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viernes, 31 de octubre de 2014

Capítulo 23.

Capítulo 23:

La miré acercarse a mí mientras agarraba entre sus dientes su labio inferior. Su castaño cabello caía desordenadamente por sus hombros y espalda, también parte de sus mejillas. Ella se corrió el cabello hacía atrás de su oreja, justo después de plantarse frente a mí. Se le veía realmente nerviosa y adorable.
— ¿Qué pasa?
—Es que… yo… —hizo una pausa, mientras miraba detenidamente cada parte de mi habitación a través de las penumbras— Tuve una… pesadilla… Y cuando me desperté, hiciste que desapareciera, y yo…
— ¿Qué soñaste? —le pregunté, mientras le agarraba la mano.
—Era mi madre… Vi… Como moría frente a mis ojos —sus ojos se aguaron, su mirada perdida hacia la nada— La extraño, Peter… —sollozó, mientras soltaba llevaba ambas manos –luego de soltarme- a la cara para cubrirla.
Me levanté y me acerqué a ella para envolverla en mis brazos y así, hacer que se sentara conmigo. Acuné su débil cuerpo entre mis fornidos brazos, mientras acariciaba su cabello reconfortantemente.
—Shh… cariño, no llores. Vení, ¿Por qué no dormimos juntos por esta noche, mhm? —sugerí.
Ella se secó las lágrimas con las mangas de su pijama y asintió, algo avergonzada. Abrí las colchas y me acosté, para que luego ella se acostara junto a mí, dándome la espalda. Pasé los brazos por su cintura y la acerqué más a mi cuerpo, haciendo así una ‘’cucharita’’. Besé su húmeda mejilla, mientras Lali intentaba controlar su respiración. Mantenía los ojos cerrados, sin moverse. Me quedé allí, junto a ella, en la oscuridad y silencio de la noche, hasta que mi cuerpo y mente cayó en un profundo sueño, recordando el aroma del cabello de la chica que tendía a mi lado.

(…)

Las aves canturreaban fuera de la ventana, y unos pocos rayos desgastados de sol intentaban con todas sus fuerzas iluminar el sol a través de las nubes que no se querían ir de allí. Me desperté cuando unas ráfagas de viento chocaron contra la ventana de mi habitación, provocando un molesto silbido. Lali seguía a mi lado, completamente acurrucada entre mis sábanas y colchas. Sonreí. Vi que mi móvil tenía la pantalla encendida, por lo que lo tomé y revisé el mensaje de mi madre que había allí:
‘’Estaremos allí en la mañana’’
Revisé el reloj que se encontraba junto a mi cama, sobre un mueble. Eran las 10 am. Suspiré, mientras revolvía mi cabello. Agité suavemente a Lali, mientras me acercaba hasta su oído.
—Bonita. Bonita, desperta.
Sus párpados se agitaron antes de que los abriera. Me miró fijamente antes de sentarse, mientras se restregaba los ojos con pereza.
—Tenemos levantarnos. Mis padres estarán aquí en cualquier... —la puerta siendo abierta me detuvo. Sentí la chillona y agitada voz de Sofi allí abajo— …momento. —sonreí. Revolví su cabello antes de levantarme y estirar mis articulaciones.
La miré antes de llegar a la puerta.
—Será mejor que bajemos.
—Bien.
Ella se levantó y me siguió escaleras abajo. Mis padres llevaban algunas bolsas –que seguramente son los regalos que mi tía Silvia.  Siempre les da cuando van-. Ellos nos miraron y sonrieron, mientras se quitaban sus abrigos y dejaban sobre el sofá todas las cosas.
—Hola chicos. ¿Cómo durmieron? —nos preguntó mi madre, mientras sacaba de una de las bolsas dos paquetes y se dirigía a nosotros. Me tendió uno que tomé, luego el otro se lo dio a Lali, quien la miraba extrañadamente.
—Hola, Claudia… ¿Esto es para mí? ¿Sabía que yo… —mi mamá la detuvo negando con la cabeza.
—No, pero le conté y ella rebuscó entre sus cosas hasta hallar eso que hay allí. Espero que te guste —sonrió.
—Hola mamá. ¿Dónde está Sofi?
— ¡Aquí estoy! ¡Mira lo que me regaló! —gritó por algún pasillo. La vi correr hacía aquí con algo colgando desordenadamente en sus brazos.
Lali miró con curiosidad aquel bulto de colores varios. Esa cosa chilló, mientras Sofi intentaba tomarlo con más fuerza.
— ¡Sofía! ¡Pobre gato! —exclamó mi padre, mientras reía.
Sofía se acercó a mí y me lo dejó sobre los brazos. La pequeña bola de pelos maulló y gimió, revolviéndose nerviosamente sobre mí y enterrándome las garras.
— ¡Ouch! ¿De dónde salió? —pregunté. Lali se alejó de mí varios pasos, manteniendo distancia entre el gato y ella.
— ¿Recuerdas a la gata de Silvia? Quedó embarazada y cuando fuimos los gatos ya habían nacido. Silvia le regaló uno a Sofi, y ella fue quien lo eligió.
— ¡Y se llama Presidente Miau!
Lali la miró, algo nerviosa.
— ¿Presidente… Miau? —preguntó, mientras lamía sus labios.
—Sip. ¡Peter! ¡Deja que Lali lo agarre!
—No, no… Nunca he tomado un gato, no sé cómo hacerlo —se adelantó a decir ella.
La miré, mientras me acercaba a ella con una sonrisa.
—Yo te enseño. No te hagas problema, Presidente Miau se porta bien, ¿no es cierto, bola de pelos? —Como si el gato me hubiera escuchado, maulló— Extiende tus brazos —le ordené, al tiempo que ella lo hacía. Dejé al gato sobre ellos, quien maulló nuevamente y comenzó a ronronear, dando a entender lo cómodo que estaba— Puedes hacerlo cariño. No te morderá —aseguré.

Ella me miró, mientras suspiraba y con una mano –la que dejó libre del gato-, acarició entre las orejas el suave pelaje de Presidente Miau.

HOLA GENTE COMO ESTÁN (a lo Julian Serrano ah)
No se si prender fuego la escuela o prender fuego la escuela -.-
Espero que les guste el cap!

-Maga. (@HumorDeLalita)

miércoles, 29 de octubre de 2014

Capítulo 22.

Capítulo 22:

Eran las 2 am; y Lali se había quedado dormida en una de las habitaciones. Mi madre me había llamado avisando que por la tormenta no irían a casa, tal y como sospechaba. Luego de que la junta terminara, me levanté y fui a buscar a Lali, quien seguía dormida enrollada entre las colchas y sábanas. Tenía una expresión de completa paz en ese momento, la que debería llevar todo el maldito día.
Me acerqué a ella y la cargué, pasando sus piernas por encima de uno de mis brazos y con el otro aferrándola a mí por los hombros. La saqué, sin despertarla, por la puerta hasta la salida.
Allí estaban aún Nico y Stef, quienes hablaban animadamente. Ambos miraron en mi dirección cuando aparecí por la puerta. Stef miró fijamente a Lali antes de apartar la mirada.
— ¿Desde cuándo se quedó dormida?
Me encogí de hombros ante la pregunta de Stef. ¿Qué mierda le importaba?
—Luego de que comenzara a cabecear, bostezar y después de que la enviara a la habitación.
Él volvió a mirarla.
—Es tan bonita cuando duerme.
Lo miré furiosamente, mientras intentaba no ir y darle una patada. Nico –que supuestamente entendió mi mirada- golpeó con la mano en la nuca de Stef, haciendo que éste se sobresaltase.
— ¿Qué? ¿Qué dije?
—Cállate Stef. No tenes oportunidad. Ella te tiene miedo.
—Me tiene miedo incluso a mí —susurré, mientras miraba sus párpados cerrados y recordando el día en que la conocí, sabiendo que lo primero que vi de ella fue su ojo morado e hinchado.
Stef carraspeó.
— ¿Alguno de los dos notó que Agus fue muy distante con ella? —preguntó éste, intentando cambiar de tema.
—Agus jamás actúa así ante otras personas. Es solo que él, antes de que escapara de Uruguay, tenía una hermana. Murió en una explosión junto a su madre. Cuando llegó y me lo contó, me mostró una fotografía de ella. Lali podría ser perfectamente la réplica exacta de ella. Quizás Agus se sintió mal en cuanto la vio.
Miré a Nico. Jamás me había enterado de aquello. Lali se revolvió en mis brazos antes de suspirar dormida y volver a acurrucarse entre ellos.
—Será mejor que me vaya.
—Recuerda que si ves un auto fuera de tu casa, son los guardias que contraté para ti. Se irán en la mañana.
Asentí, y despidiéndome de ellos, salí fuera, cubriendo el rostro expuesto al frío de Lali lo más que podía haciendo que ella se apegara a mi pecho. Abrí el coche y la subí a ella en el asiento del copiloto, tirando de éste hacía atrás para que ella quedara más o menos recostada. Subí luego yo, encendí en auto y me dispuse a manejar a, ahora, nuestra casa.
(…)
Luego de entrar a Lali en mis brazos, ésta se despertó en cuanto la dejé sobre la cama de su habitación. Soñolienta, me miró y luego suspiró cansada.
—Intenta seguir durmiendo, pequeña —murmuré. Saqué uno de los pijamas que mi madre le había regalado a Lali, que estaba hecho de un suave y cálido algodón. Hice que se sentara— Vamos a ponerte ese pijama.
Ella se pasó las manos por la cara, intentando quitar un poco de su sueño. Ella luego alzó la vista para mirarme.
— ¿Vas a ayudarme a cambiarme? —preguntó, con la voz débil.
—Sólo si tú quieres.
—Tengo sueño.
—Si quieres dormir, primero debes ponerte el pijama para que estés más cómoda —le sonreí.
—Ayúdame. No creo lograr poder ponérmelo bien.
Asentí, mientras ella cerraba los ojos y bostezaba. Le quité el abrigo, dejándolo sobre una de las sillas que estaba a un lado de la cama. Luego le quité la camiseta, deteniéndome un momento para poder ver sus cicatrices. Tragué profundo, mientras retiraba la mirada y me calmaba para no ir en ese momento hacía el hijo de puta que le había hecho todo eso a ella. Le puse la parte de arriba del pijama, ella acomodándola alrededor de su cuerpo.
—Ayúdame para poder quitarte los pantalones.
 Ella se levantó, luego me miró.
—Creo que puedo ahora.
—Bien. Llámame si necesitas algo —le dije, mientras sonreía. Salí de la habitación, manteniendo en mi mente cada línea de un color más claro que el de su suave piel, que estaban impregnadas en ella.
Gruñí por lo bajo, mientras iba a mi habitación. Jamás pensé que alguien estaría así de lastimado, pero con Lali en mi casa, todo era diferente. Había visto en el estado que se encontraba su cuerpo, haciendo que mi mente involuntariamente comenzara a imaginarse lo mal que lo había pasado todo este tiempo.
Intentando quitar todos aquellos pensamientos que llenaban mi mente, me desvestí para darme una ducha.
(…)
Luego de salir del baño, vi la hora en el pequeño reloj que estaba al lado de mi cama. Eran las 2:54 am. Me coloqué el pijama que tenía guardado bajo la almohada y suspiré, agitando mi cabello ya seco por la toalla. Me acosté, abriendo las colchas y sintiendo en mis pies lo frío que estaba el interior de mi cama, aunque no me preocupé. Suspiré, intentando agarrar el sueño que nunca venía.
Luego de unos minutos, teniendo mis ojos cerrados e intentar dormir, sentí unos tímidos golpes en mi puerta. Abrí mis ojos, mientras me sentaba y suspiraba.
—Entra Lali… —dije, mientras veía como la puerta se abría y Lali asomaba su cabeza por entre la puerta y el umbral.
— ¿Estabas despierto?
—Sí, no te preocupes. ¿Qué sucede?
—No… No puedo dormir.
—Yo tampoco.
Miró hacía abajo, mientras se acercaba a mí a pasos lentos y tímidos.


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-Maga. (@HumorDeLalita)

domingo, 26 de octubre de 2014

Capítulo 21.

Capítulo 21:

Todos nos miraron cuando entraron. Peter me guió hasta un sofá y me hizo sentarme allí, mientras que él se sentaba en el brazo de éste a mi lado. Junto a mi estaba Nico, quien suspiró y se frotó las sienes.
— ¿Alguna idea?
—Deberíamos seguir su rastro para ver donde se quedan, primero que nada —señaló Agus, desde una esquina de la habitación.
—Eso primero que nada. En segundo lugar, deberíamos buscar a más gente y contratar guardias para todos nosotros solo por si acaso. Las amenazas debemos tomarlas en cuenta —dijo Nico mientras se levantaba. Se paseó por toda la sala hasta lograr encontrar su celular entre algunas bolsas de plástico de comida rápida. Comenzó a teclear algunas cosas y, luego de mirarnos a todos, salió de allí justo después de comenzar a hablar con la persona de la otra línea.
Comencé a sentirme incómoda, estando yo allí, una chica muy delgada y baja, entre muchos músculos y chicos de alta estatura. Me encogí repentinamente, mientras intentaba quedarme al lado de Peter.
*Narra Peter*
Sentí como Lali se pegaba más a mi pierna. La miré de reojo.
Ella estaba con la cabeza gacha y evitando todo contacto visual con los chicos. Tenía la espalda encorvada, haciendo así que levantase los hombros para esconder de ella todo lo posible.
Suspiré frustrado. ‘’¿Qué puedo hacer para quitarle el miedo?’’ me pregunté. Lali le temía a todo lo que se movía, obviamente todo por culpa del imbécil de su padre. Levanté un brazo y lo pasé por los hombros de ella, mientras que inconscientemente acariciaba su hombro con el pulgar.
Notaba lo tensa que estaba, entonces me incliné hasta pegar mis labios a su oreja y susurrarle: —No temas.
Ella me miró con la inseguridad reflejada en sus ojos, entonces asintió con la cabeza.
—Y… Bueno, ¿cómo te sientes, Lali? Peter nos dijo lo que te había sucedido hace unos pocos días —dijo Stéfano.
Ella dirigió su mirada a él y se tocó la cabeza, donde aún descansaban pegados y enterrados en su piel los puntos.
—Bien, supongo…
Stef le sonrió.
—Me alegro.
Rechiné los dientes. El muy hijo de puta. Besé la cabeza de Lali donde estaban los puntos con cariño y demostrándole a Stef y a los demás que ella era solo mía.
Noté como sus mejillas tornaban un color más rosa que antes, mientras sonreía tímidamente.
Nico volvió a los pocos minutos, guardando su móvil en el bolsillo de su pantalón.

—Contacté con Smith. Me dijo que estaría de acuerdo en buscar a Alexander y a los otros a cambio de algo. Aún no me lo dice, solo sé que lo sabré cuando todo esté listo. Solo es cosa de esperar hasta que me llame para que me de la dirección —hizo una pausa— ¿Peter? —Levanté la cabeza ante la mención de mi nombre— Hay un par de guardias fuera de tu casa por ahora. Solo es por precaución, ya sabes, ahora no solo debemos cuidar de ti —señaló con un movimiento de mentón a Lali— Debemos cuidarla a ella también.



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Capítulo corto porque mi mamá me tiene en penitencia, sin computadora y me dijo: te dejo media hora para que hagas eso de la novela. A veces no se si matarla o matarla.

-Maga. (@HumorDeLalita)

miércoles, 22 de octubre de 2014

Capítulo 20.

Capítulo 20:

Los chicos resultaron ser muy agradables conmigo, menos Agus, quien se mostraba algo alejado de mí. ¿Qué sucederá? Sabía que Peter les había contado lo que me hacían en la escuela y lo que me hacía mi padre. También lo que sabía de mí.
Peter me sentó junto a él en uno de los sofá de la casa, mientras me explicaba junto con los demás todo lo que debía saber. También Peter me hizo prometer que no le contaría nada a nadie, sobre todo menos a sus padres, quienes no sabían nada.
A los pocos minutos de haber llegado, habían comenzado a sonar truenos y relámpagos nuevamente, prometiendo una nueva y fuerte tormenta. Peter me había dicho que lo más probable era que sus padres no llegarían esa noche por Sofi, para que no salga al frío para llegar aquí.
—Lo mejor será que nos vayamos ahora.
— ¿Ir a dónde?
Me miraron y Peter, luego de un suspiro, me comenzó a relatar el problema que habían tenido con otra banda: The Red Hand. Y que habían dicho que los matarían a todos, uno por uno. Me estremecí con tan solo escuchar la palabra ‘’matar’’.
—Es por eso que nos iremos a nuestra base para planear algunas cosas. Venimos para llevar a Peter.
—Pero yo no pienso dejarte sola. Vos venís conmigo —espetó Peter.
— ¿Qué? —pregunté, algo nerviosa. ¿Ir con ellos a su ‘’base’’?
—Ya es hora de irnos —señaló Nico, mientras se levantaba y comenzaba a caminar a la salida. Agus salió tras él, al igual que Gas y Pablo. Stéfano me sonrió mientras se levantaba y estiraba perezosamente.
— ¿No querrás abrigarte primero, linda? —me preguntó él.
Miré mi atuendo. Llevaba unos jeans, la blusa de antes y una bata sobre los hombros. Asentí, mientras miraba a Peter.
—Espérame un momento, ¿sí?
—Está bien, pero apurate.
Asentí, mientras me apresuraba hasta llegar a la habitación donde me quedaría. Me quité la bata y la blusa, remplazándolas por una camiseta manga larga y un abrigo que era de Claudia. Me calcé con unas botas y salí de allí para bajar por las escaleras.
Hace mucho tiempo que no usaba algo tan cómodo en los pies. Lo único que tenía eran aquellas viejas deportivas que me apretaban por todos lados en los pies. Estas botas que Claudia me había regalado luego de unos minutos de haber llegado aquí después del hospital eran perfectas. Tibias, suaves y ligeras sobre mis pies. También se sentía bien poder estar abrigada como se debe.
Peter se había puesto una chaqueta de cuero negra, y me esperaba en la sala. Estaba solo y tenía las llaves de su Amarok y las llaves de la casa.
—Vámonos, cariño, que nos esperan —me sonrió.
Salimos los dos y yo esperé a que Peter cerrara la puerta de la casa para poder ir a abrir su Amarok. Me subí en el lado del pasajero y Peter se subió para manejar. Partimos luego de que él encendiera el motor con un rugido por parte de éste.
(…)
El barrio en el que estaba su ‘’base’’ era oscuro y silencioso. Tres autos estaban ya estacionados frente a una construcción que se notaba, que estaba abandonada. La pintura era de un desgastado azul, las ventanas tapadas por maderas. Peter apagó la Amarok luego de estacionarla detrás de una camioneta negra y se bajó. Yo me bajé luego.
El frío era muy notorio, por más que uno estuviera bien abrigado. El viento movía los cabellos sueltos de mi moño sobre mi cabeza, congelando las puntas de mis orejas y nariz. Peter me tomó de la mano y me guió dentro, donde se lograba percibir un fuerte olor a humo y marihuana. Tosí.
— ¿Estás bien? —Me preguntó él— El olor es horrible y asqueroso, pero después te acostumbras.

Asentí. Peter me llevó sin soltarme la mano hasta una pequeña salita, donde había un sofá de cuero desgastado y unas sillas. Todos estaban allí.


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Tengo rato libre y digo... Voy a subir novela :) ah
Capítulo dedicado a @SheIsLaliEspos, primera en comentar en el anterior ;)
-Maga. (@HumorDeLalita)

lunes, 20 de octubre de 2014

Capítulo 19.

Capítulo 19:

Me senté en una de las esquinas del baño. Las lágrimas por el susto caían por mis mejillas, pero no me había dado cuenta hasta que vi una de ellas caer sobre mi brazo.
Nunca me había imaginado a Peter metido en algo como eso. Siempre le veía tan bueno conmigo, amable y simpático. Era suave y muy cuidadoso cuando hablaba conmigo, o cuando me tocaba de alguna forma.
Estaba histérica. Agitada.
‘’ ¡Cálmate Lali!’’ me obligué a mí misma. Comencé a respirar pausadamente, haciendo caso omiso a los sonoros golpes que se sentían en la puerta del baño.
— ¡Lali! ¿Estás ahí? ¿Podemos hablar?
Respiré hondo una vez más antes de responderle: —Solo… Necesito un segundo… Por favor…
 —Lali, abre la puerta, cariño. Por favor —escuché su suspiro— Bien. Te esperaré en la sala, ¿sí?
 —B-bien…
Hubo un silencio durante unos pocos segundos, hasta que la voz de alguien, que no conocía, se escuchó.
— ¡Lali! ¿Qué pasó? ¿Quién es ella? ¿Por qué actuó así?
—Cállate, Stéfano. Te lo contaré todo, pero vamos a la sala. Llama a los chicos para que entren y así hablar más tranquilamente, ¿sí?
—Bien.
Al sentir que los pasos que se alejaban, me levanté, mientras borraba cada indicio que permitiera saber que había llorado. Me lavé la cara e intenté asimilarlo todo.
Si, fue algo… Estúpido haber reaccionado así. Pero no supe qué hacer. Rasqué mi cabeza mientras mordía mi labio inferior y suspiraba. Miré la puerta por el espejo de la pared. Sabía que había más que los tres, entre ellos, Peter que ya conocía. Bajé la cabeza.
—No temas. Sabes que si Peter te querría hacer daño, ya te lo habría hecho —quise darme apoyo yo misma, ya que no tenía a nadie en ese momento.
Quité el cerrojo de la puerta y salí de allí, lo más callada posible. Me asomé por una pared para ver a Peter, Nico y tres chicos más sentados allí, en el sofá de la sala mientras hablaban. Me armé de valor y, aguantando la respiración innecesariamente, me asomé mientras avanzaba a pasos inseguros hasta donde estaba Peter, jugueteando inconscientemente con mis manos. Él me vio y se levantó de donde estaba. Sentí varios pares de ojos curiosos posarse sobre mí.
— ¿Estás bien? Lo siento si te asusté, no quise desirtelo de una forma tan brusca.
—Yo… Estoy bien…
—Hola, soy Stéfano —un chico de cabellos y ojos castaños se acercó a mí, alzando la mano en mi dirección y con una radiante sonrisa iluminando su rostro.
Tomé insegura su mano, él se la llevó a los labios para depositar un beso en el dorso de ésta.
—Oh… Uhm, hola. Soy Lali.
—Es un gusto, lindura.
—Sí, sí, sí. Ya basta, Romeo —espetó Peter, mientras me tomaba posesivamente la mano y me alejaba de él.
Los demás rieron, mientras Peter resoplaba.
—Lali, te presentó a Pablo y Gastón Martínez Dalmau. —señaló a los chicos que eran casi iguales, pero con ojos totalmente diferentes. Ellos me sonrieron cálidamente— Él es Agustín Sierra —señaló al otro castaño de la habitación—, y ya conoces a Nico y Stéfano. Con ellos trabajo, Lali.

Sonreí forzadamente, pero prácticamente me ocultaba entre los brazos de Peter que se cerraron instintivamente sobre mis hombros, mientras susurraba algo en mi oído: —No temas, linda. No te harán nada, lo prometo.


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Perodonen que no conversa con ustedes al final de los capítulos como siempre (? Es que el cole me agobia con cosas, mas ahora que estamos en la recta final.
Capítulo decidido a Mika, Chari, LaliWith1D :)

Maga. (@HumorDeLalita)

sábado, 18 de octubre de 2014

Capítulo 18.

Capítulo 18:

Lali suspiró antes de separarse de mí y mirarme fijamente a los ojos. Eran tan intensos, y desde a esta distancia lograba distinguir todas sus formas y líneas desiguales. Iba a volver a besar aquellos deliciosos labios pero un ruido me interrumpió.
Llamaban a la puerta.
Suspiré derrotado. Besé el cuello de Lali antes de volver a separarme de su cuerpo. Me coloqué la camisa que me había quitado después de levantarme.
—Iré a atender… —dije. Iba a salir de la habitación cuando observé como comenzaba a vestirse nuevamente, y supe allí que aquel mágico momento había desaparecido.
Bajé las escaleras frustrado mientras me arreglaba un poco la ropa y el cabello… E intentando hacer pasar desapercibida mi erección. Al abrir la puerta, vi a Nico parado allí completamente de negro.
 —Surgió un problema, Peter. Y no, no puede esperar —señaló antes de tener que escuchar mi protesta.
—Decime.
Suspiró, sacando las manos de los bolsillos de su cazadora, dejándome a la vista la sangre que había en ellas.
 —The Red Hand. Llegó hace unos días causando ya problemas. Ahora llegamos de una persecución luego de que hicieran explotar uno de nuestros camiones que iban hacía el sur. Logramos matar a su conductor, pero ellos escaparon. Llamaron advirtiendo que matarían a cada uno de nosotros. Uno por uno. Vine a buscarte para que nos ayudes a investigar sobre ellos. Sé que tus padres fueron a la casa de una tía tuya. Los vi cuando íbamos en camino para acá.
—No puedo ir con ustedes.
 Nico se mostró estupefacto. Era evidente ya que siempre hacía lo que él necesitaba que hiciera.
 — ¿Qué? ¿Por qué?
—No estoy solo.
— ¿Peter? —llamó Lali.

 *Narra Lali*

¿Qué estará haciendo? Me pregunté. Llevaba más de 5 minutos allí abajo. Hablaba con un hombre… Podía escuchar sus voces. Me levanté, colocándome un chal de polar sobre los hombros para calentarme y comencé a bajar las escaleras.
— ¿Peter? —pregunté cuando ya llegaba al final. Vi a Peter parado allí, frente a un hombre alto, fornido y de apariencia sombría. Él clavó su gélida mirada sobre mí, luego miró a Peter.
 — ¿Quién es? —preguntó. Su voz gruesa y grave. Un escalofrío recorrió mi espalda. Retrocedí instintivamente.
—Te dije que no estaba solo.
Lo miró duramente antes de volverse y acercarse a mí. Tomó mis manos.
 —Lali, él es Nicolás Riera. Nico, ella es Lali Espósito. Se queda ahora en mi casa —dijo él, recalcando las últimas palabras.
 Nico me sonrió a duras penas antes de hablar: —Es un gusto conocerte Lali.
 Intenté sonreír, pero en vez de eso salió una mueca.
 —No iré, Nico.
—Llévala, Peter. Te necesitamos ahora.
—No sabe nada.
 ‘’Deberían dejar de hablar como si yo no estuviera aquí’’ pensé. Bajé la mirada.
—Si te quedas aquí, podrían venir, ver las luces encendidas de esta casa y matarlos a los dos.
—El muy hijo de put*… —gruñó Peter.
 ‘’¿Matarnos? ¿Quién querría matarnos?’’ Comencé a retroceder, completamente bloqueada. ¿Nos matarían si nos quedábamos? Peter me miró, con expresión preocupada. Comenzó a acercarse a mí, con precaución.
 —Lali… Déjame explicarte, ¿queres?
 Lo miré, pero no respondí. Retrocedí tanto que choqué contra el respaldo de una silla y casi caigo. Por suerte me afirmé lo bastante fuerte al suelo como para no hacerlo.
 — ¿Q-quién quiere m-matarnos?
-Vos no estás metida en nada de esto, Lali. Mira, ¿recuerdas la otra noche, cuando me viste salir tarde por la noche? Iba a juntarme con Nico y otros chicos. Somos una banda, que vende drogas, ¿entiendes?
Lo miré, completamente quieta. Mis sentidos me decían que comenzara a correr, así que lo hice. Corrí tan rápido como mis piernas me lo permitieron, por entre los sillones, escalones y muebles.
 — ¡Lali! ¡Para, Lali!
 Comencé a llorar de la desesperación y el miedo que sentía en ese momento. Estuve todo este tiempo con alguien que vende drogas y que probablemente mata. Necesitaba tiempo. Mucho tiempo para acostumbrarme.



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Capítulo dedicado a los anónimos que comentaron, Xime F, Ale R, Cahri, Lote, Cami Solis, Aldi, Cami Cosntanza, @myqueen_lali.

-Maga. (@HumorDeLalita)

viernes, 17 de octubre de 2014

Capítulo 17.

Capítulo 17:

¡Dios! Sus labios eran exquisitos. Podría estar así todo el día. Ella estaba tensa, lograba sentirlo. Pase una mano por su nuca, enredando mis dedos entre sus sedosos cabellos. Presioné su cabeza con la mía para así dejar un firme beso. Al ver que no respondía, me aparté, algo apenado después de todo.
—Yo… Lo siento Lali. No debí hacerlo. Me dejé llevar.
Ella se ruborizó.
—No… No te disculpes… Me ha gustado… Pero —suspiró, ruborizándose aún más— No sé… Nunca he dado un beso en mi vida… Uhm…
Sonreí. Le había robado su primer beso. Era toda una inexperta respecto a ese tema. Acaricié su ruborizada mejilla.
—Solo relájate, ¿sí?
Asintió, sin mirarme. Alcé su mentón con mi mano, para así poder verla a los ojos. Sus hermosos ojos que irradiaban destellos. Me volví a acercar; nuestras narices chocaron, nuestros alientos volvieron a mezclarse, y nuestros ojos se conectaron. Me demoré unos segundos en darme cuenta de que Lali estaba aguantando la respiración. Acaricié su cabello suavemente antes de sonreír.
—Relájate Lali.
Demoró en que me hiciera caso. Reí bajito antes de volver a unir nuestros labios. No hizo nada, por lo que yo abrí sus labios con la punta de mi lengua para explorar su interior. Sabía a algo que jamás había probado. Era dulce y amargo a la vez. Una combinación perfecta. Cerró sus ojos, dejándose llevar por las emociones, al igual que yo.
No estaba acostumbrado a ser tan suave con las chicas en lo que respecta a un beso. Siempre buscaba algo brusco y fuerte, pero con Lali era diferente. No podía evitarlo. Debía ser suave con ella. Era extraño en mí actuar así. Algún día mis padres sabrían lo que yo hacía; matar y vender droga. Quizás no me dejarán más ver a mi primita por temor a que yo le hiciera daño… Primero muerto, era como una hermana menor para mí. No quería pensar en eso en este momento, por lo que borré aquellos pensamientos de mi mente.
Tomé las manos de Lali para dejarlas sobre mis hombros y hacer que de alguna manera me abrazara, pero ella no cooperaba. Me aparté unos milímetros.
—Abrázame, Lali. No te haré daño —aseguré, antes de volver a besarla.
Su respiración era irregular, por lo que a veces se separaba de mis labios para tomar aire. Jugué con su lengua un par de veces antes de apretarla más a mí, cuerpo con cuerpo. Ella se estremeció y me abrazó con debilidad, pero al menos me había abrazado. Comencé a regar besos desde las comisuras de sus labios hasta su cuello.
—Peter… —susurró, mientras un jadeo se escapaba de sus labios.
— ¿Quieres que me detenga? —susurré contra su húmeda piel.
—N… No.
Al escuchar su respuesta, inmediatamente le quité con suavidad la blusa, dejándola solo con el sostén que mi madre le había regalado cuando llegamos aquí. Ella intentó cubrirse, separándose de mi ruborizada. Me aparté mientras corría su cabello de su frente.
—Oye… No tienes que hacer esto si no quieres —le dije.
Ella me miró, mientras suspiraba.
—No quiero que veas esto… —susurró ella.
— ¿Qué cosa?
—Las marcas… Del paso del tiempo… —bajó la cabeza, sin apartar sus brazos de su pecho y estómago, intentando cubrir aquellas partes lo más que podía.
—Déjame ver, Lali.
Negó con la cabeza. Me tiré con suavidad sobre ella, dejándola bajo mi cuerpo. Le quité los brazos, agarrándola con firmeza por las muñecas con una mano y elevándolos sobre su cabeza. Ella chilló en protesta, pero no intentó volver a cubrirse. Me alcé para ponerme de rodillas; cada una al lado de su pequeña cintura y miré su cuerpo. Tragué saliva.
Las cicatrices llenaban casi cada lugar de su piel. Algunas de tonos oscuros y otras de unos tonos más claros. Tenía moretones que recién comenzaban a desaparecer, y una que otra herida casi curada por completo. Había una larga cicatriz cubriendo su vientre, de extremo a extremo. No era muy gruesa, pero era notoria por lo blanca que era. Toqué con suavidad con la yema de mis dedos, mientras la miraba a los ojos. Ella los tenía cerrados.
— ¿Qué te sucedió?
—Ese día… Llegué con un golpe en el brazo. Era un moretón muy grande y muy oscuro. Papá se enfureció. Era verano y yo solo llevaba una camiseta. Me aventó un plato grande y uno de los pedazos me provocó la herida. Demoró al menos dos o tres semanas en curarse casi hasta desaparecer… Tengo otra en la espalda de esa vez, cuando caí sobre otro… Es pequeña… Peter… —gimió asustada— No me toques ahí…
Dejé de tocarla. Besé su frente, sus mejillas, sus párpados, sus labios, su barbilla y cuello. Quería que se sintiera segura conmigo. Me quité la camisa y la arrojé a un lado, antes de abrazarla con fuerza.
—Te haré olvidar… Si me lo permites.
—Peter… Tengo miedo.

Hola bellezas internacionales, todo joya? Yo seee.
Me di cuenta que este proyecto ya pasó las 10.000 visitas  y está a punto de llegar a las 11.000 :) 
Sé que para ustedes puede ser una Pavada, pero el BLOG lo fundé hace 1 mes, y para mi es mucho, no se :)
Este capítulo va dedicado para todas/os las/os lectoras/es que me apoyabn para seguir, gracias, esto no sería nada sin ustedes :)

-Maga. (@HumorDeLalita)

miércoles, 15 de octubre de 2014

Capítulo 16.

Capítulo 16:

Peter me dijo que me llevaría con él a la escuela, pero antes de que yo me alejara de él, él me había agarrado del codo obligándome a quedarme. Luego dijo algo que me había dejado helada.
—Yo te protegeré en la escuela. No permitiré que nadie se te acerque o te haga daño. Te lo prometo.
La respiración se había ido de mis pulmones y solo pude quedarme allí, mirándolo como una estúpida. Él me sonrió y me dejó libre para irse a su habitación. Luego de eso no lo vi más.
Estaba tendida sobre la cama boca arriba observando el blanco techo, pensando en lo sucedido esta mañana. Paula empujándome. Yo en el hospital. Peter diciendo que me cuidaría. Mi padre… ¿Qué estará pasando por su cabeza? Me acurruqué entre los muchos cojines cuadrados y cubrí mis pies con la frazadita de piel y polar. Suspiré y desvié la mirada hacía la ventana que a estas alturas de la tarde estaba empañada por la humedad y el frío. Golpearon la puerta antes de que ésta se abriera y Peter entrara algo cauteloso a la habitación. Me di la vuelta sin levantarme, pero cuando vi que abrió la boca y no dijo nada, me senté mientras ordenaba algo de mi enmarañado cabello. Vi su esfuerzo por hablar, así que lo ayudé.
— ¿Qué pasa Peter?

*Narra Peter*

¡Diablos! ¿Por qué me tomaba trabajo hablar con ella? Suspiré frustrado mientras me acercaba a ella lo suficiente como para sentarme a su lado en la cama. Fue entonces cuando hablé.
—Yo solo te quería preguntar las cosas que te hacía tu padre.
Ella solo se dignó a mirarme unos segundos antes de desviar la mirada hacía otro lugar, con la cabeza gacha.
—Yo… —calló.
Le tomé las manos, intentando consolarla.
—Sólo quiero saber… No tienes que responderme si no quieres, ¿sí?
—Bueno. Pero quiero que sepas… Yo… uhm… nunca le había dicho nada a nadie, ¿sabes? Solo… tenes que tenerme paciencia…
Esta vez fui yo quien la callé.
—Tengo tiempo —sonreí.
—Bueno… Te contaré lo peor que me ha hecho… Era verano y hacía mucho calor. Mi papá estaba tomando cerveza fría, y yo lo único que quería era algo para refrescarme, ya que tenía la boca seca. Entonces fui y le pedí un poco… Se enojó… mucho y en vez de darme un traguito, me golpeó con una de las sillas que tenía allí con él. Me rompió por segunda vez el brazo allí. Casi me mata. Cuando desperté, estaba sobre un suelo completamente húmedo por mi sangre, ya que me había hecho muchas heridas algo graves. Él se había ido a trabajar. Yo sola me curé las heridas y cuidé mucho de mi brazo. Para ello debí faltar una semana a clases para evitar que Paula me dañara en alguna otra parte —se detuvo y la vi sollozar.
Ella estaba sola en el mundo. No tenía a nadie allí para ella, y el hijo de put* de su padre no le proporcionaba ni un trago de agua fría. Las lágrimas caían de sus hermosos ojos, y eso hizo que algo muy profundo en mi interior se rompiera. Logré sentir su temor, el miedo en ellos cuando miraba a alguna persona.
La estreché firmemente en mis brazos y noté como se tensó por un momento para que luego se relajara en ellos. Escondió su rostro en mi cuello, mientras intentaba controlarse.
—No me gusta que me vean llorar —farfulló.
—Shh… Es mejor mostrar tus sentimientos en vez de guardártelos y hacer que ellos te hagan daño —intenté calmarla. No lo logré.
Estuve así unos minutos con ella, consolándola, hasta que sus sollozos se fueron controlando hasta detenerse, pero no se apartó, si no que se mantuvo apoyada en mis brazos hasta que noté que se había quedado dormida. Acaricié su suave cabello antes de acostarla junto a mí en la cama.

Habían pasado al menos cinco minutos hasta que mi madre entró en la habitación. Señalé con una mueca a Lali para que evitara hacer ruido. Ella asintió y me pidió con un gesto que saliera de la habitación. La seguí hasta el pasillo.
—Pensaba en invitar a ustedes dos para que nos acompañaran hasta la casa de tu tía Silvia, aun que veo que eso no será posible, ¿no?
Negué: —No mamá. Me contó una de las veces que su padre le ha golpeado y lloró hasta dormirse.
Mi madre me miró preocupada y asintió.
—Pobre chica… No puedo creer todo lo que ha sufrido desde que su madre murió. Qué bueno que la encontraste, ¿sabes? —Me sonrió y me besó cariñosamente la frente— Iré con tu padre y Sofi, ¿sí? Cuida a Lali… Y nada de cosas, ¿eh? —me guiñó un ojo pícaramente y salió hasta el vestíbulo donde mi padre y mi primita la esperaban. Mamá les dio la noticia y luego de que se despidieran de mí se fueron.
Suspiré y volví a entrar a la habitación para ver a Lali sentada, con las mejillas ruborizadas. Le sonreí y fui con ella para sentarme a su lado.
—Creo… que me dejé llevar… Uhm… lo siento… —dijo, sin mirarme.
— ¿Qué? ¿Te disculpas por llorar para desahogarte? No, ni lo penses.
Ella levantó la vista por un momento y asintió mientras se corría el cabello detrás de las orejas. El silencio llenó el vacío de la habitación, fue entonces cuando miré sus labios que estaban entreabiertos. Rosados, suaves a la vista y para nada de secos.
Fue un impulso, o quizás no. Le alcé el mentón con una mano y me acerqué a ella para besarla.

HOLAAA SI SOY TAN HDP QUE LA VOY A DEJAR AHÍ, PARA QUE SE QUEDEN CON LA INTRIGEISHON (?
Gracias por todos los comentarios en el cap anterior, pensé que la novela ya había cansado y como consecuencia había perdido lectores/as :( Pero me demostraron que no, es bueno, gracias :) 
Capítulo dedicado a Xime Ferreyra, que además por comentar primera el capítulo anterior, se está volviendo super fan de la nove pareciera, siempre comenta, gracias Xime ;)

Maga. (@HumorDeLalita)

lunes, 13 de octubre de 2014

Capitulo 14 y 15

Capitulo 14:

Desperté más temprano que lo habitual. A veces llegaba tarde a la escuela por no saber la hora, pero siempre me despertaba antes de que el sol saliera. Yo logré crear mi propio reloj con las montañas y el sol. Un día cuando yo ya estaba en la escuela y tocaron para entrar a clases, miré hacia las mismas montañas que veía desde mi ventana y logré apreciar que el sol estaba cuatro dedos arriba de la elevación más alta.
La imagen no se me borró nunca de la mente.
Me senté en la cama y miré hacia afuera. El sol aún no aparecía, pero no me importaba. Me levanté y estiré, mientras se me escapaba un bostezo. Intenté despejar el sueño de mi mente restregándome los ojos, algo que hacía todos los días. Con la misma ropa que ayer me puse en la casa de Peter, busqué los libros que debía llevar hoy a la escuela y, como no tenía otro bolso, debía cargar con ellos ida y vuelta. Salí de la casa en silencio, por cualquier cosa y comencé mi caminata de todas las mañanas.
Los caminos de tierra estaban húmedos y mojados por la nieve que quedaba de la noche anterior. Había pozos por varios lugares y yo intentaba esquivarlos, incluso lo hacía saltando sobre ellos. Recordaba cuando era una pequeña niña y saltaba los pozos luego de las tormentas. Me mojaba por completo las veces que caía sobre ellas y reía sin parar. Quise sonreír por aquellos recuerdos, pero no pude.
Estaba con la cabeza gacha, observando atentamente el camino que se encontraba frente a mí, que ni siquiera logré darme cuenta de lo mucho que ya había caminado. A unas dos o tres cuadras se encontraba el colegio. Había pocos chicos entrando a ella ya que aún faltaban al menos media hora para que empezaran las clases y la mayoría de ellos llegaban diez minutos antes.
Caminé hasta la entrada vacía hasta adentrarme profundamente por los pasillos de mi infierno diario. Había pocos alumnos por ellos, ya que la mayoría estaría por las grandes áreas verdes que tenía la escuela. Fui a mi casillero para guardar allí los pesados libros. Mientras me disponía a poner la clave de mi casillero, sentí como unas finas manos mi lanzaban hacia atrás, provocando así que yo soltara todos mis libros y estos cayeran al suelo… Al igual que yo. Respiré profundamente, sintiendo el dolor en mi nuca por el brutal golpe que me di contra el piso. Abrí los ojos y vi como Paula y sus amigas reían a mi lado. Gemí cuando intenté levantarme.
Pasé las puntas de mis temblorosos dedos por mi nuca lentamente y sentí un agudo dolor allí. Volví a ver mis dedos y vi las yemas de mis dedos rojas. Estaba sangrando. Suspiré.
— ¡Hey! ¡Lali! —escuché la voz de Peter por el pasillo. Sentía sus pasos, estaba corriendo hacia mí. Lo sentí acuclillarse a mi lado, mientras tocaba mi frente y mis mejillas.
Las risas cesaron.
— ¡Hey! ¿Qué haces con la rarita? —preguntó una de las amigas de Paula.
— ¿¡Pero qué mierda hicieron!? —preguntó Peter de una forma furiosa, sin apartarse de mi lado.
—Lo que ves, cariño —respondió Paula con aire seductor.
Peter juró por lo bajo al ver como un charco de sangre comenzaba a formarse bajo mi cabeza. Yo en ese momento tenía los ojos cerrados ya que la luz me molestaba. Peter pasó su brazo por mis hombros y cuello, al igual que con el otro por detrás de mis rodillas. Me cargó con suavidad, evitando movimientos bruscos. Pasó al lado de Paula casi empujándola y me llevó a paso rápido a la enfermería de la escuela. Luego todo fue negro.
(…)
Desperté sobre una camilla en una habitación desconocida. Había una enfermera anotando algo en una pequeña agenda cuando miró mis ojos y sonrió.
—Por fin desperaste, linda —me dijo mientras me cubría hasta la mitad del pecho con las mantas y acomodaba mi almohada— ¿Cómo te sientes?
—Algo… Mareada… Confundida… —sacudí mi cabeza con lentitud— ¿Dónde estoy?
Ella me miró y siguió anotando.
—Estás en el hospital. Te diste un golpe muy fuerte en la cabeza y te debimos poner puntos. Ahora tienes una anestesia local que quizás de aquí a una media hora se te quite y puede que sientas algo de dolor. También te pusieron una venda alrededor de la frente —se detuvo un momento para verificar unas máquinas a mi lado— Hay un chico afuera que pregunta a cada minuto por vos. ¿Queres que lo deje pasar?
Asentí, sabiendo que se trataba de Peter. ¿Quién si no él se preocuparía por mí? ¿Mi padre?
La enfermera desapareció y a los segundos apareció Peter por la puerta. Suspiró al verme despierta. Se acercó a mi lado y se sentó a los pies de la cama.

— ¿Estás bien?

Capítulo 15:


Peter me tomó la mano, antes de correr unos cabellos de mi rostro.
Asentí con la cabeza, sin lograr sentir nada por las anestesias.
Luego de unos minutos de silencio, él preguntó: — ¿Paula siempre te hace cosas así?
Volví a asentir. Él bufó por lo bajo.
— ¿No te defiendes? —gruñó.
—S-si lo hago… Me golpea m-más fuerte…
Volvió a bufar.
— ¿No tenes a nadie que te ayude?
—Todos me m-molestan por culpa de Paula… Y-yo ya estoy acostumbrada…
El silencio cayó luego entre nosotros. Jamás le había dicho a alguien lo que me hacían en la escuela, y se sentía raro hacerlo por primera vez. Agaché la cabeza, intentando ocultar mis sentimientos. Esperé a que él se fuera de ahí y me molestara igual que los demás, pero no lo hizo. Se quedó allí, con mi mano entre la suya y con el pulgar acariciándome el dorso de ésta.
—Yo te cuidaré, Lali.
Levanté la mirada, extrañada por lo que acababa de escuchar.
— ¿Qué? —pregunté.
—Que yo te cuidaré. Nadie volverá a tocarte otra vez.
—No. No, no, no. Sería suicidio social.
Él se encogió de hombros despreocupadamente mientras sonreía.
—Yo quiero hacerlo. Deja que alguien se preocupe por vos, Lali.
Asentí, algo asustada.
—M-me… ¿Me prometes que lo harás sin importar lo que suceda?
Él asintió.
—Es una promesa.
(…)
Eran las cuatro de la tarde y yo aún seguía en el hospital en la cama. El doctor llegó cuando las enfermeras me estaban entregando el almuerzo y pidió hablar en privado conmigo. Cuando las enfermeras se fueron él me dijo:
—Tienes al menos diez kilos menos de tu masa corporal ideal, Lali. Debes alimentarte más.
Luego de eso, los padres de Peter junto con él y Sofi entraron. Cluadia me preguntó por mi peso. Claro estaba que el doctor se los había dicho en cuanto salió. No aguanté más. No quería seguir mintiendo y nada de eso, por lo que les conté lo de mi padre, omitiendo las veces que me golpeaba o me arrojaba contra algo.
—Mi padre desde que mi madre falleció que bebe. Se ha vuelto un alcohólico. Él me golpeaba cuando yo hacía algo mal y nunca me dejaba comer hasta hoy en día.
Claudia quedó estupefacta al igual que su marido. Peter me abrazó con fuerza, rogando contra mi oído que me fuera a vivir con ellos. Su madre también insistió en ello, además de sugerir ponerle una denuncia a mi padre por violencia familiar. Yo le pedí que no lo hiciera, que ya no me golpeaba –de todas formas tuve que mentir- para poder proteger a la única familia de sangre que me quedaba, ya que comenzaba a considerar que la familia de Peter era también la mía.
Claudia al final aceptó no poner ninguna denuncia en nombre de mi padre, pero me pidió que me fuera a vivir con ellos. Que me darían techo, comida, me comprarían ropa y cosas y la habitación de invitados sería mía.
No podía estar más agradecida de que el mundo me diera otra oportunidad al encontrarme con esa familia.
Me dieron el alta después. Ni Peter ni yo asistimos a alguna clase el día de hoy, pero no importaba. Íbamos Peter y yo en su auto, ya que él me había traído, y los demás se irían en el auto de la familia. Sentía la mirada de Peter en cuanto el auto se detenía por algún semáforo o alguna señal de ALTO, pero en ningún momento habló. Para cuando llegamos a su casa, yo veía desde allí mi pequeña casita. La luz estaba encendida, lo que quería decir que quizás papá estaba en casa y debería de estar muy enojado conmigo por no hacer nada en su ausencia, pero no debía preocuparme por que por ahora no iría allí.
Claudia me pasó algo de ropa para los siguientes días y una mochila negra que tenía guardada para los libros y esas cosas. Lo bueno era que tenía todo los materiales en la escuela y nada en mi casa, lo que me dejó suspirar de alivio.

Hola beybys (?
YA TENGO OTRA NOVELA EN MENTE CUANDO SE TERMINE ESTA. A MI ME RE FASCINÓ.
Capítulo dedicado a #AmorLaliter, primera en comentar en el capitulo anterior :)

Maga. (@HumorDeLalita)