Capítulo 12:
Mis tensos músculos solté cuando
él me pidió que lo hiciera. Peter me estaba enseñando lo que era un abrazo.
Él tenía sus brazos quietos,
alrededor mío, apretándome contra su cálido cuerpo. El silencio era nuestra
música de fondo, mientras que ambas anatomías estaban pegadas. Peter comenzó a
acariciarme de una forma suave y reconfortante la espalda. De arriba hacia
abajo. Con movimientos circulares… Mi mente se relajó, y de algún modo me sentí
protegida al estar junto a él.
—Sos tan inocente… —susurró
contra mi cabeza luego de unos segundos.
Puede que tuviera razón al
deducir aquello. Cuando necesitaba defenderme, de igual forma salía lastimada.
No conocía mucho el mundo exterior, solo entendía por aquello un mundo cruel y
violento, que solo lastimaba. Jamás conocí la amistad, ya que desde niña que yo
estaba sola o me dejaban de lado. Tampoco conocía el amor, ni si quiera aquella
palabra se encontraba en mi diccionario mental. Poco sabía sobre él. ¿De verdad
cuando una persona especial se te acerca sientes mariposas en el estómago?
Aun así, no respondí ante aquella
deducción.
Peter me soltó de a poco,
poniendo sus manos en mis hombros para mirarme fijamente al rostro, levantando
una comisura para así hacer una tierna casi-sonrisa. Me pasó el dorso de su de
su dedo índice suavemente por la mejilla, mientras que yo solo tendía a apartar
avergonzada la mirada de él.
—No fue muy terrible, ¿o sí? —me
preguntó, entre unas pequeñas risitas.
Negué, aún avergonzada con la
cabeza, mientras intentaba esconder mi rostro bajándola lo que más podía. Peter
me agarró con delicadeza el mentón y me obligó a mirarlo. Suspiré.
—Vení, mi mamá está preparando el
desayuno. Será mejor que bajemos ahora.
Se levantó de la cama y me
ofreció su mano. Con una sonrisa forzada, la tomé y juntos bajamos hasta el
comedor.
Claudia estaba sirviéndole
cereales a Sofi, quien estaba sentada en una silla frente a la mesa cepillando
a una muñeca de trapo. Al vernos, sonrió mientras se bajaba de la silla, dando
un pequeño salto para caer al suelo. Se acercó a mí y me abrazó por las piernas
a causa de mi altura. Miré a Sofi algo apenada, pero también la abracé,
pegándola a mi cuerpo.
—Mira, te presentaré a Lili —me
dice, antes de apartarse de mí y tomar mi mano para arrastrarme hacía la mesa
que había allí en la cocina.
Miré a Peter, intentando
preguntarle quién era ‘’Lili’’. Él solo rió mientras Sofi me hacía sentarme en
una de las sillas. Peter se encogió de hombros mientras se sentaba también con
nosotros.
—Es la muñeca. —me dijo.
Asentí, mientras Sofi me pasaba
su muñeca marca Barbie, aunque ésta tenía el cabello castaño y no rubio.
—Me la compraron cuando cumplí
seis años… —me dijo Sofi, señalando la edad con los dedos.
Acaricié el sedoso cabello de la
muñeca, por más que fuera artificial, antes de responder: —Es muy bonita —le
dije, mientras se la devolvía.
Ella sonrió. Miró la muñeca en
sus manos, para luego volver a mirar a Lali y desviar su mirada a su muñeca
nuevamente.
—Te pareces a Lili —me dijo.
Peter le pidió la muñeca a Sofi y
ella se la dio. Él inspeccionó con ojo experto la muñeca para luego mirarme a
mí, provocando así que me ruborizara. Claro, ¿Quién no lo haría estando en mi
situación, viendo como un chico y su hermanita me estaban comparando con una
Barbie?
—Sip, te pareces. Tiene tus
mismos ojos, fijate—sonrió inocente, mientras continuaba explicando
minuciosamente el porqué de mi similitud con la muñeca— También tiene la forma
de tu rostro y el color de tu piel… Además, tiene tú mismo cabello —dijo, aun
sonriendo— Es como su hubieran hecho esta muñeca por vos —concluyó por fin.
—Peter, déjala tranquila, la
pones nerviosa —le regañó su madre, quien me miraba con una cálida sonrisa en
su rostro.
Peter se encogió de hombros
mientras soltaba una ligera risita. Le devolvió la muñeca a Sofi mientras yo
intentaba hacer bajar la sangre de mis mejillas que ahora deberían de estar de
un rojo puro. Miré la hora del reloj de pared que había allí. Eran las 11:33
am. Debería estar en casa para preparar el desayuno y el almuerzo a mi padre.
Lo mejor de todo, era que la
tormenta había detenido un poco, ya no era muy fuerte. Podría caminar. Me
levanté, mientras suspiraba.
—Yo… Creo que ya es hora de irme.
Mi p-padre no sabe que estoy aquí… Debe de estar preocupado —sí, claro.
Claudia me miró.
— ¿No tomarás desayuno con
nosotros?
—Oh, no, lo siento, Claudia…
Tomaré el desayuno cuando llegue a mi casa —sonreí, pero de inmediato recordé
algo que me hizo hacer desaparecer aquella sonrisa— Mi ropa está mojada…
—murmuré.
—Tengo algo de ropa que ya no uso
hace rato. Te podría dar algo que te quedara si lo deseas.
Negué rápidamente con la cabeza, algo
tímida.
—No podría aceptar eso.
— ¡No es problema, cariño! Vení,
seguime. ¿Peter? Cuida a Sofi y vigila los huevos para que no se quemen, ¿sí?
Lo miré, viendo como él asentía.
Claudia me tomó del brazo y me llevó por un pasillo por el primer piso de la
casa. Abrió una puerta, dejándome ver una habitación llena de ropa. ¿Esto es un
armario?
—Que… grande.
—Oh, sí. Siempre he querido uno
así.
Entró y abrió unos muebles,
sacando unas prendas. Me tendió una blusa junto con una camisa manga larga,
unos jeans algo ajustados. También unas zapatillas de lona con caña. Me había
dicho que las usaba ella para andar más cómoda. Acepté gustosamente todo.
Luego de cambiarme, colocándome
la camisa manga larga, los jeans y las zapatillas, bajé las escaleras llevando
la blusa que también me había dado en la mano. Me dirigí a la cocina para ver a
Sofi, Peter, Claudia, Juan sentados comiendo.
El hambre entró en mí, pero me
negué a pedir algo. Siempre que lo hacía, nada salía bien.
—Uhm… Venía a agradecerles por lo
que hicieron por mí… Ya me debo ir.
Claudia se levantó y sonrió.
— ¿Segura que no quieres algo
antes de irte, cariño?
*Si* —No, gracias —le sonreí.
Asintió.
—Cuándo necesites algo cariño,
vení acá. ¿Dale?
Asentí con la cabeza. Peter se
levantó, mientras que yo me acercaba a Sofi para darle un beso en la mejilla,
al igual que con Juan. Le agradecí a él también por todo.
Me despedí de Claudia con un
abrazo y un beso en la mejilla, luego caminé junto con Peter hasta la puerta,
entonces él me detuvo.
—Podría llevarte yo. Así sabré
donde vivís —sonrió.
El pánico llegó a mí como una
flecha. Mi cara perdió color luego de unos minutos y comencé a sentirme más
fría de lo normal. ¿Por qué me ponía tan nerviosa cuando se ofrecía a llevarme
a mi casa? Negué rápidamente con la cabeza antes de hacer una estupidez.
—No, no hace falta. Me voy
caminando… La tormenta ya se está deteniendo, así que podré ver los caminos.
—le dije rápidamente.
Me acerqué a él, teniendo en
mente en darle un beso en la mejilla. No pude.
Me aparté de él, sonrojada.
—Gracias por todo, Peter. —y
antes de que dijera nada, me eché a correr todo lo que mis pies me permitían,
alejándome cada vez de la familia que me entregó cobijo, comida y amor desde
mucho sin nada a cambio.
Capítulo 13:
Descubrí que la casa de Peter no estaba muy lejos de la mía. La tormenta ya comenzaba a detenerse, por lo que pocos copos caían sobre mi cabello. Mientras caminaba, pensaba en lo que haría mi padre al descubrir que no había muerto como él quería… ¿Terminaría él mismo el trabajo? Temblé de solo pensarlo.
Con unos pasos más, llegué a mi pequeña casa deteniéndome en la entrada. Cerré los ojos para intentar calmar mi temor. Al levantar mi mano derecha en forma de puño para golpear, la puerta de madera se abrió de una forma brusca y logré ver a mi padre, con los ojos hinchados. Lograba apreciar el hecho de que él no había dormido nada esta noche, gracias a las leves bolsas moradas bajo sus rojizos ojos. Él me miró expectante. Temblaba. Abrió la boca para decir algo, pero en vez de mencionar alguna palabra la cerró y tragó saliva fuertemente.
—Yo… Pensé…
Negué con la cabeza, mientras bajaba la mirada.
—Pensaste que había muerto… —terminé por él.
Él asintió con la mirada y se hizo a un lado para dejarme entrar al interior de la casa. Caminé frente a él y fui a mi cuarto para encerrarme allí hasta la noche.
(…)
No sé qué hora era. No tenía ni reloj, ni celular, ni ningún aparato que me lo dijera. Estaba oscureciendo ya y por mi ventana lograba ver las luces del hogar de Peter a lo lejos pasando por varios árboles y pequeñas colinas de tierra y césped. Recordé el cariño que recibí de parte de él y sus padres. Hace tiempo que no lograba comer sin hacer nada a cambio; ni limpiar, salir a buscar algo o tener que cocinar. Claudia cocinaba exquisitamente delicioso. También estaba la cama en la que dormí, era tan suave, olía bien y no le hacía daño a mi espalda como el colchón en el que dormía cada noche desde que mi madre murió.
Recuerdo que todas las noches ella se acercaba a mi cama y se acostaba conmigo. Yo me acurrucaba junto a ella para lograr sentir su calor y compañía. Algunas veces me cantaba canciones y cuando me las sabía, cantaba con ella. Otras me leía cuentos y libros hasta que el sueño me vencía. Pero lo mejor de todo, es cuando me llevaba algún peluche nuevo y dormíamos las dos abrazadas a él. En las tormentas, de esas donde aparecían los truenos y relámpagos, yo me iba a su cama a media noche diciendo que no lograba dormir y que me daban miedo los sonidos de la lluvia. Mi mamá y mi papá abrían las cobijas y yo me metía en el medio de ellos dos, luego mi madre me apretaba contra ella y se quedaba dormida.
Aquellos recuerdos lograban atormentar mi mente casi cada día desde que ella se fue. No lo he logrado superar, si no es obvio. Me senté en mi cama mientras observaba mi silenciosa habitación, en busca de algo para divertirme hasta que la noche caiga y deba dormir para mañana ir a la escuela.
Busqué en una pila de libros que tenía en una esquina. Aquellos libros eran de mi madre, eran los que me solía leer por las noches.
Comencé a leer los títulos de cada uno. Algunas eran largos y gordos, pero otros pequeños y delgados. Estaba allí ‘’Romeo y Julieta’’, la obra de William Shakespeare. Me quedé mirando la portada del libro, entonces lo tomé y lo dejé a un lado de los demás. Seguí viendo los otros títulos, pero me quedé con Romeo y Julieta. Me senté como indio sobre la cama, con las piernas cruzadas y comencé a leer las primeras páginas, recordando la voz de mi madre cuando me leyó este libro. Ella me había dado su opinión acerca de esta obra y yo le pregunté si podría comprar el libro y leerlo conmigo.
Un día ella llegó con él y de inmediato pedí que lo leyera.
Iba por la página 94 cuando me di cuenta de que la tormenta se había detenido. Ya era de noche y el frío nocturno comenzaba a sentirse en el aire. Marqué la página con un pedazo de papel y lo escondí debajo de mi cama. Sabía que si mi padre descubría que leía los libros de mi madre, los tiraría y me golpearía luego. Me acosté con la ropa que traía puesta, la que Claudia me había regalado e intenté conseguir calor cubriendo mi cuerpo con las finas sábanas, por más que fuera imposible.
En verano no sufría tanto por el frío de las noches ya que casi ni se sentía, e incluso a veces dormía sin cubrirme, pero en invierno todo era al revés. Algunas veces despertaba sin sentir nada de mi cuerpo por lo entumido que se encontraba.
El viento soplaba y provocaba un molesto silbido cuando pasaba por la madera que conformaba la pared de mi habitación, la que daba al exterior.
Recordé el calor que sentí dentro de la casa de Peter, había sido tan acogedor que luego de irme comencé a añorar lograr algún día tener una casa igual que la de ellos, así de grande, caliente, con chimeneas y cuadros que decorarían las paredes para ese entonces. Y, pensando en mi futuro deseado, me dormí bajo el cielo nublado.
Con unos pasos más, llegué a mi pequeña casa deteniéndome en la entrada. Cerré los ojos para intentar calmar mi temor. Al levantar mi mano derecha en forma de puño para golpear, la puerta de madera se abrió de una forma brusca y logré ver a mi padre, con los ojos hinchados. Lograba apreciar el hecho de que él no había dormido nada esta noche, gracias a las leves bolsas moradas bajo sus rojizos ojos. Él me miró expectante. Temblaba. Abrió la boca para decir algo, pero en vez de mencionar alguna palabra la cerró y tragó saliva fuertemente.
—Yo… Pensé…
Negué con la cabeza, mientras bajaba la mirada.
—Pensaste que había muerto… —terminé por él.
Él asintió con la mirada y se hizo a un lado para dejarme entrar al interior de la casa. Caminé frente a él y fui a mi cuarto para encerrarme allí hasta la noche.
(…)
No sé qué hora era. No tenía ni reloj, ni celular, ni ningún aparato que me lo dijera. Estaba oscureciendo ya y por mi ventana lograba ver las luces del hogar de Peter a lo lejos pasando por varios árboles y pequeñas colinas de tierra y césped. Recordé el cariño que recibí de parte de él y sus padres. Hace tiempo que no lograba comer sin hacer nada a cambio; ni limpiar, salir a buscar algo o tener que cocinar. Claudia cocinaba exquisitamente delicioso. También estaba la cama en la que dormí, era tan suave, olía bien y no le hacía daño a mi espalda como el colchón en el que dormía cada noche desde que mi madre murió.
Recuerdo que todas las noches ella se acercaba a mi cama y se acostaba conmigo. Yo me acurrucaba junto a ella para lograr sentir su calor y compañía. Algunas veces me cantaba canciones y cuando me las sabía, cantaba con ella. Otras me leía cuentos y libros hasta que el sueño me vencía. Pero lo mejor de todo, es cuando me llevaba algún peluche nuevo y dormíamos las dos abrazadas a él. En las tormentas, de esas donde aparecían los truenos y relámpagos, yo me iba a su cama a media noche diciendo que no lograba dormir y que me daban miedo los sonidos de la lluvia. Mi mamá y mi papá abrían las cobijas y yo me metía en el medio de ellos dos, luego mi madre me apretaba contra ella y se quedaba dormida.
Aquellos recuerdos lograban atormentar mi mente casi cada día desde que ella se fue. No lo he logrado superar, si no es obvio. Me senté en mi cama mientras observaba mi silenciosa habitación, en busca de algo para divertirme hasta que la noche caiga y deba dormir para mañana ir a la escuela.
Busqué en una pila de libros que tenía en una esquina. Aquellos libros eran de mi madre, eran los que me solía leer por las noches.
Comencé a leer los títulos de cada uno. Algunas eran largos y gordos, pero otros pequeños y delgados. Estaba allí ‘’Romeo y Julieta’’, la obra de William Shakespeare. Me quedé mirando la portada del libro, entonces lo tomé y lo dejé a un lado de los demás. Seguí viendo los otros títulos, pero me quedé con Romeo y Julieta. Me senté como indio sobre la cama, con las piernas cruzadas y comencé a leer las primeras páginas, recordando la voz de mi madre cuando me leyó este libro. Ella me había dado su opinión acerca de esta obra y yo le pregunté si podría comprar el libro y leerlo conmigo.
Un día ella llegó con él y de inmediato pedí que lo leyera.
Iba por la página 94 cuando me di cuenta de que la tormenta se había detenido. Ya era de noche y el frío nocturno comenzaba a sentirse en el aire. Marqué la página con un pedazo de papel y lo escondí debajo de mi cama. Sabía que si mi padre descubría que leía los libros de mi madre, los tiraría y me golpearía luego. Me acosté con la ropa que traía puesta, la que Claudia me había regalado e intenté conseguir calor cubriendo mi cuerpo con las finas sábanas, por más que fuera imposible.
En verano no sufría tanto por el frío de las noches ya que casi ni se sentía, e incluso a veces dormía sin cubrirme, pero en invierno todo era al revés. Algunas veces despertaba sin sentir nada de mi cuerpo por lo entumido que se encontraba.
El viento soplaba y provocaba un molesto silbido cuando pasaba por la madera que conformaba la pared de mi habitación, la que daba al exterior.
Recordé el calor que sentí dentro de la casa de Peter, había sido tan acogedor que luego de irme comencé a añorar lograr algún día tener una casa igual que la de ellos, así de grande, caliente, con chimeneas y cuadros que decorarían las paredes para ese entonces. Y, pensando en mi futuro deseado, me dormí bajo el cielo nublado.
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Holaa, les dejo doble capítulo
porque lo más probable es que ni viernes, sábado, domingo pueda subir :)
Me desanima que
ya no tenga el apoyo de antes, se nota claramente, pero bueno, trato de seguir
con las de siempre, gracias :)
NO A LAS/OS
LECTORAS/ES FANTASMAS.
Capítulo
dedicado a Ximena Ferreyra, primera en comentar en el capítulo anterior y
siempre pone su opinión ;)
-Maga. (@HumorDeLalita)
Hermosos capítulos geniaaa! SUBE MAS!
ResponderEliminar#AmorLaliter
Amooo tu novela!! Quiero maaas esta buenisima♥♥
ResponderEliminarMe encanto el capitulo :)
me encantaron +++++
ResponderEliminar@x_ferreyra7
Holaaass!! esta muy buena la nove :) me lei 4 capitulos al hilo, porqe me atrase un poco, cero tiempo para leer he tenido esta semana.
ResponderEliminarLindo cap el de hoy! al menos el papá sintió algo de culpa por echarla de la casa.
Lali dejandose abrazar por peter y por la familia de el, muy lindo <3
Maaaaasss Espero el proximo :)
@cami_const
Me encanta (:
ResponderEliminarMas.
@basabealeja.
Me encanto el cap. Muy bueno!!! :)
ResponderEliminarSube mass, Espero el prox. cap.!!! :)
@CamiiiSolis
Me en can ta!!!! cada vez mejor se pone... espero el proximo! :)
ResponderEliminar@myqueen_lali
Muy bueno! Espero el próximo! Sube más
ResponderEliminar@Lalitaa_Esposs
Me encanta tu novela! seguii porfa :)
ResponderEliminarMe encantooo..
ResponderEliminarno se como Lali pueda seguir viviendo cn un padre asi..quiza ssea porq es la unica persona que le queda..
Su padre pensando que la habia perdido podra cambiar su comportamiento tan de animal?y quiza empezar volver a ser lo de antes?
ya espero el prox cap..besos genia :)
@pl_mialma
me encanto!!!!!!!!!!!
ResponderEliminares tan poetico esto
seguila
@lectura_laliter
seguila me encanto lastima que no se quedo en casa de peter la verdad no se por que lo hizo si alli estaba mejor que en su casa pero bueh espero mas ojala lali y pitt se encuentren en la escuela cada vez sorprende mas esta nove sera que pitt en algun momento le protegera de aquellos que le moslestan y lastiman a lali?
ResponderEliminarVas a volver a escribir? siempre entro fijandome si escribis, me encanta tu nobe! espero que cuando termines esta sigas escribiendo mas @SheIsLaliEspos
ResponderEliminarsubí más capítulos
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