. Sofía estaba pintando en el sofá mientras que en la radio que tenía puesta sonaba “Chandelier’’ de Sia. Ella tarareaba el ritmo mientras movía significativamente uno de sus pies, siguiendo la melodía. Al vernos, nos sonrió mientras se ruborizaba.
—Hola Sofi —dijo Peter, mientras cerraba firmemente la puerta— ¿Mi papá?
—El tío está en la oficina, y la tía está en su habitación —se encogió de hombros.
Peter asintió y me tomó de la mano para ir arriba.
—Tengo un regalo para vos.
Lo miré, extrañada.
— ¿Un regalo? —fruncí el ceño.
—Sí —me llevó a su habitación, trayéndome recuerdos de la noche anterior y provocando así que me ruborizara. Él me tendió una caja que estaba en su mesa de noche. Era un celular— Los chicos y yo decidimos comprártelo en caso de emergencias… Vos sabes, solo por seguridad. Tiene ya los números de todos agregados, así que no tendrás problemas.
Asentí. Me senté en su cama y saqué el aparato de su caja. Era el mismo que tenía Peter, el cual había visto en otras ocasiones. Según la caja, era un Iphone 5.
—Uhm… Gracias Perer. Pero no sé usarlo…
—Es fácil. Te enseño, mira, dámelo —le entregué el celular como me lo pidió. Apretó el botón circular que tenía en medio y la pantalla se encendió, colocó su dedo índice sobre ésta y se desbloqueó— Mira, por ahora solo te enseñaré a hacer llamadas. Anda acá —me señaló un icono— Saldrá una lista, la lista de contactos. Selecciona el nombre que quieras llamar y listo. Mira, intenta llamarme a mí —dijo antes de entregarme el aparato telefónico.
Cómo él había señalado, presioné en su nombre y la llamada comenzó instantáneamente. Sentí el zumbido del celular de Peter, quien cortó la llamada. Se encogió de hombros.
—No es complicado.
Asentí, estando de acuerdo con él. Sonreí.
(…)
Tarde, tardísimo, el padre de Peter llegó a casa, cuando ya Sofi estaba dormida y Peter y yo estábamos acostados. No sabía enquée andaba Claudia, ya que solo la había visto a la hora de la cena. Luego todos nos fuimos a nuestras habitaciones. Peter se pasó la mayor parte del día instruyéndome sobre el celular, enseñándome para qué servía cada icono. Como grabar o sacar imágenes y demás.
Ahora, yo intentaba dormir para así mañana ir a la escuela, pero el sueño no llegaba a mí. Comenzaba a amanecer ya y yo seguía dando vueltas entre las sábanas y colchas.
La alarma sonó, haciéndome saltar. Gruñí por la falta de sueño. Suspiré y me senté para poder refregar mis ojos. Fui al baño, saqué toallas y me desnudé para entrar a la ducha. Lavé mi cabello con el shampoo y el acondicionador que Cluadia me había comprado hace unos días. Enjuagué mi cabello y cerré el agua para poder enrollarme en una toalla grande. Sequé mi cabello y lo peiné para poder ir a vestirme. Cogí una camiseta de polar para poder estar abrigada en este día tan frío de invierno. También un chaleco peludo y calentito que Claudia tenía guardado. Me coloqué un conjunto de ropa interior blanca sencilla y me dispuse a colocarme lo que seleccioné, junto con unos jeans algo ajustados. Me puse calcetines gruesos y unas zapatillas Converse. Miré la hora, iba a tiempo. Sequé mi cabello con la secadora y me puse un gorro de lana de color gris, protegiendo mis orejas del frío. Hace mucho que era capaz de ponerme ropa sin sentir frío luego. Tomé mi mochila y eché unas cuantas cosas dentro y salí después de haber desconectado mi nuevo celular de su cargador y habérmelo guardado en el bolsillo del pantalón.
Abajo, Peter estaba comiendo un sándwich de queso, frente a él uno igual sin tocar. Me senté y me dispuse a comer.
—Hola Lali —dijo Peter mientras sonreía.
—Hola… —murmuré.
— ¿Llevas tu celu?
—Sí, lo tengo acá —dije antes de enseñárselo.
Asintió, mientras terminaba de comer. Ni Claudia ni Juan estaban acá… Que raro… Pero decidí no preguntar, y Peter tampoco tocó el tema.
Cuando terminé, él se levantó y me tomó la mano para salir de la casa, subimos a su auto y nos fuimos a la escuela.
(…)
Mecha resultó ser muy simpática conmigo en cada receso. También me defendía de los demás cuando Peter no estaba junto a mí, que eran muy pocas veces. Él aún era muy reservado con ella, y aun así la consideré como una nueva amiga.
A la salida, fui junto al auto de Peter y viendo que él no estaba, me dispuse a esperarlo. Puse la mochila sobre el capó de éste y me recargué cuidadosamente en él. Mi celular lo tenía ahora en el bolsillo que la chaqueta peluda tenía por dentro, para así evitar que me lo quitaran.
Vi a Mecha hacerme señas desde el otro lado del estacionamiento. Luego señaló que fuera con ella. Vi hacía la salida; no había vista de Peter. Quizás no me tomaría mucho tiempo, así que me puse la mochila sobre el hombro y troté hasta ella. Cuando estuve junto a ella, vi a dos hombres de anchos hombros, altos y con lentes de sol. Ella me sonrió confiada mientras me tomaba del brazo y me plantaba al medio de ellos.
Uno de los hombros me puso un pañuelo blanco en la boca, haciéndome saltar por la sorpresa. Intenté quitar su brazo, pero el otro me agarró y juntos me subieron a un auto. Me cubrieron la vista con un pañuelo oscuro, y ya no pude ver más. Quedé inconsciente por el cloroformo que inhalaba y que estaba en el pañuelo de mi boca.


:O :O .... ¿Qué pasará con Lali? :O :O
¿A ningun/a lector/a le había parecido que Mecha era de mala espina? PETER LES GANÓ, ÉL LO RE SENTÍA ahre na posta.
¿Estuvo bueno el capítulo? #Sinceridad.
Capítulo dedicado a Fer García y @LaliEsposGenia.
Saludos desde el centro de Argentina ;)
-Maga. (@HumorDeLalita)

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Capítulo 31.

Capítulo 31:

Me miró fijamente los ojos antes de inclinarse sobre mí para poder abrir el cajón de su cómoda y poder así sacar un preservativo que se lo colocó luego de terminar de desnudarse. Peter volvió a verme a los ojos, conectando ambos pares. Me quitó la ropa interior que cubría mi feminidad y se posicionó entre mis piernas. Llevó sus manos a mis mejillas antes de hablar.
—Si te hago daño… Solo decime y me paro, ¿sí?
—Bueno… —respondí.
El besó mis labios, haciéndome cerrar los ojos antes de entrar en mí con suavidad. Una punzada entre mis muslos me hizo gemir fuerte, apartando mi rostro de él. Peter se detuvo y me miró preocupado.
—Me… duele… —logré articular.
—Siempre duele la primera vez, princesa… —me susurró— ¿Nunca hablaste de esto con alguien?
Asentí, mientras inspiraba profundamente.
—Falté la semana en la que hablamos de esto en biología.
Me corrió el cabello de mi sudoroso rostro y me besó la frente, justo antes de salir de mí y volver a entrar. Lo escuché jadear en mi oído. Esta vez no dolió mucho, pero de igual forma sentí algo de dolor entre mis muslos. Ya en la tercera entrada el dolor había desaparecido casi por completo. Fue ahí cuando Peter aumentó la velocidad de las embestidas. Acallaba mis fuertes gemidos y gritos con besos, devorando mi boca por completo.
—Peter… —jadee en su oído, mientras me aferraba a su cuerpo como si fuera a caer.
—Lali… Te amo —lo escuché suspirar, siguiendo con sus movimientos.
¿Qué? No logré escucharlo bien, mis respiraciones acallaban sus palabras. Este momento era único y especial. Jamás lo cambiaría por nada.

(…)

Peter estaba dormido junto a mí en su cama. Mantenía sus brazos a mí alrededor, apretándome aún en sueños. No podía dormir recordando lo que habíamos hecho hace una hora atrás. Él se había dormido justo antes de que sus padres hubiesen vuelto de su cita. Solo los escuché entrar e ir a su cuarto, sin revisar ninguna de las habitaciones.
Observé a Peter. Tenía el cabello revuelto, con los labios entreabiertos y con los ojos suavemente cerrados. Se veía como un niño cuando dormía. Cuando me moví para poder irme, él me apretó contra su cuerpo murmurando cosas en sueños. Pensé que estaba despierto, pero cuando vi su rostro estaba serenamente dormido.
La noche estaba más oscura que antes, las nubes cubriendo el cielo impidiendo poder ver las estrellas y la luna. Peter suspiró en sueños, moviéndose un poco. No puedo salir, él atrapó mis piernas entre las suyas. Suspiré frustrada y allí me quedé hasta que dieron las 9 am. La alarma de Peter sonó, haciendo un molesto ruido. Espantoso. Estaba a espaldas de él, lo único que me pude mover durante la noche y aún me abrazaba contra su cuerpo. Sentí su respiración en mi oído, cerca de mi cuello. Se revolvió en su lugar antes de hablar.
— ¿Lali?
— ¿Uhm?
—Nada, solo quería ver si estabas despierta —sentí su sonrisa antes de que besara mi mejilla, inclinándose sobre mí.
—Ahhh. Bien —sonreí.
Él se sentó sobre la cama, pasando la mano por su cabello dejándolo de punta y dejándome ver que aún seguía desnudo. Solté una pequeña risa al ver su aspecto. Él me miró y se acercó a mí para besar mis labios suavemente, haciéndome ruborizar. Aquel beso me recordó por lo que habíamos pasado anoche, mientras sus padres no estaban y su prima dormía. Le seguí el beso antes de apartarme de él y sonreírle. Las sábanas y colchas escondían mi cuerpo desnudo de su mirada. Él me devolvió la sonrisa antes de apartar su rostro del mío y levantarse. Recogió sus bóxers del suelo, los que ocupaba ayer, y se los colocó. Sacó una camisa de su armario y me la dio.
—Para que te cubras y vayas a tu habitación a darte un baño para poder ir a la escuela —mencionó, antes de desaparecer dentro de su baño personal. Me coloqué la camisa sobre mi cabeza y recogí toda mi ropa, prenda por prenda. La camisa de Peter me llegaba a mitad del muslo… Pero que camisa más grande, pensé. Salí de su habitación, dando las gracias por no encontrarme con nadie. Caminé –corrí- a mi habitación y cerré la puerta tras mío. Entré al baño para poder darme una ducha.

(…)

Faltaban diez minutos para que las clases comenzaran. Estaba guardando los libros en mi casillero y dejando solo los que usaría cuando sentí una mano tocar mi hombro suavemente. Salté en mi lugar y me di vuelta para ver a una chica que no había visto nunca en la escuela, y por los papeles deduce que era nueva. Tenía los ojos de un verde precioso y el cabello rubio con visos de un rubio más oscuro. Sonrió amablemente hacía mí.
—Hola. Soy Mercedes Barrionuevo y soy nueva. Pero podes decirme Mecha.
No le quité la vista de encima.
—Uhm… Hola, soy Mariana, pero podes decirme Lali… —logré pronunciar. Voltee mi mirada hacia otro lado.
—Mariana… Qué bonito nombre —dijo, mientras abría el casillero que estaba al lado mío y guardaba libros y cuadernos— Che, ¿qué clase tenes ahora?
—Emm… Biología —murmuré.
— ¿Te parece si vamos juntas? —sugirió.

HOLAAAA VOLVÍ :) NO ME MATEN PORQUE SE VAN A QUEDAR SIN NOVELA :P
SI SI SI! SE VINO LA PRIMERA VEZ DE LALI.... Y CON PETER! :D 
¿QUÉ PIENSAN DE MECHA? OPINEN!
EXPLICO POR QUE NO SUBÍ DESDE EL SÁBADO, ME VAN A COMPRENDER:
-LUNES EXÁMEN DE TECNOLOGÍA, TODA LO QUE ESCRIBIMOS EN EL AÑO ME TOMABAN.
-MARTES DE FÍSICA. NO ENTENDÍA NADA.
-MIÉRCOLES DE MATEMÁTICA. ENTIENDO MENOS DE FÍSICA, ASÍ QUE IMAGINEN :(
BUENO, HOY LALI EN SUSANA POR TELEFE :) ¿QUIÉN LO VE? YO! (º-º/) ahre
Abrazos y besos psicológicos....
-Maga. (@HumorDeLalita)

sábado, 15 de noviembre de 2014

Capitulo 30.

Capítulo 30:

Sofía ya estaba dormida y mis padres acababan de irse a su cita. Lali estaba sentada sobre la cama, observando mis expresiones, mientras yo leía las cartas y notas de los médicos. Aún no le decía acerca de mis sospechas de que Agus era su hermano, lo que era lo mejor por ahora. Al terminar de leer los últimos informes, dejé la carta junto con las demás y miré a Lali que me miraba expectante mordiéndose el labio inferior.
—Bueno… Sí, yo creo que lo que me dijiste antes de dormirte es cierto. Allí decía que era posible que los recuerdos volvieran de apoco, pero si todavía te acordas de nada…
—No lo sé… Prefiero creer eso por ahora. Además, en una dice que tuve más pérdida de memoria que esa vez.
—Bien. Quedémonos con esa conclusión —le sonreí y me senté junto a ella.
Ella me miró y vi una pequeña sonrisa aparecer en sus comisuras.
— ¿Dónde encontraste todo esto?
—Emm… Fui a mi casa…
— ¿Qué? —pregunté exaltado.
—No, él no estaba… Sé sus horarios. Me obligué a mí misma a aprendérmelos. Fui a hacerlo… por los libros de mi madre… Bueno, ahora no estoy muy segura si de verdad me los leí por las noches, quizás era mi padre quien lo hacía y en cuanto comenzó a golpearme me metió en la cabeza que era mi madre quien lo hacía. Los cogí y vi las cartas. Volví aquí para que no descubrieran que me había ido —suspiró, agachando la cabeza.
No dije nada, solo le tomé la mano y la dejé junto a las mías. Ella respiró entrecortadamente, intentando no llorar. Sabía que ahora estaba muy confundida con todo esto, pero yo por ahora no podía hacer nada.
— ¿Peter? —preguntó de repente, volviendo a mirarme. Alcé una cabeza, esperando a que dijera algo más— ¿Podrías… besarme… como lo habías hecho antes?
Me sonreí a mí mismo al descubrir que era muy inocente y tímida respecto a ese tema, pero no vacilé y la besé, pasando mis brazos por detrás de su espalda y apegándola a mí. La vi cerrar los ojos y, en cuanto lo hizo, también los cerré. El besó continuó hasta que ninguno de los dos tenía oxígeno en sus pulmones y por ello, nos tuvimos que separar. Maldita necesidad de oxígeno.
Lali me miró, antes de acercarse a mí y volver a juntar nuestros labios. El beso comenzó a tomar un ritmo algo… Diferente. Me aparté, jadeando.
—Lali…
—Peter… Yo quiero… —la vi sonrojarse. Escondió su cabeza en el hueco que había entre mi cuello y hombro. Reí y le acaricié cariñosamente el cabello.
— ¿Estás segura?
Asintió, aún sin mirarme. Puse ambas manos en sus hombros y la llevé hacia atrás, recostándola sobre la cama. Ella me miró, sonrojada aún, mientras me quitaba la camisa que llevaba dejando el torso al descubierto. Me recosté sobre ella, con cuidado de no poner todo mi peso sobre su delicado cuerpo. Besé sus labios cortamente antes de bajar para besar su cuello, sintiendo su sabor contra mi boca.

*Narra Lali*

Me estremecí en cuanto sentí sus labios sobre mi cuello, succionando y lamiendo allí. Con manos expertas me quitó el chaleco y la remera luego de apartarse, dejándome solo en ropa interior de la cintura hacía arriba. El volvió a fijarse en mis cicatrices unos minutos antes de mirarme a los ojos. Sus ojos verdes se conectaron a los míos.
Me besó fogosamente la boca mientras recorría toda mi espalda y vientre con las manos. Introdujo su lengua dentro de mi cavidad bucal, uniéndola con la mía en una guerra que parecía no tener fin. Buscó el broche de mi sostén para soltarlo y dejarlo caer junto con lo demás. Se apartó para mirarme a los ojos y acariciar mis pechos con sus manos. Comencé a jadear más de lo que ya lo hacía.
—Peter…
—Shh… —me calló— Solo disfruta… —me susurró antes de besar mis pechos.
Gemí en el acto, cerrando los ojos y arqueando mi espalda hacía él inconscientemente. Sentí su risa sobre mi piel, mientras continuaba haciendo lo que hacía.
Se apartó luego de mí para poder quitarme los zapatos para luego quitarse él los suyos. Desabrochó mis jeans para bajarlos por mis piernas y dejarlos junto al montón de ropa. Se detuvo un momento.
— ¿Segura que quieres hacerlo? No sé si pueda detenerme después…
—Si… Quiero hacerlo…

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Capítulo dedicado a @AngelitaDLali que ayer fue su cumple y a Candu Rojas :)
-Maga. (@HumorDeLalita)

jueves, 13 de noviembre de 2014

Capítulo 29.

Capítulo 29:


*Narra Peter*
Organizaba sobre mi cama los pedidos que debíamos entregar de aquí a la semana que viene con los chicos. Tenía una pequeña agenda con la que podía allí anotar cosas para que no se me olviden. Suspiré mientras me frotaba los ojos. Estuve hablando sobre cómo, cuándo y en donde entregaríamos los pedidos con Nico, quien aún no decidía. Me había dicho que me llamaría de aquí a una o dos horas más, por lo que tenía algo de tiempo.
— ¿Peter?
Escuché la voz de Lali detrás de la puerta, pero ésta no se abrió. Guardé todo en una mochila que escondí bajo mi cama antes de ir y abrí la puerta. Lali me daba la espalda y tenía el cabello revoltoso. Ella se dio vuelta, dejándome sin expresión; tenía los ojos hinchados y rojos por haber llorado mucho. Sus jeans tenían manchas que daban evidencia a que habían sido mojados con algo. Temblaba y mucho, tenía los ojos oscuros, las pupilas dilatadas y los labios resecos. Estaba pálida y tenía la mirada perdida. Ella se fijó en mí y suspiró entrecortadamente, mientras bajaba su cabeza y escondía su mirada.
— ¿Qué te pasó? —exigí saber mientras agarraba con cariño uno de sus brazos y la llevaba hasta dentro de mi habitación. Cerré la puerta tras ella.
—Y-yo… —mierda. Estaba aterrada. Solo tartamudeaba así cuando lo estaba. Me acerqué a ella y la abracé, estrechándola sobre mis brazos y reconfortándola de lo que fuese. Acaricié su enmarañado cabello mientras ella se hacía trizas sobre mí, derramando un mar de lágrimas sobre mi camiseta.
—Shh… ¿Queres explicarme? ¿Qué pasó?
Ella respondió alejándose de mí, intentando controlar su llanto. Sacó unos papeles de los bolsillos de su chaleco y me los tendió. Los tomé sin vacilar y abrí el sobre que parecía ser el papel más grande entre los que tenía en mi mano. Al leer el título, me quedé anonadado. Sentí a Lali moverse para ir a sentarse a mi cama, abrazando a uno de mis cojines. Dejé de leer la carta en cuanto llegué a los nombres de sus padres biológicos para poder mirarla. Tenía escondida la cabeza en la almohada y lloraba, como sospechaba. Dejé las cartas y notas sobre mi mesita de noche y me acosté junto a ella, estrechándola en mis brazos obligándola a terminar tumbada junto a mí.
— ¿Te sentís bien? —pregunté. Era claro que era una pregunta estúpida, pero no sabía qué hacer en ese momento.
Negó mientras suspiraba. Mantenía los ojos cerrados, intentando así poder detener las lágrimas que continuaban saliendo.
— ¿V-viste… que tengo un hermano? —preguntó.
¿Hermano? Besé la cabeza de Lali con suavidad para volver a tomar el papel que contenía la información más importante ahora. Observé los nombres con atención, guardando las palabras en mi cabeza.
Sus padres biológicos se llamaban Alejandro Sierra y Adriana Brunori. Nacionalidad, chilena. Tenía un hermano, Agustín Sierra…
— ¿Agustín Sierra? —susurré. No. No era posible. Nico me había contado que la hermana de Agus había muerto en una explosión en Chile junto con su madre. Volví a revisar la información de Adriana Brunori; ‘’fallecida’’. Eso quería decir que había muerto antes de que entregaran a Lali en adopción.
—Tuve una… Pérdida de memoria… Los certificados médicos explicaban que había recibido un golpe muy fuerte en la nuca que me hizo perder cinco años de mi vida. En ese entonces tenía 15 años. Pensé un poco… Mi, uhm… papá, me decía que mi madre había muerto cuando yo tenía diez. Creo que me adoptaron a los quince, y también creo que mi madre adoptiva había muerto antes de que me entregaran a mi papá adoptivo. No sé si me entiendes… No sé explicarme… yo-.
—Tranquila Lali…
— ¿Tranquila? Viví toda mi vida en una mentira… Ni siquiera me puedo explicar bien Peter. ¿Vos me pedís que me tranqui… —la callé besándola en los labios suavemente. Me aparté mientras suspiraba.
—Vamos a aclarar esto más tarde, ¿sí?
—Ni siquiera sé si mi padre o mi hermano biológico siguen vivos.
Tengo ligeras sospechas de que tu hermano es Agus, el que conociste. Quería decirle, pero no quería alterarla más de lo que ella ya estaba.
—Intenta dormir, ¿sí?
—Sí…
—Ey Lali, Tranquila.
La apegué más a mí. Ella cerró los ojos mientras suspiraba. A los minutos estaba dormida. Me levanté con cuidado de no despertarla y salí de la habitación, cerrando la puerta detrás de mí y bajé. Mi madre estaba leyendo una revista en uno de los sofá, con la radio encendida en una emisora que tocaban canciones de los años 80’s y 70’s. Ella me miró y sonrió.
—Tu padre me invitó a salir esta noche, pero no quiero dejarlos solos…
—Vos andá tranquila. Yo cuido a Sofía.
—No hará falta. La dejaré durmiendo antes de salir. ¿Seguro que no hay problema?
Suspiré y negué con la cabeza, sonriendo en su dirección.
—No. Ya hacía falta que salieran ambos juntos solos.
Ella rió mientras se sonrojaba. Comencé a pensar en cómo estaría yo si supiera que era adoptado.
—Bueno. Le avisaré entonces a tu padre que saldremos.

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¿Les gustó el capítulo? No se si pueda subir el sábado o domingo, veo porque ne tengo que pasar todo el fin de semana estudiando para Tecnología y Física -.- ¿a ustedes les va bien en el cole? ;)
-Maga. (@HumorDeLalita)

martes, 11 de noviembre de 2014

Capítulo 28.

Capítulo 28:


Había de todo tamaño, clase, color y grosor. Un mundo por descubrir. Peter posó suavemente una de sus manos en mi espalda, empujándome para hacer que entrara dentro de la habitación. Había unas largas escaleras para alcanzar los libros de los estantes más altos, sillones y mesas y lámparas en dos esquinas. Una alfombra realmente bonita estaba en el suelo, con diseños florales rojos y verdes oscuros. Sentí la mirada de él sobre mi rostro, expectante.
— ¿Te gusta leer?
—Por mi leería todo el día… —murmuré sin mirarlo.
-Andá y revisa lo que quieras. Tengo que hacer unas cosas —me sonrió antes de alejarse de la biblioteca, dejándome sola.
Caminé hacia una mesa, donde habían varios libros. Me hinqué frente a ellos y comencé a ver sus títulos, hasta que vi uno; Romeo y Julieta.
Mi libro… En mi casa… Junto con los otros de mi madre. ¿Cómo los pude haber olvidado allí? Debía tenerlos. Ahora. Ya.
Me levanté, decidida a ir hasta allí para buscar mis libros. Sabía ya por la hora que mi padre no estaría en casa, así que tenía como dos o tres horas como mínimo para ir y volver. Nadie debía verme si quería ir rápido, así que bajé las escaleras lo más despacio posible. Por mi peso y estatura, mis pasos eran ligeros y no resonaban por el suelo, pero aun así tuve cuidado.
Llegué a la sala, dónde estaba al fondo la puerta que daba el exterior. No había nadie, excepto Presidente Miau, quien estaba sobre el sofá, mirando mi llegada expectante. Abrí la puerta, escuchando y chirrido de parte de ella. La abrí lo necesario como para poder salir.
Corrí por las rocas y tierras y pedazos de césped ágilmente. No quería demorarme mucho. Peter podría ir a buscarme y no encontrarme donde me había dejado, o también Sofi, o Cluadia, o Juan.
(…)
El olor dentro era insoportable. Platos y vasos amontonados en el lavaplatos, sucios, de hace semanas. El suelo lleno de migajas, húmedo, con hongos. Todo estaba deteriorado. Papá no había hecho nada mientras yo no estaba. Me sentí mal por él en un momento, pero luego me arrepentí. Fui a mi habitación, que se encontraba tal cual cómo la había dejado. Me agaché bajo para ver bajo mi cama y vi los libros. Todos.
Sonreí y los cogí entre mis manos sintiendo el conocido tacto sobre mis dedos. Revisé los títulos una vez más y comencé a ojearlos.
Lo que me llamó la atención, fue que entre las hojas de en medio había unos sobres y papeles. Arrugados y sucios, todos juntos. Tomé el más grande que se encontraba doblado por la mitad. Era suave, por más que estuviera arrugado. Un papel grueso, resistente. El miedo había comenzado a picar sobre mi cuero cabelludo. Lo desdoblé y comencé a leer con atención cada palabra.
El mundo cayó sobre mis pies.
—Adopción… —susurré, bajo mis propias lágrimas— Padres biológicos: Alejandro Sierra y Adriana Brunori. Padres adoptivos: María José Riera y Carlos Espósito… No… —me rompí en ese momento.
La presión era demasiada. Necesitaba procesar aquella información con tranquilidad. Volví a dejar todo en el libro y los cargué todos firmemente contra mi pecho para poder irme de aquella casa que jamás fue mía. Mi… padre, no había tenido ningún derecho sobre mí como para golpearme todos estos años. ¿Y mi ‘’madre’’? Lloriquee todo el camino hasta llegar a la casa de Peter. Entré por la puerta de atrás, por la cocina. No había nadie. Subí lo más rápido que pude las escaleras para ir directamente a la biblioteca. Me fui a un rincón, acuclillándome en una esquina y dejando todos los libros frente a mí. Volví a sacar aquellos papeles y continué con mi lectura.

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¿QUE LES PARECIÓ EL CAPÍTULO? ¿QUIEREN MÁS? Bueno, van a tener que esperar dos días porque estoy tapada de cosas del cole, pruebas, trabajos prácticos, etc :) #SeQueMeAman
-Maga. (@HumorDeLalita)

domingo, 9 de noviembre de 2014

Capítulo 27.

Capítulo 27:

Peter sonrió satisfecho, mientras observaba como Benjamín se iba alejando hacia la oficina del director. Paula me miró con odio y supe ahí, que la venganza llegaría tarde o temprano. Se fue con su grupo de amigas afuera de la cafetería. Peter volteó a verme, la preocupación reflejada en sus ojos.
— ¿Estás bien? Perdonadme por no haber podido llegar antes.
—Si… Estoy bien… —murmuré por lo bajo.
Luis apareció a su lado, sonriendo.
—Él es idiota de nacimiento.
—Oh, ¿en serio? No me había dado cuenta —dijo Carlos sarcásticamente,
— ¿Queres terminar de comer para irnos? —me preguntó Peter, omitiendo los comentarios de sus amigos.
—Está bien.
(…)
Luego de las clases, guardé algunos libros para poder estudiar para el examen que tenía mañana de biología y fui junto con Peter hasta su auto para poder irnos a casa.
Una vez allí, él me tomó de la mano y entramos, siendo recibidos por Presidente Miau, quien maullaba y se restregaba en nuestras piernas, agitando la punta de su cola en alto. El ambiente se llenó de las risas de Sofía, quien corría siguiendo a Presidente Miau. El gato la miró y comenzó a correr, mientras seguía maullando.
— ¡Presidente Miau! ¡Vení! —Sofía gritó, con una sonrisa plantada en su rostro.
Cuando pasó frente nosotros, Peter la agarro entre sus brazos y la alzó sobre su cabeza. Sofía gritó por la sorpresa.
— ¡Peter, soltame!
—Deja al pobre gato —rió.
Sonreí, viendo la escena familiar desconocida para mí. Los maullidos volvieron, cada vez más cerca. Sentí como la bola de pelos clavó las garras en mis jeans y comenzaba a trepar por allí. Reí, mientras Presidente Miau continuaba su recorrido por mi pierna. Peter dejó a Sofía sobre su espalda, haciendo que sus finas y pequeñas piernas abrazaran su torso. Sofía rió al ver al gato llegando por mi vientre y comenzando a trepar por mi abrigo. Yo no sabía qué hacer, solo reía algo nerviosa.
— ¡Gato malo! ¡Déjala! —gruñó Peter.
—Quiero ver hasta dónde llega —lo contradijo su prima.
Presidente Miau llegó hasta mis brazos, acurrucándose y escondiéndose entre ellos, ronroneando. Acaricie temerosa su lomo, mientras éste se arqueaba sobre mi mano. Sofía aplaudió a gusto.
—Un día lo encontraremos plantado al techo —la voz de Claudia resonó en la sala, mientras salía de la cocina secándose las manos con un paño, sonriendo— Trepó la pared de alfombra que hay en la biblioteca. No se podía bajar y gritaba como loco. ¿O no, Sofi?
—Sí. El tío tuvo que subirse a una silla para sacarlo.
Peter la bajó, poniendo sus pies devuelta al suelo.
— ¿Tienen una biblioteca acá? —pregunté. Jamás había visto la casa completamente.
—Sí. ¿Te gustaría verla? —me preguntó ella.
Asentí con la cabeza sin vacilar.
—Peter, ¿por qué no la llevas?
—Claro. Andá a dejar tu mochila a tu habitación.
—Bueno.
Subí las escaleras y dejé la mochila sobre mi cama, aún sin soltar a Presidente Miau. Peter estaba fuera, en el pasillo, esperándome.
—Vení, es por acá —señaló hacía otra escalera para ir a la planta superior. Lo seguí, observando cada rincón desconocido.

Él me guió hacia una puerta doble en madera tallada. Presidente Miau ronroneaba y aquel sonido resonaba por todos los pasillos del segundo piso de la casa. Peter las abrió y encendió las luces, dejándome ver las muchas estanterías de tres secciones donde había muchos, pero muchos libros.

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Gracias por las +22.000 visitas! Como siempre digo, sin ustedes esto no sería nada.

-Maga. (@HumorDeLalita)