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Twitter: @HumorDeLalita.

lunes, 29 de septiembre de 2014

Capítulo 07.

Capítulo 07:

— ¿Qué? —pregunté confundida.
Suspiró, mientras se pasaba una mano por su cabello desordenándolo por completo.
—Es que te veo… No lo sé. ¿Rara? No de la forma en la que tú crees. Es que en tus ojos logro ver tu miedo, también tu inseguridad... Era solo una pregunta de curiosidad. No importa.
Desvié mi mirada para ver hacía mies pies. No le diría mi reputación como la ‘’rarita’’ en la escuela, ni tampoco el tipo de relación que tenía con mi padre. Era obvio que cuando fuéramos nuevamente al Mandalay él se daría cuenta de cómo todos me trataban; se daría cuenta de que el golpe que él vio cuando se sentó a mi lado en la clase del profesor Gago lo había provocado Paula por haber intentado protegerme.
¿Se notará el golpe? Inconscientemente me llevé la mano hasta el pómulo de mi mejilla. No sentí el mismo dolor como el de esta tarde, pero aun así sentí unas ligeras punzadas en ella.
No, no le respondería a aquella pregunta con la verdad.
—Bueno, apenas y se t-tu nombre… —diablos, debo dejar de tartamudear.
Él rió. Notaba la diversión detrás de aquella sonrisa —Eso es obvio. Yo tampoco te conozco, pero tampoco podía dejarte allí para que murieras de frío.
Asentí, entendiendo su punto y por un momento, logré sentirme querida, aunque no fuera un cariño que se pudiera notar.
— ¿Tuviste piedad de mí? —pregunté con la mayor inocencia del mundo.
El me miró realmente extrañado. Sonrió de lado mientras negaba con la cabeza.
—No sentí piedad de vos, Lali. Solo te vi y me dije que debía ayudarte. ¿Qué si no? Estabas pálida y más helada que un hielo. Aún no logro entender cómo pudiste haberte perdido.
—No siempre fui buena con los caminos.
Asintió, mientras sonreía.

(…)

Luego de aquella conversación, la madre de Peter me llevó hasta la habitación para invitados que era del porte de mi habitación multiplicada por diez. ¡Era enorme! Tenía una cama matrimonial cubierta por colchas de color carmesí. Las paredes eran verde manzana y piso flotante. Las cortinas de un color carmesí, mientras que unos visillos transparentes me separaban de la hermosa vista que se lograba apreciar desde allí. Tenía varios muebles con cajones y otros para dejar cosas. Como había dicho ella anteriormente, tenía una pequeña chimenea en una esquina que el padre de Peter se había tomado la molestia se encenderla para temperar la habitación.
Claudia me prestó un camisón que era de ella. Me había dicho que ya no le quedaba y que si quería me lo podía quedar sin problemas, y yo acepté.

Estuve despierta hasta las dos de la madrugada aproximadamente. Pensaba en la hospitalidad de esta familia. Ellos me habían dado alimento sin ninguna condición o golpe de por medio. Me dejaron en una cómoda habitación, mi espalda contra un suave y blanco colchón, las colchas me abrigaban tanto que ya no tenía frío. La chimenea estaba aún encendida, pero el fuego se extinguía de a poco, alumbrando la habitación y marcando las sombras de los muebles con sus movimientos cada vez más y más lentos.
Estaba fijamente viendo aquel fuego que de a poco desaparecía cuando unos pasos irrumpieron en mis pensamientos. Había alguien en el pasillo de afuera. Me levanté para caminar y abrir con lentitud la puerta.
Allí, caminando completamente de negro iba Peter. Al verme, se detuvo y puso su dedo índice sobre sus labios, procurando con ese gesto que hiciera silencio. Solo asentí mientras comenzaba a entrar nuevamente a la habitación donde me estaba quedando y, cuando estaba a punto de cerrar con cuidado la puerta, Peter me lo impidió y entró, bloqueando la salida y haciendo que retrocediera.
—Tranquila. Lali, no le puedes decir a nadie que salí ahora —susurró.
Lo miré extrañada mientras corría mi cabello temporalmente rizado desde la nuca hasta las puntas a un lado, sobre mi hombro derecho y jugueteaba con él entre mis dedos.
— ¿Dónde vas? Claro, si es que no te importa responder… —susurré.
Negó, mientras me dedicaba una leve sonrisa de lado, alzando la comisura izquierda de sus rosados labios.
—No, no puedes saber.
Asentí mientras bajaba la mirada.
—Yo… Creo que intentaré dormir algo… —murmuré. Alcé nuevamente la vista para ver como asentía con la cabeza y retrocedía.
—Buenas noches, bonita—sonrió y salió de la habitación.
Bonita… Mi madre me decía así. Cuando murió, pensé que jamás escucharía ese apodo nuevamente. Recuerdos de ella llenaron mi mente de una forma instantánea, provocando que mis ojos se llenaran de lágrimas y mi visión se volviera borrosa por ellas. Sorbí por la nariz mientras secaba las esquinas de mis ojos y volvía a la cama para enterrarme profundamente bajo las colchas e intentar reconciliar el sueño luego de un terrible primer día.

Hellow ah se quería hacer la gringa. Todo bien? Yo ya dije algunas cosas de mí, ahora les voy a preguntar a ustedes :3 ámenmen.
¿Qué estilo de música les gusta? ¿Cuántos años tienen?
Capítulo dedicado a Novelas Laliter, primera en comentar en el capítulo anterior :)
Saludoooos. Maga. (@HumorDeLalita)

domingo, 28 de septiembre de 2014

Capítulo 06.

Capítulo 06.

La luz casi me cegó por completo. Había varias luces encendidas a medida que Peter me hacía avanzar, poniendo sus manos en mis hombros. Estábamos en la sala de bienvenida, donde había varios muebles de aspecto antiguo, floreros, fotografías enmarcadas y algunos espejos. El suelo era flotante, de madera, que estaba cubierto por una larga alfombra color rojo carmesí con detalles amarillos y negros. Era tan acogedor. El calor de la chimenea llegaba incluso hasta donde estábamos nosotros, lo que le daba un aire tibio y amigable dentro de las paredes. Había algunas puertas y pasillos a medida que avanzábamos, lo que me daba una gran impresión del enorme lugar en el que estaba.
— ¿Peter?
Una voz femenina me sacó de mi sueño despierta. Peter me guió por una puerta hasta abrirla y entrar. Las luces estaban encendidas, de un color blanco brillante, que iluminaba toda la enorme cocina. Una señora estaba frente a una olla revolviendo lo que se veía como salsa de tomate. Su mirada se dirigió a Peter para luego caer en mí. Detuvo lo que estaba haciendo, se limpió las manos y con una sonrisa se acercó a nosotros.
—Bueno, ¿Quién eres, linda? —sonrió.
—B-bueno… Y-yo…
—Ella es Lali mamá —dijo Peter.
Lo miré, intentando de alguna forma agradecerle con la mirada, pero cuando desvió su mirada de su madre hasta mí, me sentí intimidada y tuve que desviar la mía.
—Es un gusto conocerte, Lali. Soy Claudia, la madre de Peter —sonrió de una forma amable mientras se acercaba a mí y me tomaba las manos con suavidad.
Suavidad… Desde que murió mi mamá que no la había sentido.
Ella me miró, luego miró a Peter fijamente. Me soltó las manos mientras me tocaba las mejillas y la frente. Hizo una mueca.
—Tienes fiebre. ¿Qué sucedió, Peter?
—Iba de camino a mi auto después de ir a buscar una… cosa, y me la encontré sentada bajo un árbol a media tormenta. Cuando me acerqué, temblaba y estaba realmente muy fría. La lleve a mi auto para abrigarla y ella me dijo que había salido justo cuando comenzaba la tormenta y, al momento de querer regresar a su casa, no lograba ver nada y ya estaba perdida en ese momento. No sé más.
Claudia asintió, mientras me guiaba con cariño a una silla y hacía que me sentara allí.
—Te prepararé algo de té y te daré algo para la fiebre. Te puedes quedar en la habitación de invitados que está arriba por esta noche. Tiene una propia estufa confortable, aunque es algo pequeña. No creo que sufras de nuevo frío cariño —sonrió— Estaba haciendo la cena, por lo que quizás te gustaría comer algo antes de llevarte a la cama.
¿Comida? ¿Dónde estaba la amenaza o el favor a cambio de ella? ¿Me la daría gratis?
—Oh, claro, gracias —sonreí, intentando ser amable.

(…)

Luego de cenar y conocer al resto de la familia Lanzani, quienes la conformaban Claudia y Juan Lanzani, y la pequeña Sofi, prima de Peter que en esos momentos estaba cuidada por ellos porque sus padres estaban de viaje. La pequeña tenía seis años. Era muy tierna, y de alguna forma me recordaba a mi cuando tenía su edad. Además, era muy risueña y preguntaba de todo, pero no me aburría de ella. Es más, me entretenía resolviendo todas sus dudas.
—Sofi, deja a Lali en paz —dijo Peter cuando estábamos en la sala frente a la chimenea.
Claudia me había dicho que me quedara allí unos minutos para recuperar mi calor corporal. Estaba funcionando, ya sentía cómo el frío se iba de mi cuerpo y el calor comenzaba a remplazarlo de a poco. Peter me estaba acompañando, mientras su mamá y papá terminaban de limpiar todo en la cocina. Sofi estaba sobre las piernas de Peter mientras le revolvía el cabello de una forma graciosa.
— ¡¿Pero, pero, pero, pero por qué?! —dijo mientras fruncía su frente.
—La debes estar cansando, Sofi.
—No, no me está cansando —le dije a Peter. Él me miró y se encogió de hombros despreocupadamente mientras suspiraba.
—No sabes lo preguntona y odiosa que es cuando conoce a gente nueva. Un poco más y les pide una biografía de ellos mismos —dijo mientras le revolvía de vuelta su claro cabello con una risa.
— ¡Oye! ¡No lo hagas!
— ¿No?
— ¡No! —chilló riéndose.
Peter me miró antes de comenzar a hacerle cosquillas en el estómago a Sofi. Ella comenzó a retorcerse entre sus brazos mientras reía y chillaba. Reí con ellos mientras los veía divertirse de esa manera juntos.
— ¡No, Peter! ¡Laliiii, ayúdame! —chilló entre risas.
Me detuve. ¿Qué hago? ¿Me uno e interrumpo? Me encogí en mi lugar, mientras sentía como Peter detenía las cosquillas y bajaba de sus piernas a Sofi, quien aún reía y sonreía.
—Sofía, ¿por qué no vas a jugar con tus muñecas, mm? —sugirió de repente.
— ¿Vienes conmigo Lali? —preguntó Sofi.
—Ella va después, linda.
La pequeña asintió y se fue brincando hasta las escaleras y comenzar a subirlas hasta desaparecer de nuestra vista. Peter se giró hasta mí y me miró. Su mirada verdosa, curiosa y extrañada, mientras recorría mi delgado y debilucho cuerpo con ellos.
— ¿Qué tienes? —preguntó luego de unos segundos.
Holuuus. Volví ah. El cole me plagea de cosas, 0 tiempo para boludear -.-
4. AMO la música. Me gusta cualquier tipo de música, pero prefiero el pop ;)
Hoy juega Boca♥ ah que tenía que ver.
Capítulo dedicado a Ximena Ferreyra, primera en comentar en el capítulo anterior.
-Maga. (@HumorDeLalita)

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Capítulo 05.

Capítulo 05:

Alcé temblorosa la vista, reconociendo la voz. ¿Por qué justamente debería encontrarme con él? No era justo, y menos estando como estaba ahora; con frío, pálida y con los labios más oscuros que una mora mientras temblaba como un chihuahua.

— ¿Quién está ahí? —volvió a preguntar Peter. Sentía sus pasos acercarse cada vez más al lugar donde estaba acurrucada junto al viejo árbol.

—S-soy yo —mi voz apenas y fue un murmullo. Esperaba a que él me hubiera escuchado. Hubo un momento de silencio y yo ya estaba pensando que se había dado media vuelta y se hubiera ido, abandonándome aquí en el frío.

— ¿Lali? —lo escuché acercarse algo más rápido que antes hasta que logré ver su oscura silueta entre los copos de nieve y el viento que se lograba apreciar como una neblina blanca. Sentí sus profundos ojos verdosos mirar hacía mi dirección, pero no me inmuté ya que no podía estando así de congelada.

Se acercó a mí a grandes zancadas para ponerse de cuclillas frente a mí. Tenía puesta una bufanda gris y un gorro negro de lana. Sobre sus hombros, llevaba una chaqueta impermeable que traía desabrochada, lo que me dejaba apreciar lo abrigado que estaba con una camiseta gruesa y una polera de polar. Se bajó la bufanda y me miró escéptico.

— ¿Qué haces aquí y estando así de desabrigada?

Acercó su mano para tocarme la frente, pero al hacerlo la apartó de inmediato.

—Estás congelada. Dios, Lali. Puedes morir estando aquí afuera. Acompáñame. —no era una sugerencia, más bien una orden. Negué temblorosa sin decir nada. Él se levantó y me agarró bajo las axilas, alzándome y obligando a mi cuerpo a levantarse —No te dejaré aquí para que te mueras de frío. Te llevaré a mi casa y en el camino dejaré que me expliques la razón del porqué estar aquí sentada y congelándote.

No me podía mover, y eso lo noté cuando intentó hacer que caminara. Los músculos de mis piernas no reaccionaban y dolían de una forma desagradable. Negué, mientras que, con miedo, me aferraba al cuerpo de Peter para evitar caerme.

—N-no me p-puedo mov-ver —mi voz salía entrecortada por la fuerza que hacían mis pulmones al intentar inhalar aire caliente. Eran los primeros síntomas de que estaba comenzando a sufrir de hipotermia.

Peter me miró y, sin esfuerzo alguno me levantó y me apretó contra su cálido cuerpo, esperando que así intentara recibir algo de calor. Caminó hasta llegar a su auto, que era donde se dirigía inicialmente y me subió al asiento del copiloto, cerrando la puerta. Luego se subió el tras el volante y comenzó a manejar entre los caminos nevados. Encendió la calefacción del auto y sentí como el aire caliente comenzaba a chocar contra mi rostro. En ese momento tenía los ojos cerrados, intentando inhalar el cálido aire que estaba dentro del coche.

Luego de unos minutos, abrí los ojos y vi como en ese momento Peter dirigía su mirada hacía la mía y suspiraba. Se quitó la bufanda y con cuidado, la enrolló alrededor de mi cuello, sin siquiera desviar la mirada del camino.

La bufanda tenía su aroma masculino y estaba tibia por dentro. La lana era suave y producía en mí un leve cosquilleo con cada movimiento.

Tal vez él no fuera tan malo después de todo, pero aun así, sacando aquella conclusión, no logré agarrar confianza.

— ¿Y bien? —preguntó, sacándome de mis pensamientos.
— ¿Qué?
—Explícame el porqué, Lali.

Pensé en la forma de cómo podría explicarle. ‘’Mi padre en vez de golpearme me tiró fuera de mi casa para que muriera de frío’’

No, no era convincente decirle de esa forma. Intenté en crear una mentira creíble.

—Salí a caminar y comenzó a nevar pero en ese momento no me preocupé mucho. Luego de que la tormenta comenzara más fuerte, me di la vuelta para regresar pero no lograba distinguir los caminos. Entonces me senté bajo el árbol y esperé a que la tormenta terminara… Pero como puedes ver la suerte no está de mi lado —intenté que sonara lo más convincente posible y que no sospechara de que era una mentira.

Vi su expresión, y por primera vez me fijé en cómo era su rostro. Tenía una nariz perfecta que se veía bien en su rostro. Sus labios eran de un color rosa pálido, pero no sabía si eran así o por el frío. Sus labios... Oh Dios. Tenía una ligera barba de un día cubriendo la parte inferior de su rostro. Sus mejillas eran lisas, sus pómulos levantados lo que le daba una forma extravagante a su rostro. Sus ojos eran largos y finos, que estaban rodeados por unas largas y finas pestañas de color negro.

Sus ojos se salieron por un momento del camino para mirarme fijamente, antes de desviar su mirada. Me sentí intimidada, por lo que me di la vuelta para observar por la ventana y acurrucarme contra el asiento de piel mientras esperaba en silencio su respuesta.

Suspiró antes de hablar: — ¿Cómo puedes perderte? —preguntó.

Me encogí de hombros mientras juntaba mis congelados párpados y esperaba a que la calefacción me calentara lo suficiente como para dejar de temblar. Aunque no sabía si estaba temblando por frío o por el miedo y la inseguridad que tenía hacía él. —No lo sé.

El camino fue una eternidad, por más que solo hubieran pasado cerca de dos o tres minutos. Detuvo el auto, sacando las llaves de la chata y abrió la puerta, mientras yo abría los ojos para encontrarme frente a una enorme construcción. Jamás pensé que de cerca sería aún más enorme. A través de las ventanas lograba apreciar un ambiente acogedor; las luces estaban encendidas y en lo que parecía ser la sala había una gran chimenea encendida.

La puerta de mi lado se abrió y vi como la mano de Peter se acercaba a la mía para agarrarla firmemente y sacarme de allí con cariño. Me cubrió con un brazo para que el frío no me volviera a consumir y, luego de bloquear el auto, me llevó adentro a pasos rápidos. Entró y sentí como un aire cálido y suave se aferraba contra mi piel descubierta. Miré a mi alrededor boquiabierta, jamás hubiera pensado que su casa sería así de grande.

Holaaaa aprecí :) ¿me extrañaron? yo sip. No podía subir porque cambiamos de servidor de internet, así que no podía subir y el blogger de mi celu no anda -.- Espero que no se enojen (?
3. Las materias que más me gustan son Historia, Música, Química, Lengua y Literatura y ninguna más :p ODIO CON TODA MI ALMA MATEMÁTICA. DIOS, NO ENTIENDO UN CARAJO :(
Capítulo dedicado a Chari, primera en comentar en el capítulo anterior ;)
-Maga. (@HumorDeLalita)

sábado, 20 de septiembre de 2014

Capítulo 04.

Capítulo 04:

— ¡Laliiiiiii!
El grito de mi padre resonó por todos lugares de la pequeña casa de madera, provocando que me diera un tirón en el estómago. Las nubes negras cubrían el cielo y unos pequeños copos de nieve comenzaban a caer desde ellas. A lo lejos se lograban apreciar los rayos que iluminaban las nubes haciendo que brillaran intensamente mientras los estruendosos ruidos de ellos resonaban por toda la ciudad.
Retrocedí con miedo. Mis manos temblaban y estaban muy frías a causa del miedo que sentía en ese instante. Los fuertes pasos de él resoban por el pasillo, sabía que se dirigía hacía aquí para hacer de mi lo que a él le diera la gana. El pomo de la puerta giró de una forma brusca para que mi puerta se pudiera abrir, dejando a la vista a mi padre. Sus ojos, inyectados en sangre, miraban con furia hacía mi débil cuerpo. Tenía su traje que usaba para su trabajo. Mi padre trabajaba en una empresa que creaba papel de todo tipo como conserje, por lo que no ganaba demasiado. Su traje era un entero de un color azul grisáceo, y a un lado de este, tenía una placa que decía ‘’Carlos Espósito’’.
Se acercó a mí de una forma brusca para agarrarme del cabello. Gemí por el agudo dolor de mi cuero cabello, mientras me arrastraba fuera de mi habitación y fuera de la casa. Me lanzó al suelo que ya había acumulado algo de nieve y me miró de una forma sombría.
—No te golpearé porque estoy cansado. Tú te quedarás aquí para que mueras con el frío.
Dicho aquello, caminó hasta entrar a la vieja casa y cerrar la puerta, dejándome fuera en el frío.
Prefería esto mil veces a que me golpeara. Suspiré aliviada.
Puede que me congelara aquí afuera, pero no moriría durante la noche por horribles dolores.
Me levanté, tocando mi cabeza donde dolía. Al menos tenía puesto aquella polera que había encontrado en la biblioteca, solo esperaba a que me abrigara lo suficiente como para no sentir demasiado frío. Guardé mis manos en formas de puños dentro del bolsillo canguro de la oscura polera y comencé a caminar para buscar un lugar donde podía dormir sin morir de hipotermia.
A medida que pasaban los minutos, el viento frío comenzaba a azotar mi rostro, congelándome hasta los huesos. Mi labio inferior temblaba y ya estaba segura que estaba de un color morado. Mi nariz, la notaba roja y helada, mis dedos algo calientes pero aun así el viento traspasaba mi ropa.
— ¿D-dónde me podré q-quedar? —suspiré, viendo como mi aliento se lograba apreciar como vapor por el frío.
Estuve caminando aproximadamente diez minutos congelándome. Mi padre jamás me había dejado salir de uno de mis errores sin un golpe, pero esto era el infierno mismo. El frío cubría el paisaje blanco, mientras la nieve continuaba acumulándose bajo mis pies. Algunos copos me cubrían el rostro o se quedaban atrapados en mi cabello. Mi cuerpo temblaba de una forma increíble, sentía mi respiración más pesada y mi pulso bajo. Estaba sentaba bajo un árbol con un tronco grueso, mis rodillas al pecho mientras las abrazaba intentando contener algo de calor.
Intentaba recordar las veces en que mi padre me había dado cariño. Fue antes de que mi madre muriera hace años. Los tres éramos una familia feliz, mi madre siempre me cantaba para poder dormir en las noches. Cuando tenía pesadillas, ella venía conmigo y se acurrucaba a mi lado hasta que yo me dormía en sus cálidos brazos.
Extrañaba aquellos días.
Unas pisadas se escucharon a lo lejos, pero el viento y la nieve cubrían los sonidos. Yo lograba sentir una presencia cerca del lugar donde estaba, pero mis sentidos se estaban debilitando. Un escalofrío apareció por mi columna vertebral, haciendo que temblara aún más que antes. Aquellos pasos volvieron a aparecer.
— ¿Q-quién es? —mi voz apenas salió un susurró que el viento se llevó. No sabía si quizás me había escuchado o no, pero no quería hacerme esperanzas.
Los pasos se detuvieron. Quizás había sido algún animal, un perro o un zorro. Gemí por el frío, mis dientes castañeaban. Me aferré a mi propio cuerpo y escondí mi rostro entre mis extremidades para protegerlo del frío invernal.
— ¿Hola?

Holuuuus ah. ¿cómo andan pishuelas? yo de 10 :)
2. Además de Lali, Peter y los de la selección, mis artistas favoritos son China Suarez, Carina Zampini, Miley Cyrus y Katty Perry ♥
Capítulo dedicado a @MonaEspos, primera en comentar en el capítulo anterior :)
Hasta el capítulo 5 ;)
-Maga. (@HumorDeLalita)

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Capítulo 03.

•Capítulo 03•



Las clases ya habían terminado y yo iba camino a mi pequeño hogar. Aunque sabía que hoy a papá le pagaban y lo más probable era que fuera a emborracharse, aún cabía la posibilidad de que esté en casa. Se enojará al ver moretones en mi piel que no fueron hechos por él. Mi ojo herido ardía y con él veía nublado, claro, porque la sangre me impedía ver con claridad. Mañana desaparecerían los rastros de sangre, no es la primera vez que sufro algo como esto… Y no será la última.
Iba por uno de los tantos caminos de tierra, rodeado de pastizales secos y grandes prados y terrenos. A lo lejos, había una gran mansión que habían estado construyendo hace más de un año, instalando de todo. Sabía que tarde o temprano los dueños de aquella mansión llegarían a ella a vivir. Cuanto daría por lograr tener una casa así de grande.
El viento soplaba con ferocidad, moviendo mi cabello de una forma agitada. Las puntas chocaban contra mis mejillas y alrededor de mis ojos, por lo que cada vez tenía que colocarme algunos mechones tras mis orejas para que así no me molesten. El día había comenzado soleado, pero en este momento las nubes negras comenzaban a llegar desde el horizonte, prometiendo una tormenta.
Las pequeñas piedras comenzaron a temblar bajo mis pies, y, dándome vuelta, logré ver como una Volkswagen Amarok se acercaba a paso medio, por encima de la tierra dejando tras suyo una larga nube espesa de polvo. De color negro como la noche, sus luces resaltaban. Aun que estuviera pasando por un sendero de tierra y rocas, estaba limpio y reluciente, como si nada. Me aparté, deteniéndome para dejar pasar al coche, pero cuando ya estaba pasando por mi lado, se detuvo. No sabía si debía correr o no. ¿Quién era? ¿Me haría daño?
La ventana del lado del conductor comenzó a bajarse, dejando a la vista a un chico con una chaqueta de cuero negra con el cuello levantado, llevaba lentes de sol oscuros. Cuando me miró, me sorprendí al ver a Peter.
—Hola… —me dijo, supongo que intentando recordar mi nombre. Pero sabía que no lo sabía, nadie me nombra por mi nombre, solo con los apodos que llevo sobre mí.
—Ma… Mariana, pero de…decime Lali—me avergüenzo al notar que mi voz sale tartamuda. Agacho la cabeza.
Él me mira, como notando mi incomodidad. Abre la puerta y baja del coche, para que de inmediato me ponga tensa de una manera rápida y retroceda de él. Al ver mi reacción, se detiene extrañado. Se quita los lentes y se agita el cabello, dejándolo desordenado antes de decir —Hey, no te haré daño.
Me negué a mirarlo. Solo asentí antes de retroceder más y comenzar a caminar a grandes zancadas para alejarme lo más posible de él. Sentí llamándome, pero lo ignoré con miedo. ¿Qué me haría? No confiaba en él porque no lo conocía. Tampoco conocía sus intenciones conmigo. Sus pasos se acercaban a gran velocidad, por lo que me di vuelta para verlo correr hacía mí. Ahogué un grito en mi garganta y me di vuelta por completo para quedar frente a él. Puse mis manos hacía su dirección, con las palmas extendidas hacía arriba. Comencé a retroceder a medida que él se acerba a mi cuerpo ya de una manera más lenta.
—N-no me hagas nada. Espera hasta m-mañana en la esc-cuela para golpearme si quieres —me encogí, mientras volvía a retroceder otro paso.
‘’¡No te dejes ganar, Lali!’’ me dije a mi misma.
Su rostro mostraba confusión. Noté como su mirada se dirigía al moretón que tenía alrededor de mi ojo derecho y vi en su mirada como comenzaba a comprender todo. Me miró fijamente con aquellos ojos verdosos, mostrando a través de ellos compasión y lástima. Dio un paso hacia mí, con lentitud e inseguridad. Al ver que no me moví, avanzó otro paso. Me tensé aún más e intenté dar otro paso hacia atrás cuando su voz me hizo detener mis movimientos.
—No te haré daño, Lali. No retrocedas —me pidió.
Lo miré nuevamente y volví a bajar la mirada, quedándome quieta mientras él se acercaba a mí nuevamente hasta quedarse frente a mi tenso cuerpo. Pasó el dorso de su dedo índice sobre los moretones, provocando que cerrara con fuerza mis ojos, temiendo que me golpee. ¿Confiar en su palabra? Ya lo he hecho, y nada sale como se supone que debería pasar. He confiado en la palabra de muchas personas, pero ellas terminan lastimándome de todas formas.
—No… No hagas eso… Por favor —rogué.
Al segundo, sentí su mano salir de mi piel. Él retrocedió un paso para darme espacio, cosa que agradecí interiormente. Abrí los ojos para verlo mirándome fijamente.
— ¿Dónde vivís? Capaz te podría llevar hasta tu casa —ofreció con amabilidad.
Negué con la cabeza.
—No… No estoy lejos —miré hacía la dirección de mi pequeña casa.
—No veo que vivas tan lejos de mí. Ya sabes, cualquier cosa, puedes ir a mi casa —apuntó hacía la mansión que estaba a lo lejos.
Lo miré. Ya se notaba que era un “nene bien”, por el auto y su ropa. Asentí, y sin despedirme, comencé a correr hacía mi casa.

No volví a pensar en el encuentro que había tenido con Peter después de clases, ya que recordaba la forma que cobardemente evité su mirada y su proximidad a mi espacio. Estaba justo ahora encerrada en mi habitación, intentando ocultar los moretones con la base que ocupo para ocultar ojeras de vez en cuando. Me miraba en pequeño pedazo de espejo roto que había recogido cuando mi padre me había lanzado contra el espejo de cuerpo entero de la sala que antes era de mi mamá. Había pensado en usarlo ese momento para defenderme, pero no pude hacerle daño a mi padre.
Cuando acabé vi hacía afuera, hacía la mansión de Peter. Las luces estaban encendidas, y de la chimenea salía un leve humo gris oscuro. ¿Cómo se sentirá estar frente a una chimenea encendida? Bajé la mirada al pensar en aquello. Sentí la puerta de la entrada abrirse con fuerza, y hay supe que papá había llegado.
— ¿Tan temprano? —susurré para mí misma.
Debería haberle hecho la comida, peor recién había llegado, y había venido directamente aquí para cubrir la evidencia de que era golpeada por alguien más. Me encogí, tampoco había lavado los pocos platos que teníamos.
Estaba acabada.

Ola k ase ah. ¿les va gustando la nove? Solo quiero decir que un personaje es lo que aparenta ser ;) Gracias a todas/os lo que comentan y apoyan! Es muy valioso eso, gracias ☺
Por si no se dieron cuenta, puse una foto laliter editada por mí dónde dice el título del blog :3
Todas las veces que suba les voy a contar más cosas de mí, que me gusta, etc :)
Mañana juega Bocaaa♥, por ende mi novio Gaguin fhdfhuihwuh<f. 
1.Soy seleccioner de los 23 negros fieles a la villa (? Pero amo especialmente a Gago, Messi, Kun, Pipita, Fede Fernández y el de apellido pervertido, Erik Lamela... Ese pibe lo que habrá sufrido en el secundario... Seguro que uno le dijo:
-Erik
-Que?
-Lamela
JJAJAJAJAJJAAJJAJJAJAJA BASTA MAGA. BUE, CHAU. GRACIAS POR LEER :) LAS LOVEO MUCHO♥
Capítulo dedicado a Alejandra R, primera en comentar en el capítulo anterior.
-Maga. (@HumorDeLalita)

lunes, 15 de septiembre de 2014

Capítulo 02.

•Capítulo 02•



Mi mirada fija en el espejo del baño, viendo como un gran moretón comenzaba a formarse sobre mi pómulo. Manchas color rojo, morado e incluso verdes rodeaban mi ojo inyectado en sangre a un lado. Odio a Paula, la odio.
— ¿Por qué esto me tiene que pasar a mí? —sollocé, mientras las lágrimas comenzaban a caer por mis ojos.
Abrí la llave del agua fría y, juntándola en mis manos, me mojé el lugar dónde Paula me había golpeado. Tiene la mano dura, pero no le llega ni a los talones a mi padre. Pensé. Dolía y ardía de una forma horrible. Lo malo, es que no había traído la crema que ocupaba para ocultar otras heridas y que lograba esconder moretones o manchas provocadas por los golpes que recibía. Bien, tendría que inventar una excusa por si alguien me pregunta. ‘’No miraba por donde iba y me golpee con un ventanal’’ ‘’Iba distraída y choqué contra una pared’’
Si, podría funcionar.
La campana del receso sonó por los pasillos, y yo me apresuré a salir, intentando que mi cabello castaño creara una cortina que apartara las miradas de otros estudiantes hacía mi rostro. Cada vez que pasaba al lado de alguna persona recibía insultos o empujones; ‘’Hola rarita’’ ‘’ ¿Qué te sucedió en el ojo?’’ ‘’Creo que Paula te dio un buen golpe’’
Ignorando el dolor que sentía en mi pecho, caminé más rápido, yendo hacía mi casillero para sacar el libro que necesitaba para la siguiente clase. Al llegar, lo abrí y saqué el libro de Historia junto con una agenda y un lápiz para tomar apuntes. Después de cerrarlo, caminé hacía el aula. Cuando ya iba entrando, sonó nuevamente la campana que anunciaba el fin del receso, por lo que estaba asegurada que ésta estaba vacía. Me senté en uno de los asientos de al frente, al lado de la pared y ventana como siempre. Nadie tomaba el asiento a mi lado, ya que éramos pocos y sobraban al menos dos o tres asientos más en toda la clase. Era mejor para mí. A los pocos segundos, el aula comenzó a llenarse de a poco, primero entraron los inteligentes de la clase que eran dos chicos, Matías y Roberto. Luego entraron los chicos de la “clase media’’ de la escuela que era un grupo como de diez chicos y entre ellos, chicas. Luego los populares que entraban casi siempre de los últimos, Benjamín era novio de Paule, lo típico. Sus dos amigas iban atrás. Entraron cinco chicos más que formaban parte del equipo de la escuela, luego de ellos, entró el profesor Gago, cerrando la puerta tras de sí.
—Buenos días, alumnos —dijo, mientras hacía su camino hasta su escritorio dejando sobre él los libros e informes —Bien, antes de comenzar… —fue interrumpido por la puerta que se había abierto.
De allí, entró un chico de cabellos castaños, ojos verdosos y piel blanca. Llevaba puesto unos jeans sueltos, una remera blanca y sobre los hombros una chaqueta de cuero. En una mano tenía varios papeles, lo que me daba a entender que era nuevo. Él caminó hasta el profesor y le entregó un papel. Intercambiaron unas cuantas palabras antes de que el profesor Gago volviera a hablar: —Este es vuestro compañero nuevo. Vino desde Buenos Aires a estudiar aquí en Bariloche. ¿Cuál es tu nombre, muchacho? —preguntó el profesor Gago.
—Juan Pedo Lanzani, pero todos me dicen Peter.
—Bien, Juan Pedro, siéntate donde gustes —le dijo antes de ir a su escritorio y comenzar a leer unos papeles.
Peter miró distraídamente todos los puestos, hasta que su mirada calló firmemente hasta donde me encontraba yo, lograba verlo a través de mi cabello. Él caminó despreocupadamente hasta el lugar donde estaba sentada, para detenerse frente a él.
— ¿Está ocupado? —preguntó, su voz, su voz…
Negué, mientras agachaba más la cabeza para que así el velo que formaba mi cabello fuera más largo. Él se dejó caer a mi lado, mientras colocaba sus cosas sobre su mesa. Miré hacia los lados de mi cabeza, los jugadores se reían mientras me miraban, otro reía por algo que había dicho Paula, seguramente contando lo que me había hecho. Quizás él también quería ser parte de este juego, y, ¿por qué no? El profe habló.

—Bien, como decía, antes de comenzar entregaré los pases libres para el almuerzo, ¿bien?
Oh, no.
 — ¿Micaela?
La chica pelirroja levantó la cabeza y lo miró — ¿Podrías entregarlas?
Mica asintió y se levantó. Tomó los papeles y, leyendo el nombre que aparecía en la boleta, comenzó a repartirlos. Entregó la primera a Julieta Vaquerano, todos de la escuela sabían que ella era de clase baja, pero no lo molestaban como a mí. La siguiente fui yo. Mica rió al ver como yo bajaba sumisamente la cabeza e intentaba esconderme en mi lugar.
—Bien, rarita, no te escondas de la realidad —rió y miró a Peter a mi lado, como esperando a que él riera con ella. Yo también lo esperaba, pero no lo hizo. En cambio, le dio la espalda a Mica, obligándola a volver a sentarse en su lugar.
Durante el resto de la clase, lograba sentir la mirada de él sobre el lado derecho de mi rostro. Supongo que estaba deduciendo el daño en mi ojo, ya que estaba a la vista de él. Yo solo intentaba hundirme en mi asiento y prestarle atención a las palabras del profesor Gago, pero no podía. ¿Sería él el siguiente en burlarse de mí?, ¿o golpearme? Pensar en eso me ponía enferma. La hora pasó y sonó la campana. Me levanté apresuradamente, recogiendo mis cosas a tiempo record. Salí antes que todos a pasos apresurados y me dirigí a mi casillero, sin importarme a quien empujaba o los insultos que recibía. Lo abrí y dejé mis libros allí. Caminé con sigilo a la cafetería para ir por mi almuerzo.
Al llegar, vi que la fila era pequeña, no larga como luego de unos minutos así que me formé allí. Al llegar mi turno, enseñé a la cocinera mi pase para no pagar por mi almuerzo, esta asintió y me dio algo de arroz, pollo y ensalada junto con una fruta y un jugo. Tomé la bandeja y caminé a la mesa que siempre ocupaba. Siempre me sentaba sola en aquella mesa, ya que Paula comenzó a decir que esta mesa era solo para la ‘’rarita’’, y de allí todos le hicieron caso. Las puertas se abrieron, dejando ver a Peter de pie junto con tres chicos del equipo de fútbol del Mandalay; Miguel, Luis y Carlos. Los cuatro reían al unísono, mientras se formaban para conseguir su almuerzo.
Me concentré en mi comida, ya que suponía que sería lo único que podría comer en el día. Los almuerzos siempre los aprovechaba, ya que la mayoría de las veces papá me dejaba sin cenar. De esta forma no amanecía famélica al día siguiente. Me llevaba la fruta para la cabaña, así igual tendría algo para comer a la noche.
Mientras comía, sentí como unas sillas de la mesa que estaba frente a la mía se corrían. Alcé la mirada para ver como Peter, Miguel, Luis y Carlos se sentaban allí, mientras hablaban animadamente. La mayoría de las veces esa mesa también quedaba desocupada, o la ocupaban los nerds de la escuela. No les presté mucha atención. Me pasé una mano por mi frente, tocándome los moretones que tenía allí, gimiendo de dolor y maldiciendo por mi estupidez. Sentí la mirada de Miguel sobre mí, pero no vi ninguna mueca de gracia o que le causara risa lo que había pasado. Me sentí intimidada de inmediato. ‘’No, no los dejes manipularte’’.
Peter miró hacía mi lado derecho fijamente, acechando algo. Volví a encogerme para ver de reojo a mi derecha. Benja se acercaba a mí con una pose felina, como esperando a que su presa esté distraída, en su rostro una sonrisa cínica. Me miraba atentamente, sabía sus intenciones y solo comencé a prepararme mentalmente para lo que venía. Él tomó el lugar a mi lado.
—Hola rarita —dijo en mi oído.
Me aparté de él.
—Oh, no tengas miedo, cariño —rió, mientras posaba una de sus manos en mi rodilla. Corrí la cara, intentando no verle. El rió aún más fuerte mientras me tocaba mi mejilla dañada, haciéndome gemir del dolor.
‘’Ouch, duele, para, por favor’’
—Te duele, ¿eh? —dijo cínico.
Comenzó a subir su mano hacia arriba por mi muslo. Me aparté de un empujón.
—No me toques… —le dije.
—Oh, cariño, nos divertiremos.
Siguió riendo mientras volvía a apretar mi mejilla, provocando que cerrara los ojos con fuerza para evitar aullar de dolor. Dolía demasiado para ser unos moretones.
—Ella dijo que la sueltes.
Abrí mis ojos ante esa voz masculina y me encontré a Peter de pie detrás de Benja. Su expresión fría, calculadora y seria. Benja le dirigió una mirada cómplice.
—Oh, vamos, nos estamos divirtiendo. ¿No es así cariño? —me soltó la mejilla. De inmediato llevé mi mano allí y la froté con suavidad sobre las contusiones. Negué para mí misma.
Peter agarró del hombro de la remera a Benja y lo alejó de mí.
—No te vuelvas a acercar a ella. Estás advertido, imbécil.
Benjamín lo miró furiosamente. Se soltó de un movimiento brusco y caminó hasta donde estaban sus amigos. Le dirigí una mirada apenada y avergonzada a él, quien me miró y, sin decir ninguna palabra, le alejó hasta salir de la cafetería. En cuanto desapareció de mi vista, noté que todo el mundo estaba en silencio y su atención estaba sobre mí. Algunos hablaban en susurros entre ellos, claro, ¿Quién me defendería de esa forma?

Sintiéndome extrañamente enferma, me levanté agarrando la manzana y salí de allí prácticamente corriendo.

Capítulo dedicado a Ximena Ferreyra, primera en comentar en el capítulo anterior :)
Holaaaa. Bue, por si no se dieron cuenta amo a Fernando Gago ah. Soy de Boca♥ bue. Tenía que meterlo en algún personaje (?
Explico de nuevo: QUIERO ACLARAR ES ADAPTADA. SOLO DIGO "MI NOVELA" PORQUE NO SE COMO PONER DIGAMOS que esta EN MI BLOG, PORQUE SI PONGO "LA NOVELA LALITER" QUEDA COMO QUE NO ES LA DE MI BLOG, ¿SE ENTIENDE?
Ayer iba a ir a ver a Boca a la cancha, menos mal que no fuí porque sino me clavaba ;) Lo suspendieron, ibamos ganando 1 a 0, así no -.-
Bueno linduras, espero que les guste! Saludillos (?
-Maga. (@HumorDeLalita)

viernes, 12 de septiembre de 2014

Capítulo 01.

•Capítulo 01•


Lali Espósito. 16 años. Vivo en la Patagonia de Argentina. Un nuevo y jodido día comenzaba… Mierda.
Los rayos del sol atravesaron la ventana sin cortinas o visillos, llegando justamente en mis ojos y logrando, así, que me despertara. Hoy era mi primer día de la secundaria luego de unas vacaciones pequeñas de invierno de dos semanas. Me levanté, sintiendo un pinchazo de dolor en el pecho, justo dónde papá me había roto la costilla. Gemí por lo bajo, para luego ignorar el dolor e ir a buscar algo de la única ropa que tenía y que aún me quedaba. Sobre una desgastada silla de madera, tenía mi ropa. Mi cuarto era muy pequeño, y con suerte allí entraba la cama en la que dormía, por lo que no podía darme el lujo de también poner algún armario o algún mueble, uno, porque no cabría, y otro, porque no teníamos dinero.
Saqué una remera color gris desteñido. Era vieja y ya estaba desgastada, pero no tenía algo más decente para ponerme. Me quité la blusa que ya me quedaba pequeña y que la usaba para dormir para ponerme la que había sacado. Seguido, saqué unos jeans gastados, lo bueno es que eran de mi madre y ella antes de que muriera me lo había regalado. No me quedaban cortos como la mayoría, era una ventaja. Busqué bajo la cama luego de colocármelos mis viejas zapatillas deportivas y me las coloqué. Cogí una polera que había encontrado olvidado en la biblioteca pública. Ése día había ido allí para estudiar para un examen de Biología, y cuando salía de allí lo encontré. Le había dicho a la bibliotecaria que lo dejara allí con el resto de las cosas perdidas, pero ella me había dicho que me lo quedara yo. Así lo hice. Era tibio y suave por dentro, y además me quedaba muy grande.
Saqué mi bolso donde estaban mis libros y cuadernos que, trabajando a escondida, había podido comprar junto con uno o dos lápices. El bolso era viejo y feo, de un color café oscuro desgastado y con manchas de todo tipo, pero no me importaba mientras no estuviera en la secundaria.
Sabía que a esta hora mi padre ya había salido a trabajar, era Martes, hoy le pagarían y me libraría de una noche sin golpes, ya que era obvio que saldría a emborracharse por allí. Bajé las escaleras, maldiciendo en voz baja cuando sentía puntadas en mis costillas. Salí de la pequeña casa de madera que había entre una pradera al lado del bosque y comencé mi caminata diaria. Me demoraba al menos una hora en llegar a la escuela, y otra hora para volver aquí. El Mandalay quedaba lejos de donde yo vivía, pero aun así, era el más cercano que tenía. Caminar no me agotaba tanto, ya que ya estaba acostumbrada a estos caminos largos. Era las burlas y miradas que tenía que soportar a medida que iba llegando ya a la calle donde el Mandalay estaba ubicado.
A mí, aparte de recibir golpes, insultos y maltratos en mi casa, también los sufro en la escuela. Y cada día parece ponerse peor.
Todo por Paula Recca. Ella es la chica popular de la secundaria (no conozco una que no la tenga) y junto con sus amigas, se divierten haciéndome la vida imposible. ¿Podrían creer si les digo que ella alguna vez había sido mi mejor amiga? Fue hace años, las dos teníamos 12 y, cuando le conté lo que le había ocurrido a mi madre, ella se había alejado de mi sin decir nada y comenzó a juntarse con las personas que dicen ser sus amigas. No sé qué fue lo que pasó, o que fue lo que hice para que ella se alejara de mí y comenzara a maltratarme física como psicológicamente. Y de todas las formas posibles.
Los minutos pasaban mientras yo caminaba por los caminos de tierra, rocas o pastizales. Este era mi atajo para así llegar más temprano, ya que si tomaba los caminos de concreto me demoraría más de una hora y eso provocaría que llegara tarde a clases.
A lo lejos pude ver el Mandalay. Una construcción enorme, pintada por fuera de un color beige desgastado, con grandes áreas verdes y grandes zonas para juegos deportivos del equipo de la escuela. Caminé a pasos lentos, preparándome mentalmente para los insultos que recibiría al acercarme más allí.
Mientras avanzaba, lograba ver como las miradas de los grupos que se juntaban fuera del establecimiento para cuchichear antes de clases se posaban en mí. Si las miradas mataran… Me negué a mirarlos con temor.
Uno de los chicos que jugaba en el equipo de la escuela se acercó a mí a grandes zancadas, mientras miraba de reojo a sus amigos del mismo equipo y reía para él mismo. Benjamín posó su mano sobre mis hombros, mientras me miraba y alzaba una ceja.
—Pero miren quien llegó. Pensé que no vendrías, rarita.
Rarita. Hace mucho que no me llamaban así, hace dos semanas que no escuchaba ese apodo.
—Aléjate de mí.
—Wow, parece que alguien se levantó con el pie izquierdo esta mañana, ¿eh, gatita?
Me aparté de él con un empujón, para luego sentir unas manos en mis hombros. Suspiré exasperada, ¿hasta cuándo tendré que seguir soportando tantos abusos? El que se encontraba atrás de mi me quitó mi dañado bolso y comenzó a vaciarlo en el suelo, para luego tirarlo hacía un charco de lodo húmedo, creado por las regaderas automáticas.
-¿Sabes rarita?
No respondí.
—Te hice una pregunta, tonta.
Mordí con fuerza mi labio inferior, tan fuerte que estaba segura que me lo estaba rompiendo. Levanté la vista hacía él.
— ¿Qué?
—Sos estúpida.
La campana sonó. Benjamín sonrió satisfecho y se fue con sus amigos mientras reían y entraban. Yo solo tomé mis libros, cuadernos y lápices y fui a ver el bolso. Estaba empapado y más sucio que antes, ya no lo podría llevar así. Bajé la mirada mientras suspiraba. Llegaría tarde a clases. Tomé bien el pesado material y, con la cabeza gacha, comencé a caminar hasta entrar e ir a mi casillero. Saqué la llave del bolsillo de mis jeans y lo abrí, seguido deposité los objetos dentro ordenadamente y lo cerré. ¿Qué daño me haría faltar a una clase? Guardé mis manos echas puños en el bolsillo de la gigante polera y fui a los baños, mientras intentaba que la rabia e impotencia no se adueñaran de mí.
Al entrar, me llevé una no deseada sorpresa. Allí, frente al espejo y maquillándose, estaba Paule, junto con sus amigas, Agus y Virgi. Las tres me miraron, pero vi como una sonrisa cínica se formaba en los labios de Paula. Ella dejó el lápiz labial a un lado y me miró fijamente.
—Vaya, vaya. Miren quien se apareció al fin. Ya me empezaba a aburrir.
Me alejé, e intenté salir del baño antes de que me hicieran algo, pero no funcionó. Agus me había agarrado del brazo y empujado hacía dentro, mientras que Virgi aprovechaba de bloquear la salida. Provocó que tropezara y caí al suelo mojado y sucio.
—Levántate, tontita —me dijo entre risas Paula.
Me levanté, no quería que se enfadara ya que eso lo haría peor. Bajé la cabeza.
—Me das pena, rarita. ¿Has visto tu ropa? ¡Pareces una vagabunda! Sé que eres pobre, pero vamos, al menos roba algo, no lo sé.
Bajé la cabeza algo avergonzada. Ella tenía razón, parecía un asco. ‘’ ¡No! No dejes que tus palabras te manipulen’’
Me agarró con fuerza una mejilla, yo solo la aparté con fuerza. Ella me lo devolvió con una bofetada muy fuerte y demasiado cerca de la cien, provocando que volteara mi cabeza hacía el lado contrario, gimiendo por el ardor que se formó en el lugar del impacto. Coloqué mis manos sobre mi ojo que ardía como nunca, mientras las lágrimas comenzaban a salir.
—No vuelvas a poner las manos sobre mí, sucia. ¿Entiendes?

Asentí, sin moverme, mientras sentía como las tres abandonaban el baño.

Holaaaaa! Espero que les guste el 1er cap, en el próximo aparece Peter, tranquilas ;) QUIERO ACLARAR ES ADAPTADA. SOLO DIGO "MI NOVELA" PORQUE NO SE COMO PONER DIGAMOS que está EN MI BLOG, PORQUE SI PONGO "LA NOVELA LALITER" QUEDA COMO QUE NO ES LA DE MI BLOG, ¿SE ENTIENDE?
Vieron a Lali en ShowMatch? RE DIOSA ELLA. Amé como cantó y bailó♥ Y el post baile con todo eso de Majo jajajajajaja, mortal. El año que viene aprecía un: BAILA MAJO AL 13013 ah.

Buenooo, las quiero :)

martes, 9 de septiembre de 2014

Rescatame. {Prólogo}

•PRÓLOGO•



¡PAAM!
Caí al suelo con una fuerza increíble, que me sorprendió que no me haya roto. Él se acercaba a mí, sentía sus pesadas pisadas chocar contra el suelo de madera. Respirando aceleradamente, moví un poco la cabeza para ver cómo él lanzaba contra mi estómago la botella de vidrio vacía de cerveza. El impacto causó en mi que me estremeciera, pero estaba contenta en un grado mínimo saber que los vidrios partidor y afilados no habían perforado mi piel, todo gracias a la chaqueta que traía puesta para calentar mi piel y protegerla del clima frío de invierno. El gruñó al ver que no me había sucedido nada con la botella. Vi sus ojos, estaba ebrio. Sus oscuros ojos estaban impregnados en sangre por el alcohol que tenía él en su sistema. Me pateó cruelmente las costillas, quitándome el aliento y haciéndome aullar por el dolor del impacto de su bota. El rió, mientras caminaba hacía una silla. Se sentó en ella y me miró.
—Eres tan estúpida. Supongo que eso te enseñará a que debes lavar los platos antes de que yo llegue a casa.
Respiraba entrecortadamente, la sensación de tener a tus pulmones intentando recobrar el oxígeno perdido por el golpe era increíblemente dolorosa. Gimiendo, intenté ponerme de pie, pero de inmediato caí por el dolor de mi pecho. Fue ahí cuando supe que me había roto otra costilla más. Sacando fuerza mental y física, volví a intentarlo y me levanté, tambaleándome. Me afirmé de la mesa desgastada de madera para evitar caerme. Bajé la vista.
—Lo siento padre.
—Vete, no te quiero ver aquí. Y si no sabes, no te has ganado tu comida esta noche.
Asentí, e ignorando el dolor de mis costillas, caminé hasta mi pequeña habitación. Me dejé caer en la cama, mientras buscaba bajo mi almohada una gasa elástica. Me la coloqué sobre mis costillas, apretando firmemente y evitando así más daño en mi interior.
Yo debía de subir este tipo de abuso casi todos los días, pero no podía detenerlo, no tenía la fuerza para hacerlo. Él era mi padre, y ahora todo por mantenerlo a salvo.
Su alcoholismo comenzó con la muerte de mi madre. Yo para ese entonces tenía 12 años, y no entendía por qué mi madre nos había abandonado de esa forma. Mi madre esa misma tarde había salido a comprar algunas cosas para la casa, un auto no alcanzó a frenar y terminó arrollándola y quitándole la vida. Papá cayó en un estado grave de depresión, y comenzó a tomar más de la cuenta cada noche. Mi primer golpe fue cuando tenía 15 años, me había tropezado y caído sobre la alfombra, y accidentalmente mi pie chocó contra la mesa que contenía una botella casi vacía de cerveza. Papá se enfureció conmigo y me golpeó tan fuerte el brazo que me lo fracturó. Supongo que le quedó gustando esa sensación de superioridad que sentía cuando me levantaba la mano, que siguió así cuando veía en mi cada pequeño error que cometía. Los daños a veces eran graves, por eso tomé clases de primer auxilio en mi escuela todo un mes. Allí aprendí y logré aprender a curar mis heridas yo sola, incluso fracturas de esta magnitud. Esta no sería la primera vez que mi padre, golpeándome, me rompía las costillas. Lo bueno es que estas se han curado bien, tan bien que casi ni se notaba que me las hubiera roto.
Suspirando entrecortadamente, apreté las vendas y me acosté en el incómodo y desgastado colchón que tenía. Papá no tenía dinero para comprar nuevos, ya que cuando ganaba dinero se iba a emborrachar de los mejores licores que existen, y de vez en cuando trae comida. Me cubrí hasta la cabeza con las finas y frías sábanas de algodón, y, tiritando de frío, me quedé dormida.

Espero que les entusiasme! :)
En días subo el 1er capítulo.
Mi twitter es @HumorDeLalita, si quieren que les avise por twitter cada vez que subo ponganlo en los comentarios de acá o me avisan por twitter.

Maga.